Intervención de Marcelo Torres
Con esta celebración nocturna hemos culminado el arranque de la campaña electoral. Al consumar la, proclamación de la patriótica candidatura de la resistencia civil al Senado de la República, podemos decir que alcanzamos ese punto de tensión de las fuerzas imprescindible a toda empresa de envergadura para conquistar la victoria.
La iniciativa nacida en la ribera del Magdalena, en la ciudad del petróleo, se ha erguido en toda su estatura y hoy proyecta su sombra sobre el mapa nacional entero. La organización, los recursos y los espíritus todos, tanto del MOIR como del Bloque Democrático Regional y de varias otras agrupaciones, se han fundido en un haz de voluntades, se hallan compactadas como un puño cerrado. Podemos decir que a pesar de la enorme desproporción en que nos coloca la debilidad de nuestras fuerzas frente a los poderes establecidos, esta campaña la ha puesto en movimiento un ímpetu irresistible, que le viene de expresar una necesidad del movimiento popular y de la indudable simpatía que ha despertado en el conjunto del movimiento obrero colombiano.
Como en los pueblos antiguos, nuestra debilidad al filo de la medianoche pide el amanecer, que para nosotros será el 13 de marzo. Hacia ese día señalado estamos marchando. Vamos en pos de 30 mil votos de ustedes, de 30 mil patriotas, para elegir senador de la República a Jorge Santos Núñez.
En estos días turbulentos que corren, cuando no se divisa fin a tanta violencia que parece ya sin control, cuando hace rato sobrevino sobre Colombia la apertura económica con todos sus horrores, un asunto clave desde la orilla de los trabajadores y del movimiento popular es el de cómo enlazar las grandiosas fuerzas, los paros cívicos, las manifestaciones y el tumulto callejero a escenarios que les den la resonancia y la repercusión que deben tener en el conjunto de la nación. He aquí el poderoso motivo por el cual elegir un auténtico vocero del sentir y del interés popular. Es ni más ni menos una apremiante necesidad del desenvolvimiento de las fuerzas patrióticas y democráticas del país.
Son muchos los colombianos conscientes de que entre esa mayoría parlamentaria en el Congreso las vicisitudes y los padecimientos del pueblo no tienen doliente. Que lo que hay es un Congreso celestina de la administración Gaviria y que las relaciones entre el ejecutivo y el grueso del Congreso se han convertido en una permanente, en una gigantesca y escandalosa operación de soborno. Es preciso por ello que los estampidos de las luchas que libra nuestro pueblo en calles y caminos resuenen y retumben en el Congreso.
Como también las denuncias que allí se hagan sobre como se maquina en ese recinto contra la nación y los intereses populares, han de contribuir a desencadenar las movilizaciones de protesta. Mientras haya Congreso, mientras no sea clausurado a cañonazos, como lo ordenó Yeltsin, mientras no sea sellado por un golpe de cuartel, como lo decidió Fujimori, nosotros sabremos utilizar esta institución históricamente caduca pero políticamente vigente para atizar la lucha por la emancipación.
Tal urgencia y la deseable unidad de las fuerzas democráticas opositoras del régimen y antiaperturistas recibirán un extraordinario refuerzo cuando sea elegido un genuino representante de la clase obrera al Congreso, cuando Jorge Santos irrumpa en el Senado de la República. Porque ese día los obreros, los desempleados, los vendedores ambulantes, los industriales nacionales, los empresarios agrícolas, los habitantes de las grandes barriadas, los indígenas, los maestros y los estudiantes, los intelectuales y los artistas escribirán un grandioso capítulo lleno de tempestuosas batallas de nuestro pueblo. El gong de la resistencia civil acaba de sonar. El combate apenas se inicia, compañeros.