Dice el senador del MOIR: UNA LEGISLATURA AMEDRENTADA POR LA PRESIÓN GRINGA, UN CONGRESO POSTRADO ANTE EL EJECUTIVO

«Se trata de una página vergonzosa, llena de afrentas para el país y su gente laboriosa -dijo el 20 de julio Jorge Santos Núñez, al concluir la legislatura-. Se legisló, por mandato del Ejecutivo, para complacer a un gobierno extranjero. La dominación de Estados Unidos sobre el país es de vieja data, pero la intromisión actual y el manejo casi directo y desembozado que viene imponiendo a nuestros asuntos internos rebasan los límites de lo escandaloso e indignante. Resulta difícil identificar otro gobernante en la historia de Colombia más genuflexo y dispuesto a cumplir los encargos gringos que el actual. Y nunca un Congreso actuó más amedrentado, en medio de un clima tal de macartismo, cacería de brujas y oscura arremetida contra la democracia representativa».

El senador del MOIR fijó posición pública y sustentó su voto sobre todos los asuntos cruciales sometidos a consideración del Congreso en la legislatura que acaba de concluir. En conjunto, su actividad en el Senado ha encarnado una clara resistencia a la intrusión gringa en Colombia, al gobierno de Samper y a su política continuista de apertura económica. A su juicio, el período que termina es «una elocuente confirmación del triste papel de Celestina a que se reduce cada vez más el Congreso frente al aplastante predominio del Ejecutivo». Durante él «se legisló de cabo a rabo bajo la directa e intensa presión de la Casa Blanca». Y se caracterizó, olvidando los nefastos resultados económicos del anterior cuatrienio, por la aprobación de leyes aperturistas, invariablemente de iniciativa gubernamental.

«Blandiendo contra los parlamentarios el garrote acusador de tener nexos con el narcotráfico, Estados Unidos ha silenciado o neutralizado a importantes sectores del Congreso», aseveró también el senador revolucionario. Los señalamientos e investigaciones, «viciados como están en su origen por efectuarse para satisfacer el querer de una potencia extranjera, no sólo se suceden en un clima de zozobra y persecución carente de toda objetividad, que menoscaba el derecho de defensa, sino que el mismo presidente de la República los apoya y apremia, presuroso como ha estado por presentar resultados judiciales y policiales ante los gringos».

«Sin el menor asomo de criterio analítico, numerosos medios de comunicación vienen haciendo eco de las versiones de la prensa norteamericana y anticipando las condenas. Asistimos al deprimente espectáculo de un Congreso sitiado por la presión gringa, del gobierno y de los medios de comunicación. Sus integrantes temen y se abstienen, con pocas excepciones, de expresar sus genuinas posiciones cuando éstas pueden contrariar el interés y la política de Washington».

Imposición de la fascistoide justicia sin rostro
Aunque se muestra partidario de la necesidad de «reprimir el delito común en todas sus formas, y de la conveniencia de la cooperación internacional para ello», el senador del MOIR advierte que no es admisible que tal cooperación «se convierta en un instrumento para intervenir en nuestros asuntos internos y reforzar el actual avasallamiento económico gringo sobre la nación, como viene sucediendo». Por eso se opuso a las iniciativas en las que mayor empeño puso el gobierno siguiendo instrucciones de Estados Unidos. Fueron los casos de la justicia sin rostro, a la que calificó de «abominable y fascistoide» porque anula el debido proceso y el derecho a la defensa; de la ley sobre mismo sistema bancario y financiero mundial el que lo origina y permite su continuidad»; y de la presencia de fuerzas militares de Estados Unidos, sobre la cual increpó:

«¿Cómo explicar que el presidente de un sedicente país soberano no diga ni pío sobre el tránsito y la permanencia de tropas, naves y aeronaves norteamericanas a lo largo y ancho del territorio nacional, así como de los operativos de la legión de la DEA? El Senado y el Consejo de Estado no han tenido arte ni parte en todo esto, pero el gobierno lo autoriza totalmente a espaldas del país».
Jorge Santos Núñez registró como un deber suyo para con los trabajadores, los sectores productivos y toda la nación el hecho de haber votado negativamente proyectos como el de Zonas Especiales de Frontera y el Convenio de Protección de Inversiones a Gran Bretaña, por favorecer y otorgar injustificables privilegios al capital extranjero, por encima de la Constitución. Y al referirse a su voto contra el Plan Nacional de Desarrollo, aprobado también con ostensibles presiones, dijo: “Ese Plan nada tiene que ver con el desarrollo nacional: es un verdadero salto a la demagogia”