Decenas de víctimas en barrios de Manizales
El pasado 7 de enero, a la una de la mañana, los humildes moradores del Barrio San Fernando Bajo, en Manizales, se despertaron con una sensación de que el terremoto hacía desaparecer el suelo. Los que lograron salir de sus precarios ranchos vieron, impotentes, cómo éstos se deshacían y las guaduas, cartones, tablas y latas con los que estaban hechos, se precipitaban por la empinada pendiente del que otrora fuera un botadero de basura, y que desde finales de 1980 la administración municipal había convertido en “barrio de asentamiento espontáneo”. Pero no todos sobrevivieron, 26 miembros de las familias Raigosa, Gallego, Alzate, Poveda y Moreno murieron en el deslizamiento.
Electorerismo criminal
La caída de los barrios periféricos de Manizales no es un fenómeno nuevo; desde por lo menos hace 20 años ocurren tragedias similares. Incluso el mismo día en que rodó el San Fernando Bajo, hubo varios muertos en el Camilo Torres, por idéntica causa. Y en marzo del año pasado, 1.800 personas fueron alojadas en improvisados e insalubres albergues después de haber perdido sus viviendas en los barrios Galán, Fátima, Estrada, Nevado, San Fernando y otros, todos ellos promovidos por politiqueros de los más diversos pelambres, quienes, al fomentar los tugurios, comprometen a sus habitantes ara las elecciones.
Dieciocho años atrás hubo un deslizamiento en el barrio Sierra Morena, en el cual perecieron decenas de personas cuyos cadáveres quedaron entre el barro y los escombros; el lugar fue declarado entonces camposanto. Sin embargo, hoy se levanta allí mismo el barrio Luis Guillermo Giraldo Hurtado, nombre de un manzanillo liberal, actualmente senador de la República. Existe otro que se llama como la secretaria de este mismo político, Pilar Vallejo de Hoyos. Y hay uno más que fue bautizado en honor del ahora gobernador de Caldas, Carlos Fernando Giraldo Ángel. Fue este personaje quien, cuando ocupaba la Alcaldía de Manizales, adjudicó los lotes del desaparecido San Fernando Bajo, a través de un teniente suyo. Y tuvo la desfachatez de dar la vuelta al ruedo cuando se llevó a cabo, dos días después del desastre, una corrida de toros en beneficio de los damnificados.
La criminal práctica electorera, sin embargo, no es exclusiva de la rosca lópezturbayista. El Partido Comunista, por ejemplo, también ha traficado con el establecimiento de viviendas en dos deslizaderos llamados Estambul y La Baja Suiza, así como en parte del barrio Galán.
Advertencias desoídas
Desde varios meses atrás, repetidas voces de la ciudadanía alertaron sobre el inminente peligro que amenaza a las gentes que han sido ubicadas en tales despeñaderos. Con todo, el Ejecutivo departamental declaró que se le estaba criticando injustamente, en primer lugar porque su administración no fomentaba invasiones, dado que era “celosa defensora de la propiedad privada” y, en segunda instancia, porque resuelve “situaciones desesperadas sin que se altere la tradicional tranquilidad que ha vivido nuestra ciudad”.
No obstante, este atentado contra la vida del pueblo manizalita cuenta con respaldo institucional. Tanto la Caja de Vivienda Popular como el Inscredial, legalizan las adjudicaciones de los lotes, por los cuales la gente tiene que pagar no sólo las cuotas mensuales que le son fijadas, sino también $100 mensuales por concepto de “servicios” que en ningún caso se les brinda. La oligarquía, pues, acorrala al pueblo al cual ha condenado a la miseria, enajena los votos de sus víctimas, usa y abusa del poder oficial y, una vez ocurre la tragedia, posa de benefactora organizando recolectas en pro de los damnificados, para volver a venderles lotes en las laderas mortales.