“Después de haber comprendido que el régimen económico es la base sobre la cual se erige la superestructura política, Marx se entregó sobre todo al estudio atento de ese sistema economito. La obra principal de Marx. El Capital, está consagrada al estudio del régimen económico de la sociedad moderna, es decir, la capitalista”.
“La economía política clásica anterior a Marx surgió en Inglaterra, el país capitalista más desarrollado. Adam Smith y David Ricardo, en sus investigaciones del régimen económico, sentaron las bases de la teoría del valor por el trabajo. Marx prosiguió su obra; demostró esa teoría y la desarrolló consecuentemente; mostró que el valor de la mercancía está determinado por la cantidad de tiempo de trabajo socialmente necesario invertido en su producción”.
“Allí donde los economistas burgueses veían relaciones entre objetos (cambio de una mercancía por otra), Marx descubrió relaciones entre personas. El cambio de mercancías expresa el vínculo establecido a través del mercado entre los productores aislados. El dinero, al unir indisolublemente en un todo único la vida económica integra de los productores aislados, significa que este vínculo se hace cada vez más estrecho. El capital significa un desarrollo ulterior de este vínculo; la fuerza de trabajo del hombre se transforma en mercancía. El obrero asalariado vende su fuerza de trabajo al proletario de la tierra, de las fábricas, de los instrumentos de trabajo. El obrero emplea una parte de la jornada de trabajo en cubrir el costo de su sustento y el de su familia (salario); durante la otra parte de la jornada trabaja gratis, creando para el capitalista la plusvalía, fuente de las ganancias, fuente de la riqueza de la clase capitalista”.
“La teoría de la plusvalía es la piedra angular de la teoría económica de Marx”.
“El capital, creado por el trabajo del obrero, oprime al obrero, arruina a los pequeños propietarios y crea un ejército de desocupados”.
“Al aumentar la dependencia de los obreros del capital, el sistema capitalista crea la gran fuerza del trabajo conjunto”.
“Marx sigue el desarrollo del capitalismo desde los primeros gérmenes de la economía mercantil, desde el simple truque, hasta sus formas más elevadas, hasta la gran producción”.
“Y la experiencia de todos los países capitalistas, viejos y nuevos, demuestra claramente, año tras año, a un número cada vez mayor de obreros, la veracidad de esta doctrina de Marx”.
“El capitalismo ha triunfado en el mundo entero, pero este triunfo no es más que el preludio del triunfo del trabajo sobre el capital”.
(V.I. Lenin. Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo. 1913)
La plusvalía
Desde que la Economía política sentó la tesis de que el trabajo es la fuente de toda riqueza y de todo valor, era inevitable esta pregunta: ¿Cómo se concilia esto con el hecho de que el obrero no perciba la suma total de valor creada por su trabajo, sino que tenga que ceder una parte de ella al capitalista? Tanto los economistas burgueses como los socialistas se esforzaban por dar a esta pregunta un contestación científica sólida; pero en vano, hasta que por fin apareció Marx con la solución. Esta solución es la siguiente. El actual modo de producción capitalista tiene como premisa la existencia de dos clases sociales; de una parte, los capitalista, que se hallan en posesión de los medios de producción y de sustento, y de otra parte, los proletarios, que, excluidos de esta posesión, sólo tienen una mercancía que vender, su fuerza de trabajo, mercancía que, por tanto, no tiene más remedio que vender, para entrar en posesión de los medios de sustento más indispensables. Pero el valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo socialmente necesario invertido en su producción, y también, por tanto en su reproducción, por consiguiente, el valor de la fuerza de trabajo de un hombre medio durante un día, un mes, un año, se determina por la cantidad de trabajo plasmada en la cantidad de medio de vida necesarios para el sustento de esta fuerza de trabajo durante un día, un mes o un año. Supongamos que los medios de vida para un día exigen seis horas de trabajo para su producción o, lo que es lo mismo, que el trabajo contenido en ellos representa una cantidad de trabajo de seis horas; en este caso, el valor de la fuerza de trabajo durante un día se expresará en un suma de dinero en la que se plasmen también seis horas de trabajo. Supongamos además, que el capitalista para quien trabaja nuestro obrero le paga esta suna, es decir, el valor integro de su fuerza de trabajo. Ahora bien, si el obrero trabaja seis horas al día para el capitalista, habría reembolsado a éste íntegramente su desembolso, seis horas de trabajo por seis horas de trabajo. Claro está que de este modo n quedaría nada para el capitalista; por eso éste concibe la cosa de un modo completamente distinto. Yo, dice él, no he comprado la fuerza de trabajo de este obrero por seis horas, sino por un día completo. Consiguientemente, hace que el obrero trabaje, según las circunstancias, 8, 10, 12, 14, y más horas, de tal modo que el producto de la séptima, de la octava y siguiente horas es el producto de un trabajo no retribuido, que, por el momento, se embolsa el capitalista. Por donde el obrero al servicio del capitalista no se limita a reponer el valor de su fuerza de trabajo, que se le pagan sino que, además crea una prevalía que, por el momento, se apropia el capitalista y que luego se reparte con arreglo a determinadas leyes económicas entre toda la clase capitalista. Esta plusvalía forma el fondo básico del que emanan la renta del suelo, la ganancia, la acumulación del cantal; en una palabra, todas las riquezas consumidas o acumuladas por las clases que no trabajan. De este modo, se comprobó que el enriquecimiento de los actuales capitalista consiste en la apropiación del trabajo ajeno no retribuido, ni más ni menos que el de los esclavistas o el de los señores feudales, que explotaban el trabajo de los siervos, y que todas estas formas de explotación sólo se diferencian por el distinto modo de apropiarse el trabajo no pagado. Y con esto, se quitaba la base de todas esas retóricas hipócritas de las clases poseedoras de que bajo el orden social vigente reinan el derecho y la justicia, la igualdad de derechos y deberes y la armonía general de intereses. Y la sociedad burguesa actual se desenmascaraba, no menos que las que la antecedieron, como un establecimiento grandioso montado para la explotación de la inmensa mayoría del pueblo por una minoría insignificante y cada vez más reducida”.
(F. Engels, Carlos Marx, 1877)
La fuerza del trabajo
“Detengámonos a analizar un poco de cerca esta peregrina mercancía, que es la fuerza de trabajo. Posee, como todas las demás mercancías, un valor. ¿Cómo se termina este valor?
“El valor de la fuerza de trabajo, como el de otra mercancía, lo determina el tiempo de trabajo necesario para la producción, incluyendo, por tanto, la reproducción de este articulo especifico, el valor de la fuerza de trabajo es el valor de los medios de vida necesarios para asegurar la subsistencia de su poseedor”.
“El carácter peculiar de esta mercancía especifica, de la fuerza de trabajo, hace que su valor de uso no pase todavía de hecho a manos del comprador al cerrarse el contrato entre éste y el vendedor. Como toda mercancía, tiene ya un valor antes de lanzarse a la circulación, puesto que, para producirla, fue necesaria una determinada cantidad de trabajo social. Pero su valor de uso no se manifiesta hasta después, pues reside en el empleo o aplicación de la fuerza de trabajo. Por tanto, la enajenación de la fuerza de trabajo y su ejercicio real y efectivo, es decir, su existencia como valor de uso, no coincide en el tiempo. Y ya sabemos que, tratándose de mercancías en que la enajenación formal del valor de uso mediante la venta y su entrega real y efectiva al comprador se desdoblan en el tiempo, el dinero del comprador funciona casi siempre como medio de pago. En los países en que impera el régimen de producción capitalista, la fuerza de trabajo no se paga nunca hasta que ya ha funcionado durante el plazo señalado en el contrato de compre, v.gr. al final de cada semana. Es decir, que el obrero adelanta en todas partes al capitalista el valor de uso de la fuerza de trabajo y el comprador la consume, la utiliza, antes de habérsela pagado al obrero, siendo, por tanto, éste el abre crédito al capitalista.
Ya sabemos cómo se determina el valor que el poseedor del dinero paga al poseedor de esta característica mercancía que es la fuerza de trabajo. Qué valor de uso obtiene aquel a cambio del dinero que abona es lo que ha de revelar el consumo efectivo de la mercancía, el proceso de consumo de la fuerza de trabajo es, al mismo tiempo, el proceso de producción de la mercancía y de la plusvalía. El consumo de la fuerza de trabajo, al igual que el consumo de cualquier otra mercancía, se opera al margen del mercado o de la órbita de la circulación. Por eso, ahora, hemos de abandonar esta ruidosa escena, situada en la superficie y a la vista de todos, para trasladarnos, siguiendo los pasos del poseedor del dinero y del poseedor de la fuerza de trabajo, al taller oculto de la producción, en cuya puerta hay un cartel que dice: “No admíttance except on business”. Aquí, en este taller, veremos no sólo cómo el capital produce, sino también cómo se produce el mismo, el capital. Y se nos revelará definitivamente el secreto de la producción de la plusvalía.
“El antiguo poseedor de dinero abre la marcha convertido en capitalista, y tras él viene el poseedor de la fuerza de trabajo transformado en obrero suyo aquel, pisando recio y sonriente, desdeñoso, todo ajetreado; ésta tímido y receloso, de mala gana, como quien va a vender su propio pellejo y sabe la suerte que le aguarda; que se la curtan”.
“El obrero trabaja bajo el control del capitalista, a quien su trabajo pertenece. El capitalismo se cuida de vigilar que este trabajo se ejecute como es debido y que los medios de producción se empleen convenientemente, es decir, su desperdicio de materias primas cuidando de que los instrumentos de trabajo se traten bien, sin gastarse más que en aquella para en que lo exija su empleo racional”.
(C. Marx. El Capital, 1867)
La acumulación capitalista y la crisis
“Como la primera metamorfosis de la mercancía es a la vez venta y compra, este proceso parcial es al mismo tiempo un proceso autónomo. El comprador tiene la mercancía, el vendedor el dinero, eso es, una mercancía que conserva una forma adecuada para la circulación, ya se presente temprano o tarde en el mercado. Nadie puede vender sin que otro compre. Pero nadie necesita comprar inmediatamente por el solo hecho de haber vendido – la antitesis inmanente a la mercancía, valor de uso y valor, trabajo privado que a la vez tiene que presentarse, como trabajo directamente social, trabajo especifico y concreto que al miso tiempo cuenta únicamente como general y abstracto, personificación de la cosa y confiscación de las personas, esa contradicción inmanente, adopta formas más evolucionadas de un movimiento en la antitesis de la metamorfosis mercantil; estas formas entrañan la posibilidad, pero únicamente la posibilidad de la crisis”.
“Los limites de la producción, los fija la ganancia del capitalista, y en modo alguno la necesidad de los productores. El desarrollo incondicional de las fuerzas productivas, y por lo tanto la producción en masas, sobre la base de una masa de productores que se encuentran encerrados dentro de los limites de los medios de subsistencia necesarios, por un lado, y, por el otro, la barrera erigida por la ganancia de los capitalistas. (constituyen) la base de la superproducción moderna. La superproducción esta condicionada de modo especifico por la ley general de la producción de la capital. Producir hasta el límite establecido por las fuerzas productivas, es decir, explotar el máximo volumen de trabajo con el volumen dado de capital, sin tener en cuenta los limites reales del mercado o de las necesidades respaldadas por la capacidad de pago; y esto se lleva a cabo por medio de una continua expansión de la reproducción y la expansión de la reproducción y la acumulación, y entonces, por una constante reconversión de la renta en capital, mientras que, por otro lado, la masa de productores se mantiene apegada al nivel medio de necesidades, y que tiene que mantenerse apegada a él de acuerdo con la naturaleza de la producción capitalista. Por un lado hay sobreabundancia de todos los estudios de producción y sobreabundancia en todos los tipos de mercancías no vendidas en el mercado. Por el otro lado, capitalistas a la bancarrota y obreros desposeídos y hambrientos”.
(C. Marx. Teorías sobre la plusvalía. Tomo III)
“La differentia specifica de la producción capitalista (radica en que), la fuerza de trabajo no se compra aquí para satisfacer, mediante sus servicios o su producto, las necesidades personales del comprador. El objetivo perseguido por este es la valorización de su capital, la producción de mercancías que contengan una parte de valor que nada le cuesta al comprador y que sin embargo se realiza mediante la venta de las mercancías. La producción de plusvalor, el fabricar un excedente, es la ley absoluta, de este modo de producción. Solo es posible vender fuerza de trabajo en tanto la misma conserva como capital los medios de producción, reproduce como capital su propio valor y proporciona, en el trabajo impago, la fuente de pluscapital”.
“Al progresar la acumulación se opera una gran revolución en la relación que existe entre la masa y los medios de producción y la masa de fuerza de trabajo que los mueve. Esta revolución se refleja, en la relación variable que existe entre su parte de valor convertida en medios de producción y la que se convierte en fuerza de trabajo. Denomino a esta composición la composición orgánica del capital”.
“El volumen creciente de la magnitud de los medios de producción comparado con el de la fuerza de trabajo incorporada a ellos, expresa la productividad creciente del trabajo. El aumento de ésta se manifiesta, pues, en la reducción de la masa de trabajo con respecto a la masa de medios de producción movidos por ella, esto es, en la disminución de magnitud del factor subjetivo del proceso laboral comparado con sus factores objetivos”.
“Todo capital individual es un concentración mayor o menor de medios de producción, con el comando correspondiente sobre un ejército mayor o menor de obreros. Toda acumulación se convierte en medio al servicio de una nueva acumulación. Amplia, con la masa acrecentada de la riqueza que funciona como capital, su concentración en las manos de capitalistas individuales y por tanto el fundamente de la producción a gran escala y los métodos de producción específicamente capitalistas”
“La población obrera, pues, con la acumulación del capital producida por ella misma, produce en volumen creciente los medios que permiten convertirla en relativamente supernumeraria. Es esta una ley de población que es peculiar al modo de producción capitalista. Pero si una sobrepoblación obrera es el producto necesario de la acumulación o del desarrollo de la riqueza sobre una base capitalista, esta sobrepoblación se convierte a su vez, en palanca de la acumulación capitalista, e incluso en condición de existencia del modo capitalista de producción. Constituye un ejército industrial de reserva a disposición del capital, que le pertenece a éste tan absolutamente como si lo hubiera criado a sus expensas. Esa sobrepoblación crea, para las variables necesidades de valorización de capital, el material humano explotable y siempre disponible, independientemente de los límites del aumento real experimentado por la población.
“La masa de la riqueza social, pletórica y transformable en pluscapital gracias al progreso de la acumulación, se precipita frenéticamente sobre todos los viejos ramos de la producción cuyo mercado se amplía de manera súbita, o sobre ramos recién inaugurados.
En todos los casos de esta índole es necesario que se pueda volcar súbitamente grandes masas humanas en los puntos decisivos, sin que con ello se rebaje la escala alcanzada por la producción en otras esferas. La sobrepoblación proporciona esas masas. El curso vital característico de la industria moderna, la forma de un ciclo decenal – interrumpido por oscilaciones menores de periodos de animación media, producción a toda marcha, crisis y estancamiento, se funda sobre la formación constante, sobre la absorción mayor o menor y la reconstitución del ejército industrial de reserva o sobrepoblación”.
(C. Marx. El Capital. Tomo I, 1867)
“Con la progresiva disminución relativa del capital variable con respecto al capital constante, la producción capitalista genera una composición orgánica crecientemente más alta del capital global, cuya consecuencia directa es que la tasa del plusvalor, manteniéndose constante el grado de explotación del trabajo e inclusive si éste aumenta, se expresa en una tasa general de ganancia constantemente decreciente. La tendencia progresiva de la tasa general de ganancia a la baja sólo es, por tanto, una expresión peculiar al modo capitalista de producción, al desarrollo progresivo de la fuerza productiva social del trabajo”.
“La disminución relativa del capital variable con respecto al constante, que corre pareja con el desarrollo de las fuerzas productivas, sirve de acicate al crecimiento de la población obrera, mientras crea permanentemente una sobrepoblación artificial. La acumulación del capital, considerada con arreglo al valor, resulta amortiguada por la disminución de la tasa de ganancia, para acelerar aún más la acumulación del valor de uso, mientras que ésta, a su vez imprime un movimiento acelerado a la acumulación con arreglo al valor”.
“La producción capitalista tiende constantemente a superar estos limites que le son inmanentes, pero sólo lo consigue en virtud de medios que vuelven a alzar ante ella esos mismos limites en escala aún más formidable”.
“El verdadero limite de la producción capitalista lo es el propio capital; es éste, que el cantal y su autovalorización aparece como punto de partida y punto terminal, como motivo y objetivo de la producción. El medio – desarrollo incondicional de las fuerzas productivas sociales, entra en constante conflicto con el objetivo limitado, el de la valorización del capital existente”.
“Por ello, si el modo de producción capitalista es uno medio histórico para desarrollar la fuerza productiva material y crear el mercado mundial que le corresponde, es al mismo tiempos la constante contradicción entre esta su misión histórica y las relaciones sociales de producción correspondientes a dicho modo de producción”.
“El conflicto entre las fuerzas impulsoras antagónicas se desahoga periódicamente mediante crisis. Estas siempre son sólo soluciones violentas momentáneas de las contradicciones existentes, erupciones violentas que restablecen por el momento el equilibrio perturbado”.
(C. Marx. El Capital, Tomo III)
“De ahí que el máximo desarrollo de la fuerza productiva, junto con la expansión máxima de la riqueza existente, coincida con la depreciación del capital, la degradación del obrero y la postración más absoluta de sus facultades vitales. Estas contradicciones derivan en estallidos, cataclismos, crisis en las cuales, mediante la suspensión momentánea del trabajo y la aniquilación de una gran parte del capital, este último se reduce violentamente hasta el punto desde donde pueda proseguir su marcha”.
“Es ésta la tendencia a la baja en la tasa de ganancia en todo respecto, la ley más importante de la moderna economía política y la esencial para comprender las relaciones más dificultosas. Es desde el punto de vista histórico la ley más importante”.
(C. Marx. Elementos fundamental para la critica de la Economía Política (Grundisse) 1857 – 1858. Tomo II)
“En las crisis del mercado mundial se revelan en forma notable las contradicciones y antagonismos de la producción burguesa. En lugar de investigar la naturaleza de los elementos en pugna que brotan en la catástrofe, los apologistas se conforman con negar la catástrofe misma y con insistir, frente a su repetición regular y periódica, que si la producción se llevase a acabo de acuerdo con los manuales, las crisis jamás ocurrirían. De tal manera, la apologética consiste en la falsificación de las más simples relaciones económicas, y en especial, en aferrarse al concepto de la unidad frente a la contradicción”.
(C. Marx. Teorías sobre la plusvalía. Tomo III)