“Los conceptos de los utopistas han dominado mucho tiempo las ideas socialistas del siglo XIX, y en parte aún las siguen dominando hoy. El socialismo es, para todos ellos, la expresión de la verdad absoluta, de la razón y la justicia, y basta con descubrirlo para que por su propia virtud conquiste el mundo. Y, como la verdad no está sujeta a condiciones de espacio, ni de tiempo, ni al desarrollo histórico de la humanidad, sólo el azar puede decidir cuándo y dónde este descubrimiento ha de revelarse. Añádase a esto que la verdad absoluta, la razón y la justicia varían con todos los fundadores de cada escuela; y, como el carácter especifico de la verdad absoluta, la razón y la justicia, está condicionado, a su vez, en cada uno de ellos, por la inteligencia personal, las condiciones de vida, el estado de cultura y la disciplina mental, resulta que en este conflicto de verdades absolutas no cabe más solución que éstas se vayan puliendo las unas y la otras. Y, así, era inevitable que surgiese una especia de socialismo ecléctico y mediocre, como el que, en efecto, sigue imperando todavía en las cabezas de la mayor parte de los obreros socialistas de Francia e Inglaterra; una mezcolanza extraordinariamente abigarrada y llena de matices, compuesta de los desahogos críticos, las doctrinas económicas y las imágenes sociales del porvenir menos discutibles de los diversos fundadores de sectas, mezcolanza tanto más fácil de componer cuanto más los ingredientes individuales, habían ido perdiendo, en el torrente de la discusión, sus contornos perfilados y agudos, como los guijarros lamidos por la corriente de un río. Para convertir el socialismo en una ciencia, era indispensable, ante todo, situarlo en el terreno de la realidad”.
(F. Engels. Del socialismo utópico al socialismo científico, 1877)
“Estos dos grandes descubrimientos; la concepción materialista de la historia y la revelación del secreto de la producción capitalista, mediante la plusvalía, se los debemos a Marx. Gracias a ellos, el socialismo se convierte en una ciencia, que sólo nos queda por desarrollar en todos sus detalles y concatenaciones”.
(F. Engels, op, cit)
“El Estado moderno, cualesquiera que sea su forma, es una máquina esencialmente capitalista, en el Estado de los capitalistas, el capitalista colectivo ideal. Y cuantas más fuerzas productivas asuman en propiedad tanto más se convertirá en capitalista colectivo y tanta mayor cantidad de ciudadanos explotará. Los obreros siguen siendo obreros asalariados, proletarios. La relación capitalista, lejos de abolirse con estas medidas, se agudiza. Más, al llegar a la cúspide, se derrumba. La propiedad del estado sobre las fuerzas productivas no es solución del conflicto, pero alberga ya en su seno el medio formal, el resorte para llegar a la solución”.
Esta solución sólo puede estar en reconocer de un modo efectivo el carácter social de las fuerzas productivas modernas y por lo tanto en armonizar el modo de producción, de apropiación y de cambio con el carácter social de los medios de producción. Para esto, abiertamente y sin rodeos, tome posesión de estas fuerzas productivas que ya no admite otra dirección que la suya.
Haciéndolo así, el carácter social de los medios de producción y de los productos, que hoy se vuelven contra los mismos productores, rompiendo periódicamente los cauces del modo de producción y de cambio, y que sólo pueden imponerse con una fuerza y eficacia tan destructoras como el impulso ciego de las leyes naturales, será puesto en vigor con plena conciencia por los productores y se convertirá, de causa constante de perturbaciones y de cataclismos periódicos, en la palanca más poderosa de la producción misma.
“El día en que las fuerzas productivas de la sociedad moderna se sometan al régimen congruente con su naturaleza, por fin conocida, la anarquía social de la producción dejará el puesto a una reglamentación colectiva y organizada de la producción acorde con las necesidades de la sociedad y del individuo”.
(F. Engels, op,cit)
“Pues el socialismo no es más que el paso siguiente al monopolio capitalista de Estado. O en otros términos, el socialismo no es más que el monopolio capitalista de Estado PUESTO AL SERVICIO DE TODO EL PUEBLO y que, por ello HA DEJADO DE SER monopolio capitalista”.
(V. I. Lenin. La catástrofe que nos amenaza y cómo luchar contra ella, 1917)
La lucha de clases
“La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días en la historia de la lucha de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y aprendices; en una palabra, opresores y oprimidos se enfrentaron en secular antagonismo unos contra otros, mantuvieron una lucha constante, ya velada, ya abierta, lucha que siempre terminó con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento general de las clases contendientes. La moderna sociedad burguesa, que ha brotado de las ruinas de la sociedad feudal, no ha terminado con las contradicciones de clase.
Únicamente ha sustituido las viejas condiciones de opresión, las viejas formas de lucha. Por otras nuevas. Nuestra época, la época de la burguesía se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose cada vez más en dos campos enemigos, en dos grandes clases que se enfrentan directamente, la burguesía y el proletariado”.
(C. Marx y F. Engels. Manifiesto del Partido Comunista, 1818)
“De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesía, sólo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria. Las demás clases van degenerando y desaparecen con el desarrollo de la gran industria, el proletariado, en cambio, es su producto más peculiar. Las capas medias, el pequeño industrial el pequeño comerciante, el artesano y el campesino, luchan todas ellas contra la burguesía para salvar de la ruina su existencia como tales capas medias. No son pues, revolucionarias sino conservadoras. Más todavía, son reaccionarias, ya que pretenden volver a tras la rueda de la historia. Son revolucionarias +únicamente cuando tienen ante sí la perspectiva de su tránsito inminente al proletariado, defendiendo así no sus intereses presentes, sino sus intereses futuros, cuando abandonan sus propios puntos de vista para adoptar los de el proletariado”.
(C. Marx y F. Engels, op cit)
Lucha de clases en el socialismo
“El error de la internacional amarilla ‘de Berna’ consiste en que sus lideres reconocen sólo de palabra la lucha de clases y el papel dirigente del proletariado. Tienen miedo de reconocer que la dictadura del proletariado es también un periodo de lucha de clases, la cual es inevitable mientras las clases no hayan sido suprimidas y reviste diversas formas, siendo particularmente violenta y especifica durante el primer periodo después de derrocado el capital.
Una vez conquistado el poder político, el proletariado no cesa en su lucha de clase, sino que la continua hasta que las clases hayan sido suprimidas, pero naturalmente, en otras condiciones, bajo otra forma y con otros medios.
(V. I. Lenin. Una gran iniciativa, 1919)
“Como tratar las contradicciones entre nosotros y el enemigo y las existentes en el seno del pueblo en la sociedad socialista es una ciencia, una ciencia que merece estudiarla concienzudamente. En las condiciones de nuestro país, la actual lucha de clases es, parcialmente, manifestación de las contradicciones entre nosotros y el enemigo, pero, en la mayoría de los casos, manifestación de las contradicciones en el seno del pueblo. Un reflejo de este estado de cosas son los desordenes que ahora promueve un reducido número de personas.
Suponiendo que el globo terrestre se destruya dentro de diez mil años, por lo menos durante estos diez mil año habrá desordenes. Pero no nos corresponde ocuparnos de asuntos tan lejanos como los que han de ocurrir en términos de diez mil años. Lo que nos incumbe es hacer serios esfuerzos por adquirir, en un periodo de varios quinquenios, las experiencias necesarias por tratar este problema.
(Mao Tsetung. Discursos en una conferencia de secretarios de comités provinciales, municipales y de región autónoma del Partido, 1957)
El comunismo
“Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de la transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este período corresponde también un periodo político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado”.
(C. Marx. Critica del Programa de Gotha, 1875)
“El derecho igual sigue siendo aquí en el socialismo, en principio, el derecho burgués, aunque ahora el principio y la práctica ya no se tiran de los pelos, mientras que el régimen de intercambio de mercancías y el intercambio de equivalente no se da más que como termino medio, y no en los casos individuales.
A pesar de este progreso, este derecho igual sigue llevando implícita una limitación burguesa. El derecho de los productores es proporcional al trabajo que han rendido; la igualdad, aquí, consiste en que se mide por el mismo rasero, por el trabajo”
(C. Marx, op cit)
“En una fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadota de los individuos a la división del trabajo, y con ella, el contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no es solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades!”.
(C. Marx, op. cit).