(Apartes del discurso del camarada Víctor Manzur, miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista del Perú “Patria Roja”)
El pueblo del Perú y el pueblo colombiano tienen una larga historia de rebeldía, tienen una larga historia de combate. El pueblo del Perú y el pueblo colombiano también tienen una larga tradición de hermandad, una larga tradición de lucha contra los mismos enemigos, contra los mismos traidores y contra los mismos explotadores. En nuestra patria, en 1780, 81 y 82 dimos el primer grito libertario que estremeciera todas las cordilleras que atraviesan de Sur a Norte nuestros países, que repercutiera en todas las colonias del imperio español. Ese movimiento tuvo, al igual que en Colombia, un gran dirigente que representó y expresó en ese momento histórico los intereses de las clases oprimidas de la nación: José Gabriel Condorcamqui Túpac Amaru II. El mérito histórico de ese levantamiento es que no sólo se constituyó en una movilización contra un mal gobierno o contra una mala tiranía reinante, sino que supo expresar, los intereses de las clases y capas oprimidas de la población peruana.
Por eso para nosotros es un honor muy grande compartir con ustedes –así como el año pasado celebramos el bicentenario de la gesta libertaria de Túpac Amaru-, aquí, en la tierra y con el pueblo de Colombia, esta hermosa epopeya de los comuneros.
Al reivindicar la gesta heroica de Túpac Amaru o del movimiento comunero, buscamos sacar las lecciones que hoy son válidas para continuar el proceso independentista que ellos nos legaron. Una de las principales enseñanzas que podemos extraer del movimiento de Túpac Amaru y del movimiento comunero colombiano es que para una revolución resulta necesario contar con el concurso de la fuerza del pueblo. Sin el pueblo no hay revolución y sin las masas no hay historia. Y una segunda enseñanza que nos legaron estas luchas es la necesidad de que el movimiento popular emplee la violencia revolucionaria para conquistar el Poder.