Entrevista con Mario de J. Valderrama: «BUSCAMOS UN SINDICALISMO NUEVO, BELIGERANTE, ESTUDIOSO»

Tribuna Roja. ¿Cuáles son los orígenes de la antigua CTDC?

Mario de J. Valderrama: Voy a referirme a lo que la CTDC significó en su momento, hasta convertirse en una alternativa, y explicaré por qué se crea la confederación, que contribuyó al proceso unitario de la actual CGTD.

Belisario Betancur impulsa, en palabras de López Michelsen, una corriente política que desbordó los votos del partido conservador. El fugaz éxito hace soñar a Belisario, antiguo asesor de la UTC, con una organización suprapartidista, el llamado Movimiento Nacional; y se mete en la cabeza la idea de fortalecerlo partiendo de la estructura del movimiento obrero. Parece como si inconscientemente hubiera querido borrar el recuerdo amargo de la masacre de Santa Bárbara, en 1963.

Pero Belisario se encuentra con una realidad distinta, porque los dirigentes de la UTC y la CTC, en su mayoría, siguen a los partidos; tradicionales.

La UTC venía mostrando su incapacidad de liderazgo, por anquilosamiento y burocratismo. Además, porque las clases dominantes solían brindarle una jugosa cuota de poder. Bajo López, por ejemplo, el alcalde de Bogotá, Gaitán Mahecha; le entregó a la UTC casi todas las alcaldías menores. En ese entonces se habían dispuesto las condiciones económicas que envician a la dirigencia. A través de la famosa carta de intención, firmada entre el Banco Interamericano de Desarrollo y la OEA, conjuntamente con el gobierno, le giraron a las centrales 500 mil dólares, semilla del Banco de los Trabajadores, cuyos directivos salieron de las filas de UTC y CTC.

Luego Turbay les dijo a las centrales: ensayen traer taxis. Con semejante oferta logró debelar el paro de 1979. Se importaron mil taxis de Corea y ya la lucha en UTC y CTC no fue por fortalecer el movimiento sino por controlar las millonarias ganancias.

Llega Belisario y resuelve nombrar como ministro de Trabajo a Jorge Carrillo, con la mira puesta en el movimiento suprapartidista de que hablaba al principio. Apoyándose en sectores de la CTC y contando con la supuesta influencia de su ministro, pretendió atraer lo que quedaba de la UTC y constituir una nueva central que le ayudara a allanar el camino hacia la reelección. El escamoteo del dinero del caso de los taxis le sirvió a Carrillo de pretexto para armar un escándalo y fundar después la CUT bajo su presidencia. Detrás de todo estaba la CSTC, porque veía llegado el momento de quedar al frente de una central única, como lo planteaba el proyecto oficial. Entendíamos hacia dónde iba el proyecto de Betancur y Carrillo.

Consideramos que era nuestro deber salvar el sindicalismo democrático. Inicialmente, en Antioquia, con 18 sindicatos se conforma una coordinadora, buscando evitar el hundimiento de la UTC. Por fortuna, surge un fenómeno que hoy debemos reconocer. Aparecen los dirigentes del Comité Nacional Sindical de Solidaridad, CNSS, y con ellos se nos ocurre crear la Unión Sindical Democrática, USD, en octubre de 1987. El CNSS pone a la Acción Sindical Antioqueña, ASA, al servicio del propósito unitario. Participan también algunos sindicatos salidos de la Utrán.

En ese momento tan difícil yo tenía la calidad de vicepresidente de la UTC. Cuando nos hallábamos abocados a convocar el congreso de liquidación, me enteré de que se efectuaban en Bogotá reuniones entre algunos representantes de nuestra central, de la CTC, el CNSS, Utraval y otras. Me invitaron y empecé contándoles cuanto sucedió en Antioquia. Ahí teníamos un buen modelo a seguir.

En tales reuniones se resolvió crear la CTDC. Cabe resaltar la diferencia. Mientras la CUT surge de unos acuerdos en palacio, la CTDC es fruto de numerosas asambleas, realizadas a lo largo del país, por miles y miles de trabajadores. La CTDC nace primero en la provincia. Cuando los delegados llegan a Bogotá a fundarla, saben a qué vienen, porque sus asambleas han discutido y aprobado los estatutos y la plataforma.

TR. ¿Quiénes fueron, entre otros, los promotores de la unidad?

Mario de J. En esta historia tan tonificante vale la pena recordar a algunas personas que cumplieron un destacado papel. Debe mencionarse el nombre de Víctor Acosta, uno de los inspiradores de la contienda. En una reunión dijo: «Si a la CUT la formaron en palacio para liquidar a la UTC, echemos mano de lo que queda de ésta para establecer un polo diferente a la CUT y salvar el sindicalismo democrático». Señalamos igualmente a Agustín González, del CNSS; a veteranos de la UTC como Alfonso Vargas, José Torres, Santander Solano, Hernando Baquero y el sacerdote Jaime Martínez; a exponentes de la CTC como Rafael Torres, y a activistas independientes como Marco A. Córdoba, Antonio Torres y José León Ramírez. Y al mismo Manuel Felipe Hurtado, un convencido de la unidad. Si Manuel Felipe no hubiese muerto, estoy seguro de que la CTC también se habría fusionado a la CTDC. De hecho, hicimos cuanto correspondía. A su sucesor, Apecides Alvis, se le ofreció la presidencia de la nueva central.

TR. ¿Qué escollos hubieron de vencer?

Mario de J. Tropezamos naturalmente con mil dificultades. La USD en Antioquia funcionaba en una pequeña oficina de cuatro por cuatro, del sindicato de Telecom. Estos compañeros nos aportaban el dinero para poder desarrollar las actividades. Así se comenzó a cristalizar la federación, hasta que terminamos en la sede de ASA. Hay un hecho curioso: la UTC nació en Antioquia, con la Utrán. Y la CTDC también arranca en Antioquia, con la USD.

No habíamos cumplido un año desde el surgimiento de la USD cuando se materializa el proceso nacional. Los hechos eran contundentes. Había tal urgencia de aglutinar a las fuerzas democráticas, que por todas partes brotaban gentes deseosas de contribuir. Al momento de fundarse, sin sede, sin ayuda estatal, sin prebendas de la patronal, la CTDC logra reunir a tantas fuerzas, que sólo es superada en número por la CUT. Nos vimos obligados a abrir oficinas provisionales en la sede de Fetramecol, cedidas por Marco A. Córdoba.

Hay un hecho que no tenemos por qué ocultar. Contamos con el respaldo de las organizaciones sindicales de la AFL-CIO y hasta con la simpatía de los asesores laborales norteamericanos. Este fenómeno ocurre en el marco de la pelea contra el socialimperialismo soviético; y desaparece apenas se desmorona la URSS.
Antecedentes de la unidad

TR. ¿Qué hizo la CTDC en sus cuatro años de vida?

Mario de J. Desde el mismo congreso de fundación invita a las demás fuerzas a hacer parte de la unidad. Varias organizaciones de la CUT responden al llamado. Lo que preocupa a su comité ejecutivo es que nosotros, con una incipiente infraestructura, empezamos a crecer poco a poco, incluso a costa de ellos. Asimismo nos dedicamos a formar nuevas organizaciones. En los primeros doce meses de vida abrimos más frentes que la CUT en tres años. Lo cual demuestra que sí teníamos el indeclinable propósito de unir a los trabajadores colombianos alrededor de una propuesta democrática. Que no era una aventura.

El país sindical empieza a beneficiarse de nuestros cursos y seminarios. No para enseñar a hacer asambleítas o a redactar estatutos, sino para discutir la problemática nacional. Buscamos un sindicalismo nuevo, beligerante, estudioso.

De otra parte, hemos insistido en una táctica de lucha adecuada y acorde con el curso de los acontecimientos. Así, unas veces hemos propuesto ceses generales de actividades a favor de la soberanía y de la producción, que por lo regular la CUT ha rechazado; y otras, tuvimos que desenmascarar las engañosas intenciones de vertientes a las cuales no les ha importado el fortalecimiento de la clase obrera.´

Siempre reivindicamos principios inalienables sobre el programa, la estructura del movimiento sindical, su política, su acción. A pesar del llamado pluralismo ideológico, no cejamos de defender los tales fundamentos. Cuando fuimos al paro del 14 de noviembre de 1990, la central más grande nos traicionó. La víspera, por la noche; se dedicaron a amar a sus organizaciones y a decirles: «No se metan en eso». En efecto, los sindicatos sancionados por el gobierno fueron los nuestros, los mismos que mantuvieron la decisión de ir al paro contra la apertura económica y la reforma laboral.

Fuimos los primeros en Colombia y de golpe los primeros en América Latina en lanzar una respuesta firme y orientadora contra la apertura económica.

TR. ¿Sobre qué bases se cimentó la unidad con la CGT, que dio origen a la CGTD?

Mario de J. El 15 de noviembre de 1990, Apecides Alvis, Julio Roberto Gómez y yo, en representación de las tres centrales que habían participado en el paro, nos reunimos para hacer la evaluación. Invitamos a la CUT, pero no quiso ir. Sabían que ellos eran los grandes responsables de que el movimiento no hubiera tenido el éxito esperado. La CTDC les propone a la CTC y a la CGT avanzar aún más en la unidad. Ambas aceptan y allí mismo comienza la marcha. No habíamos andado mucho trecho cuando Apecides Alvis se retira. La CGT, en cambio, creía firmemente en la unidad. Julio Roberto Gómez, un líder serio, responsable, empeñó su palabra al afirmar que no se retiraría de la mesa de negociaciones, mientras no cristalizara el acuerdo.

No olvidábamos la extraordinaria experiencia vivida en la CTDC. Y entonces decidimos trasladar el proceso a quien le competía, es decir, a las bases. A lo largo y ancho del país se reunieron decenas de asambleas. En ese extraordinario Primero; de Mayo de 1992, se reúnen por aparte los congresos de la CTDC y la CGT y aprueban unánimemente crear la CGTD.
La gente piensa, que la unidad fue fácil, regalada. Hubo miembros de las dos centrales que no alcanzaron a llegar porque su visión no les daba para tanto. En el congreso de constitución de la CTDC, el 7 de agosto de 1988, aprobamos afiliamos a la ORIT y a la CIOSL. Pero, por intrigas de la CUT y en especial del sector liderado por Jorge Carrillo, beneficiario de los aportes de esas organizaciones, comenzaron a sacarnos disculpas para no aceptar nuestra petición. Más adelante, aquellas centrales internacionales se declararon acérrimas enemigas de la conformación de la CTDC. El único organismo que a la sazón aceptaba mantener relaciones con la CTDC era el Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre, dependiente la AFL-CIO, la federación de Estados Unidos. Pero dichos contactos con el Instituto se rompieron a raíz del hundimiento soviético y de la arremetida de Washington.

Ya estaba en marcha el acomodamiento de las normas laborales en el mundo. Y en esto sí que hay un pecado en materia grave. Quienes en ese momento adhirieron a la CIOSL y a la ORIT -el caso del frente unitario dentro de la CUT- terminaron pretendiendo frenar la protesta contra el gobierno de Gaviria.

Los primeros que vamos en 1989 a la OIT, en Ginebra, a dejar clara constancia de lo que, ocurre, somos nosotros. Nuestras palabras caen en el vacío, pues ya se empezaba a echar atrás lo obtenido por los trabajadores en convenios internacionales. Se trata de una ofensiva mundial, el Nuevo Orden Económico planteado por Reagan y Thatcher, con arreglo al cual en nuestros países se debe abrir campo a la inversión extranjera, mediante la disminución sustancial de los salarios y prestaciones sociales.

TR. ¿Cuál ha sido la posición de la CGTD frente a las medidas antiobreras del gobierno de Gaviria?

Mario de J. En los últimos cinco años la CGTD ha mantenido una postura coherente en defensa de la soberanía nacional y los derechos de los trabajadores, y en rechazo a las políticas de los gobiernos. Ahora sí entendemos por qué razón era tan mal visto ayer el surgimiento de la CTDC y hoy la creación de la CGTD. Si observamos los documentos desde 1988, ha sido una constante nuestra posición, expresada públicamente a través de numerosas acciones en contra de Gaviria. Cuando éstas no han surtido efecto no obedece a que la CGTD las haya hecho abortar o fracasar, sino a la actitud indolente, matrera y marrullera de otros sectores sindicales.

La soberanía nacional está siendo pisoteada por los gobiernos neoliberales, que reafirman a América Latina como el patio trasero de Estados Unidos. Lo demuestra en Colombia la suerte de Telecom.

Nunca en los últimos diez años el movimiento sindical se había movilizado como en 1993 en solidaridad con los trabajadores de Telecom que luchan con denuedo por la soberanía del país.

Es lo que el gobierno ha castigado y por eso vemos a 16 compañeros perseguidos por la justicia. Allí no existe ningún delito. Se trata de una acción política contra la clase obrera, para penalizar la osadía de haber enfrentado con beligerancia al régimen.
Tenemos el orgullo de presentar a los colombianos una hoja de vida combativa frente al neoliberalismo y al Nuevo Orden Económico Internacional. Nuestros movimientos, por regla general, se han visto rodeados de una gran opinión pública, que asimila cómo se le miente, para adocenarla y hacer que acepte sin chistar los dictámenes del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Hemos respaldado las luchas de Fecode, la Caja Agraria, el SENA, la USO, porque no nos guía el criterio estrecho de que el movimiento se halle circunscrito a nuestra sigla. Estamos dispuestos a acompañar solidariamente a todo aquel que esté decidido a enfrentar a los heliotropos del gavirismo.

Cuatro principios de la CGTD

TR. ¿Hasta dónde van sus controversias con la CUT?

Mario de J. Me decía un amigó en una carta que nosotros estábamos muy alejados de los compañeros de la CUT. Le respondí que muy tarde lo había descubierto. No sólo estamos alejados; nos oponemos diametralmente a sus métodos políticos y sindicales.
Nadie puede acusar al presidente de la CGTD de atentar contra la unidad de los trabajadores. Por el contrario, siempre he tratado de emplear un lenguaje fraternal, para no inferir heridas y despejar posibilidades. Pero sí debo señalar aquí con toda claridad que los intereses de la CUT no son los mismos de los trabajadores. Allí se mueven diversas motivaciones políticas, personales y progubernamentales; y una central manejada con esos criterios no puede exhibir cohesión, coherencia, ni mucho menos representar a cabalidad a los trabajadores. Las organizaciones inscritas en la CUT reciben permanentemente nuestro llamado a que revalúen su posición.

La CGTD tiene cuatro principios básicos y fundamentales. La defensa de la soberanía nacional irrenunciable. La defensa de la producción. Si estamos contra la apertura económica es porque defendemos la producción nacional En tercer lugar, la defensa de la causa de los trabajadores; y, finalmente, el rechazo a todo método que no se encuadre dentro de los lineamientos de la auténtica democracia sindical para dirimir las controversias políticas o gremiales. Los cuatro puntos explican nuestras divergencias con la CUT.

El mundo está empezando a poner en salmuera la política de la apertura económica. Europa reversa cada vez más hacia el proteccionismo. Sin embargo, en Colombia vamos en contravía.

Alguien me comentaba que abogar por la producción nacional, como lo pregona la CGTD, equivale a hacer la apología de una patronal que no ha sido inteligente en preservar la estructura básica de nuestras factorías, ni se ha modernizado. ¿Por qué resguardamos la producción nacional? Si no hay fábricas, ¿a qué trabajadores vamos a representar? Obviamente lo que están buscando los gobiernos es abaratar la mano de obra, destruir la industria y promover el saqueo externo, para barrer el sindicalismo.

Los ecos de la devastación han llegado hasta la OIT. Persiste una pugna entre los neoliberales y los socialdemócratas, para llamarlos de alguna manera. Por otro lado, la grave crisis que está viviendo la Internacional Socialista es fruto también de dicha situación. Más de la mitad de sus integrantes son neoliberales. Gobiernos como el de Felipe González o Mitterrand, o el belga, embarcaron a sus países en la mencionada tendencia. No resulta extraño que a la CIOSL, influida por la Internacional, la veamos comprometida con la apertura. Debido a eso se han agudizado las contradicciones con nosotros.

En el X Congreso de la CLAT quedó claro que nos oponemos al Nuevo Orden impuesto por el Banco Mundial y el FMI; que rechazamos la apertura económica, y que estamos comprometidos en la lucha frontal en pro de la soberanía, la producción nacional, el pueblo y la clase obrera. Tales puntos nos separan diametralmente de la ORTT y de la CIOSL.

La retardataria reforma del ISS

TR: ¿Qué opinión le merece la reforma a la seguridad social que se adelanta en el Congreso?

Mario de J. Hemos rechazado el proyecto no por ser bueno lo que tenemos, sino porque implica un retroceso. Hay que desvencijar las normas laborales para que sean menos beneficiosas para el trabajador. Y la reforma a la seguridad social hace parte de todo esto.

¿Cuánto dinero vamos a trasladar por tal concepto los trabajadores al sector financiero privado? Cuatro billones de pesos. Y de ellos cerca de la mitad corresponde al gobierno, que se encuentra endeudado con el ISS y las cajas de previsión. Y no son calumnias de la oposición sino cifras de la Contraloría. El año pasado el sector financiero obtuvo 300 mil millones de pesos de utilidades. Y en 1993, sólo en el primer semestre, ya han llegado casi a esa cantidad. Pobrecitos los usureros. Como están tan quebrados, hay que pasarles rápido la platita del Seguro Social.

Hay muchos motivos para oponernos al proyecto de ley 155. La reforma significa en realidad que terminaremos los trabajadores entregando nuestros denarios a quienes nadan en la abundancia. La clase obrera va a acabar siendo solidaria con los de arriba.

En el movimiento sindical todo el mundo quiere estar de párroco, en su sindicato, manejando un grupito, un plieguito de peticiones y le importa un bledo lo que pase más allá. Pero los problemas obreros afectan a América Latina. En Brasil apreciamos los dos extremos. De qué manera tan protuberante se nota la absoluta miseria y, al otro lado, el carnaval de lo superfluo. El contraste, mayor que el nuestro, es indignante, hiere. Va uno a Argentina o México y encuentra lo mismo. Los jefes deben salir de la miopía, deponer sus pequeños intereses, y pasar a los nacionales y a los continentales. Se trata de la unión fraternal entre los pueblos de América Latina. La intención de Estados Unidos consiste en mantener separadas a nuestras naciones, cuyos problemas son comunes, como nunca antes. No luce gratuito que Menem gobierne la Argentina, ni don Carlos Andrés Pérez lo haya hecho en Venezuela, ni Collor de Melo, ni Fujimori, ni Gaviria aquí, ni Salinas de Gortari en México. Es el mismo modelo, el mismo lenguaje, la misma academia.

La CLAT y la CMT

TR ¿En Sao Paulo estuvo sobre el tapete de las discusiones la unidad continental de que usted nos habla?

Mario de J. En el X Congreso de la CLAT se puso de manifiesto el deseo de unificar las batallas. Vale la pena recoger una anécdota muy bonita. Trajeron el mensaje de los presos de Telecom en un casete y el Congreso lo escuchó de pies, aplaudiéndolo por más de cinco minutos. El pronunciamiento impacto al Congreso, que lo tuvo en cuenta como bandera de resistencia.

No había nadie que, al encontrarse con un delegado colombiano, no preguntara por Telecom. Ayer recibimos un fax del compañero Mena, de Panamá, en que manifestaba su alegría porque se hubiera aprobado el día continental de solidaridad con los compañeros de Telecom, para el 14 de octubre. Y estoy convencido de que el próximo Congreso de la CMT acogerá este tipo de apoyos a los frentes que combaten.

Otro detalle significativo estriba en la elección de Julio Roberto Gómez al comité ejecutivo de la CLAT. La segunda votación unipersonal, con 183 votos sobre 226.

El Congreso de la CMT pensaba realizarse en Lomé, capital de la República de Togo, sobre el golfo de Guinea, en África Ecuatorial. No obstante el día en que se instala, ese país va a estar en paro nacional en respaldo al movimiento que lideran Nelson Mandela y el Consejo Nacional Africano. Por eso se ha trasladado a la isla Mauricio, también en Africa.

TR ¿Cómo aprecia usted las perspectivas de acción política de los trabajadores colombianos?

Mario de J. Voy a empezar con una autocrítica. En el pasado comité ejecutivo creamos un movimiento que se llama Colombia Soberana. Y no hemos recogido mil firmas.

Desde luego, nunca me he opuesto a que se creen agrupaciones políticas de esta índole. El problema reside en que no hemos podido desentrañar ni resolver la dicotomía dentro del movimiento obrero. Somos capaces de ordenar un paro y la gente nos responde. Pero a la hora de la gestión pública, los trabajadores se rehúsan a hacerlo, o por una total apatía o por el compromiso bipartidista. Hemos fallado en el lenguaje cuando nos trasladamos al campo de la controversia entre las ideologías y los programas. Entonces desaparece la consistencia, la verticalidad, la originalidad, al presentar el proyecto.

Me preocupa que en toda una motivación popular. En ello ha de desempeñar un importante papel nuestra confederación. Pero la CGTD no puede decir: hoy somos partido político y aquí están las listas para senado y cámara.

De cualquier manera, el porvenir de los trabajadores colombianos se ve cada vez mejor, y mucho más en medio de la crisis. La clase obrera representa el único destacamento organizado y que le queda al país. Las demás fuerzas están llamadas a seguirlo.