«El MOIR le atribuye al objetivo de la construcción de un frente único revolucionario en Colombia la primerísima importancia, como estrategia fundamental de la lucha de la clase obrera y de su partido, en la hora presente. El proletariado no podrá liberar el país, ni desarrollar la producción, ni desbrozar el camino hacia el socialismo, si no alcanza la unidad nacional de todas las clases y fuerzas antiimperialistas».
«El frente único antiimperialista será la forma concreta y orgánica que adoptará la dirección compartida de todas las clases y partidos revolucionarios en Colombia. A través de esa dirección compartida es como el partido obrero ejercerá idealmente su labor dirigente de la revolución. Pero para que todas las clases y partidos revolucionarios acepten voluntariamente una dirección compartida y única es condición indispensable garantizar en dicha dirección la participación democrática de todas las fuerzas antiimperialistas. Siendo el frente único la forma ideal de dirección revolucionaria en las actuales circunstancias del desarrollo histórico de nuestro país, el proletariado y su partido defienden como ninguno el estricto cumplimiento de los principios democráticos que lo rigen. La cooperación y unificación del pueblo colombiano en un poderoso frente de combate que derrote al imperialismo y construya una república nueva, sólo podrá erigirse con base en el respeto a la democracia”.
(«Carta abierta del MOIR al Partido Comunista de Colombia», Tribuna Roja, No. 16, septiembre de 1975).
“Tras el transcurso de estos años se va haciendo evidente, en la teoría y en la práctica de la revolución colombiana, la aceptación de la política de frente único. A ello coadyuva en no poca monta la permanente defensa y correcta utilización que nuestro Partido efectúa del programa de nueva democracia el programa por excelencia de la alianza de todas las clases y fuerzas revolucionarias. En las condiciones más adversas de debilidad cercado por enemigos cinco, diez y cien veces más fuertes que nosotros, sin ocultarle a nadie nuestras verdaderas intenciones desplegando una lucha ideológica implacable contra las tendencias oportunistas de moda, apoyándonos exclusivamente en nuestros esfuerzos y en los esfuerzos de las masas, derrotando internamente el dogmatismo y el sectarismo y practicando una táctica flexible, el MOIR ha sido leal a esa política”.
(«Estrategia y táctica del MOIR», MOIR: Unidad y combate, Bogotá, 1975)
«La central obrera independiente y el frente electoral de izquierda son dos tareas cuya realización exige que el MOIR trabaje en ellas conjuntamente con el Partido Comunista y otras organizaciones partidistas.
Para ello tendremos que hacer, y hemos hecho, modificaciones adecuadas a nuestra política. Es obvio que con la actitud anterior de frontal enfrentamiento con el Partido Comunista no podríamos adelantar con éste ningún tipo de acuerdos.
«La política de Unidad y Combate busca el cumplimiento de las tareas mencionadas y se halla enmarcada en la estrategia de la revolución nacional y democrática. Esta política principia por reconocer la lucha que contra el imperialismo yanqui y sus lacayos adelantan las grandes mayorías nacionales. La creación de una Colombia independiente y próspera será producto de la victoria del frente único antiimperialista que integrarán los obreros, los campesinos, la pequeña burguesía urbana y el resto de los sectores patrióticos. En la actualidad no hay condiciones para conformar un frente de esas dimensiones. A la revolución colombiana aún le falta recorrer mucho trecho para lograrlo. Sin embargo, unificar fuerzas susceptibles de aliarse en la actualidad contra el imperialismo yanqui y las oligarquías coligadas, es una política que interpreta el espíritu de frente único aunque se circunscriba a tareas particulares de la revolución.
«La política de Unidad y Combate le permitirá al MOIR ampliar el círculo reducido de su actividad. Liberaremos esfuerzos ocupados hasta ahora en atender una serie de flancos para trasladarlos al frente común de combate contra los enemigos principales. Pactaremos la paz con quienes en la actualidad puedan en una u otra forma contribuir a la lucha contra la reacción imperialista y oligárquica y no saboteen las tareas de la central obrera independiente y del frente electoral de izquierda».
(«Algo más sobre la política de unidad y combate», en MOIR: Unidad y combate, op. cit.)
«Y en cuanto a la necesidad de persevar en la unidad alcanzada y profundizarla a otras tareas de la revolución, manifestamos: “El MOIR, como lo ha venido haciendo, seguirá luchando por afianzar la unión. Creemos que las fuerzas de la izquierda colombiana deben ampliar su alianza y prolongarla para las otras tareas de la revolución y no solamente para las labores electorales.” En esta directiva se halla el meollo del futuro de la Unión Nacional de Oposición, en especial si pretendemos convertirla en una “semilla” del frente único antiimperialista. De los éxitos que logremos en aplicar esta línea depende el que podamos o no sacar a flote la UNO, restablecer la unidad y la confianza y recuperar el tiempo perdido (…) El quid de la cuestión radica en que la UNO como frente ejerza una “dirección compartida” sobre aquellos asuntos vitales de la lucha revolucionaria del pueblo colombiano, que amplíe su función coordinadora y cohesionadora a todos los puntos en los cuales tales coordinación y cohesión se hacen imperiosas para poder trabajar conjuntamente. La “política suelta” es incompatible con la esencia misma del frente único antiimperialista».
(«Carta abierta», ibid.)
«Nuestra revolución (…) no se propondrá inicialmente suprimir la economía privada de los campesinos ni la producción capitalista provechosa para el desarrollo del país. Se estatizarán los grandes monopolios que explotan y oprimen a las masas populares, los cuales serán arrebatados a los capitalistas internacionales y a la burguesía colombiana vendepatria. Igualmente se confiscarán las propiedades de los grandes terratenientes y se repartirán entre los campesinos que posean poca tierra o que no tengan tierra en absoluto para trabajar. No obstante, la revolución estará dirigida por el proletariado, la clase más revolucionaria, consciente y avanzada. Aunque las capas medias y bajas de la burguesía colombiana pueden, según las circunstancias, apoyar la lucha revolucionaria de las grandes mayorías nacionales, no lograrán nunca desempeñar un papel de dirección debido a su enorme debilidad y sus vacilaciones. Y por último, la nueva dictadura que sustituirá a la dictadura omnímoda de la alianza burgués- terrateniente, no será exclusivamente del proletariado, sino de las clases revolucionarias coligadas en el frente único de toda la nación. Esta dictadura popular constituirá la forma de gobierno más democrática que jamás haya prevalecido en Colombia y estará bajo la dirección de la clase obrera».
(Carta abierta, Ibíd.)
«En esta dramática contienda la burguesía personificará siempre al elemento vacilante; pero el proletariado, por esencia, no. A él le corresponde entonces la orientación y animación del movimiento» (…) Si los colombianos anhelan preservar lo suyo, sus carreteras, puertos, plantaciones, hatos, pozos petroleros, minas, factorías, medios de comunicación y de transporte, firmas constructoras y de ingeniería, todo cuanto han cimentado generación tras generación; y si, en procura de un brillante porvenir, simultáneamente aspiran a ejercer el control soberano sobre su economía, han de darle mayores proyecciones a la resistencia iniciada contra las nuevas modalidades del vandalismo de la metrópoli americana, empezando por cohesionar a la ciudadanía entera, o al menos a sus contingentes mayoritarios y decisorios que protestan con denuedo pero en forma todavía dispersa. Entrelazar las querellas de los gremios productivos, de los sindicatos obreros, de las masas campesinas, de las comunidades indígenas, de las agrupaciones de intelectuales, estudiantes y artistas, sin excluir al clero consecuente ni a los estamentos patrióticos de las Fuerzas Armadas, de manera que, gracias a la unión, los pleitos desarticulados converjan en un gran pleito nacional».
(«¡Por la soberanía económica, resistencia civil!», comunicado del MOIR del 1° de mayo de 1992.)
«¿Y contra estos avances qué conspira? Las tesis viejas de quienes contraponen la unidad de acción al frente y niegan tanto el carácter democrático del actual programa de la revolución colombiana como la democracia en las normas organizativas del mismo. Tales contracorrientes se hallan igualmente de capa caída. Sin embargo, tendremos que ocuparnos de ellas persuadiendo a las masas populares de que no podemos limitarnos a las acciones unitarias que esporádicamente efectuamos. (…) No les temamos a las complicaciones ni a las dificultades. Los manantiales puros son pequeños, pero no crece el río con aguas cristalinas. Remanguémonos, vinculémonos a las masas y construyamos el frente con todas las fuerzas susceptibles de aliarse con nosotros».
El movimiento unitario se abre paso inconteniblemente» Tribuna Roja. N° 26, marzo de 1977)