Por Iván Toro L.
Los sucesos de los postreros días del año pasado y de los inicios del presente son abundantes y aleccionadores, y corroboran que se abren nuevos horizontes en el panorama de la lucha obrera. El Congreso de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT y los posteriores realinderamientos en su dirección, la reedición del «Pacto de productividad, precios y salarios», y el nombramiento de Orlando Obregón en el Ministerio de Trabajo, han sido, entre otros, los hechos más connotados del cambio de año. Para el futuro inmediato se proyectan acontecimientos como el Congreso de la Confederación General de Trabajadores Democráticos, CGTD, las negociaciones de los pliegos de peticiones en la Caja Agraria y Telecom, así como el conflicto derivado de los intentos de privatizar a Ecopetrol, que marcan esta etapa como crucial para el porvenir del movimiento sindical.
Mientras el centro de la atención de la opinión pública se ha dirigido hacia la tormenta política orquestada por los Estados Unidos en torno de la presencia de dineros calientes en la campaña presidencial de Ernesto Samper, durante el año largo de ese mandato no ha cesado la agresión contra los trabajadores y sus organizaciones, uno de los blancos principales de la arremetida imperialista. Tal como lo había anunciado en sus discursos preelectorales, Samper adelantó con diligencia las tareas indispensables para la consolidación del modelo aperturista y privatizador ordenado por los mandamases del Norte. Profundizar la descentralización; reducir el déficit fiscal mediante la reforma tributaria y el recorte del gasto público; implementar la privatización de la salud y la seguridad social; desarrollar la participación del capital privado en los servicios públicos; establecer un régimen policivo para reprimir a los servidores del Estado; reducir aún más el costo de la mano de obra nacional, han sido algunas de las gestiones que, adobadas con palabrería social, la última recomendación de Washington, forman parte de la carta de presentación del actual régimen.
En medio de la intensa disputa que libra con otras facciones de la proyanqui oligarquía criolla, Samper hace todos los méritos posibles para mantener el indigno puesto de encomendero de los intereses extranjeros y convoca a los trabajadores a la defensa de un «liberalismo social», presuntamente enfrentado al capitalismo salvaje. Al sindicalismo se le ha invitado en reiteradas ocasiones a brindar su respaldo al apurado gobernante. Ante estos llamados la CGTD y el sector mayoritario de la CUT han mantenido su independencia y el rechazo a la política económica y laboral del régimen, condenan la intromisión norteamericana y se aprestan a librar trascendentales batallas en contra de la privatización y las demás medidas en perjuicio de la nación y el pueblo los que sí han respondido a las convocatorias oficiales son el denominado Frente Unitario de Trabajadores Democráticos, el ala de la CUT que lidera el ministro de Trabajo y se encuentra afiliado a la Organización Regional Interamericana del Trabajo, ORIT, que se pliega cada vez más a las corrientes patronales del sindicalismo norteamericano. También han corrido presurosos en auxilio de Samper los dirigentes de la CTC, la otra pata del «gremialismo sociopolítico», abanderado de la nueva cultura de la concertación, la cultura de la entrega.
Caldeado Congreso
A finales de noviembre pasado deliberó en Bogotá el III Congreso de la CUT que tuvo como temas centrales la reforma de los estatutos para darle vía libre a la manipulable elección directa y universal del Comité Ejecutivo, la propuesta de vinculación a la ya mencionada ORIT y la posición de la Central acerca de los acuerdos del Pacto Social. Más de trescientos delegados de los novecientos presentes, señalaron que el Pacto Social es una trampa para rebajar los ingresos de los asalariados. Con excepción de la promovida afiliación internacional, que fue nuevamente postergada, Orlando Obregón, pocos meses después miembro del gabinete samperista, logró imponer sus proditorias concepciones.
Agitación laboral
A los pocos días de celebrado el nuevo año, la CGTD y numerosas organizaciones de la CUT convocaron un Plenario General de Juntas Directivas y Activistas Sindicales y Sociales, con el fin de establecer un plan de trabajo y de acción contra las medidas antiobreras contenidas en el Pacto Social, el conjunto de la política económica del gobierno y la injerencia norteamericana en el país. La concurrida asamblea, en un ambiente de unidad y de combate, aprobó respaldar todas las acciones programadas por los sectores en conflicto y organizar una Jornada Nacional de Protesta, que se llevará a cabo el próximo 6 de marzo. Quizás sea este el punto de partida del resurgir de la lucha obrera, siguiendo el ejemplo de la población y los trabajadores de Francia y otros países de Europa y América Latina, que han echado mano de la movilización y la huelga, los instrumentos más eficaces para enfrentar la ofensiva contra sus naciones, sus conquistas y sus derechos.
Preludio de una nueva época
Los cambios que se están presentando en la cúpula de la CUT, que pueden significar una positiva reorientación, la perspectiva de un exitoso y unitario congreso de la CGTD, a partir del 27 de abril, que la consolide como la alternativa democrática y patriótica de los asalariados colombianos, y el desenlace de la resistencia de sectores importantes del movimiento obrero a las progringas políticas de Samper, presagian que el viento sople a favor de los intereses de la nación y del pueblo, y se desate así la tormenta tropical que detenga la ofensiva imperialista.