CLINTON, A LA CABEZA DE MÁS GRANDE EMPRESA DE SAQUEO

Por Raúl Fernández

Con la reelección de Clinton y el nombramiento como secretaria de Estado de Madeleine Albright, checa de nacimiento y encarnizada anticomunista, se intensificará la ofensiva norteamericana por el control del orbe.

Ya bajo el mandato de Clinton y Christopher. Estados Unidos promovió, en todas las formas posibles, la implantación de las políticas económicas neoliberales en Rusia, las cuales profundizaron su bancarrota. Con esta mira han venido apoyando a Boris Yeltsin, a quien pertrecharon de dinero, propaganda y consejeros para asegurar su reelección.

Simultáneamente, Washington impulsa la expansión de la OTAN hasta las fronteras de la antigua Unión Soviética para mantenerla encañonada y, de paso, socavar la influencia alemana en los países de la Europa Oriental, llevados también al desplome por las políticas fondomonetaristas.

Acrecienta igualmente su presencia militar en los Balcanes, la que utiliza para penetrar económicamente en la península so pretexto de la reconstrucción después de la guerra. En este sentido es reveladora la lista de altos funcionarios de multinacionales gringas que acompañaban al secretario de Comercio Brown, cuando su avión se estrelló en la zona.
Para consolidar su supremacía en el Medio Oriente, Clinton veta la participación de las potencias europeas en las negociaciones árabe-israelíes.

También allí, y mientras continúa ocupando militarmente a la Península Arábiga con decenas de miles de soldados, ordena bombardear sin piedad y con la más ridícula excusa a la nación iraquí. La agresión se acomete esta vez de manera unilateral, sin la cooperación de los antiguos aliados europeos de la guerra del Golfo.

En África, la superpotencia gringa llama a que se eliminen los ejércitos nacionales -igual lo viene haciendo en América Latina- y presiona para que se conforme bajo su mando una fuerza interafricana.

Le disputa a otra potencia, Francia, su esfera de influencia en el continente negro. Después de más de treinta años de apoyo irrestricto a Mobutu Sese Seko, «descubre» -también la prensa gringa lo ha hecho de repente- que este caballero es un dictador y un ladrón de marca mayor.

Está en marcha un conflicto en la zona, donde Estados Unidos apoya al gobierno de Uganda, que a su vez organiza rebeldes contra Mobutu, quien todavía cuenta con el respaldo de sus viejos patrones galos. Los medios gringos de comunicación describen todo lo que por allí pasa como un «conflicto étnico», fórmula que ya aplicaron hace unos años para desmembrar a la antigua Yugoslavia.

Respalda sin ambages a uno de los gobiernos más despóticos que jamás hayan existido sobre el planeta, el de Suharto, en Indonesia, gran protector de las multinacionales estadinenses y enemigo feroz de la clase obrera.

También en Asia, la Casa Blanca amenaza militarmente a China y a Corea del Norte.

Durante la reciente campaña electoral, que finalmente favoreció a Clinton, los enormes capitales instalados en la Cuenca del Pacífico se atropellaron los unos a los otros tratando de ganar la carrera del tráfico de influencias en Washington. Claro que Clinton en esto fue pragmático, aunque frente a gobiernos extranjeros trate de presentarse como el paradigma de la moral: el candidato demócrata recibió dinero a manos llenas e invitó a sus cockatil parties incluso a narcotraficantes, con tal de ganar por segunda vez el poder.

Sobre América Latina, en este segundo período, arreciará el vendaval de la recolonización. Una vez terminado el debate electoral, altos funcionarios norteamericanos anunciaron un gran impulso a la construcción del mercado común para toda América.

Las secuelas de tal política son ya bastante conocidas. A escasos años de haber sido puesto en marcha el Nafta, en Estados Unidos se estiman en 600 mil los empleos perdidos y en México, a lo largo de 1995, contabilizaron dos millones. Nueve millones de niños de la nación azteca viven en lo que la ONU llama pobreza absoluta, y 40 millones de mexicanos -casi 50% de la población total del país- viven en la pobreza. En contraste, cientos de maquiladoras gringas se han instalado en México, donde explotan al máximo a los trabajadores, aprovechando los míseros salarios mexicanos en la producción de artículos que le sirven para aguantar la aguda competencia con Europa y Japón, que día a día se exacerba.

No sólo invade a Haití, al que le impone el modelo neoliberal, sino que destruye también su ejército. Amenaza a Cuba y, con la Ley Helms-Burton, conmina a los países de Europa a que hagan otro tanto.

Hace maniobras para debilitar o liquidar a los ejércitos de América Latina, a los que un expreso mandato constitucional les fija la misión de defender la soberanía nacional. El objetivo consiste en conformar una fuerza interamericana de intervención, «multilateral», que eliminará los comandos nacionales en cada una de las armas. Resulta sintomático que el mismo día que en Colombia se anunciaba el plan de construir el canal seco por Urabá, Washington daba a conocer que pronto iniciaría «contactos» para crear una fuerza aérea interamericana.

Sobre Colombia, Washington mantiene el chantaje de la descertificación y lleva a cabo actos hostiles de permanente intervencionismo sobre sus asuntos internos, presionando para que se remuevan o nombren funcionarios, forzando la firma de leoninos tratados que le confieren jurisdicción sobre nuestro mar territorial y extendiendo por todas partes la presencia de sus brazos armados y organismos de seguridad, en especial la DEA y la CIA.

Clinton pone en vigor leyes que autorizan a la Agencia Central de Inteligencia a operar por todo el mundo, para vigilar actividades comerciales de otros países y proteger directamente los intereses de las poderosas multinacionales norteamericanas.

La arrogancia de la superpotencia gringa se mostró al desnudo cuando Madeleine Albright vetó la reelección de Butros Gali y terminó imponiendo a Koffi Annán, marioneta de Estados Unidos, con el que pretenden reformar a la ONU para consolidarla como aparato de bolsillo y desconocer la voz de la mayoría de las naciones.

Al mismo tiempo, para que no quepan dudas de la unidad bipartidista en los asuntos castrenses, Clinton nombra como su secretario de Defensa a un republicano, el señor William Cohen.

A pesar de todo lo anterior, los grandes medios de prensa, como la CNN, el Washington Post y Los Angeles Times se empeñan en presentar a Clinton como un personaje débil en política internacional. ¡Cuán grande es la voracidad de los monopolios imperialistas! ¿Qué más quieren los señores?