Abjurando de un principio defendido por dos años, la dirección de Fecode abogó el 22 de febrero por la unificación del sindicalismo “en un solo frente” sin deslindar terreno con los Cuevas y Hurtado en un sinuoso viraje hacia la órbita del Consejo Nacional Sindical. El mismo día salió en El Tiempo el alegato de la fracción revisionista reclutada en años de intrigas por los hermanos Otto y Omar Ñañez, que renegaron del MOIR sonsacándose a algunos directivos de la Federación Colombiana de Educadores. No resulta por ello extraño que la declaración publicada por esta última lleve el imprimátur de mamertos y liberales firmes, trotskistas y grupúsculos ml, quienes han decidido conformar con los desertores una cerrada alianza en la organización magisterial.
Poco tiempo tardaron estos vergonzantes catecúmenos del revisionismo en adherir a la llamada Coordinadora Nacional de aquellos sectores que no admiten el CNS en sus niveles de dirección, y en embarcarse en forma irresponsable, posando de super-héroes, en la consigna de un paro indefinido para el magisterio. Pero viendo que eran adversas las circunstancias, cosa que ya el MOIR había advertido, recularon 36 horas antes de la fecha prevista para la iniciación de la aventura. Y así, la coalición oportunista comprometió temerariamente a los institutores al impulsar la huelga, y al levantarla les mintió, presentando cual gran conquista una minuta insubstancial y burlesca del ministro del ramo.
La posición del MOIR
El 27 de enero, la junta nacional ampliada de Fecode había resuelto proponer el paro indefinido, ratificable en marzo, con los siguientes objetivos: presionar el aumento de salarios exigido por los maestros; garantizar la adecuada asistencia médica a través de una caja nacional de previsión; asimilar a favor del magisterio las cuatro primas legales vigentes para los demás empleados oficiales, y echar abajo el régimen disciplinario reglamentario en forma arbitraria por el gobierno.
Por varios factores, la huelga indefinida no contó con posibilidades concretas de realización: primero, la influencia de la política oportunista del CNS, cuyos más caracterizados voceros han defendido incondicionalmente las principales medidas del régimen; segundo, el reflujo de las luchas populares, y tercero, el recrudecimiento de la represión del gobierno, envalentonado por los triunfos fáciles obtenidos contra el anarquismo y el foquismo. Estos factores coinciden con la deserción de algunos directivos de Fecode que abandonaron las filas del MOIR y echaron por la borda la política revolucionaria. También hay que anotar, por último, que Turbay decretó unilateralmente el aumento salarial para el magisterio.
Ante el pleno magisterial del 19, 20 y 21 de marzo, nuestro Partido subrayó el evidente retroceso de la dirección de Fecode hacia las posiciones claudicantes y la desfavorable situación a escala nacional, razones por las cuales consideró inoportuna y oportunista la huelga indefinida propuesta, y no le dio su voto afirmativo. Señaló como una pifia la fecha del 6 de abril planteada para la hora cero, por estar próxima la Semana Santa, lo que prácticamente convertiría el movimiento en una simple jornada de cuatro o cinco días. Criticó la amplitud de los objetivos, aumentados a más de treinta, ya que daba pretextos al gobierno para desorientar al magisterio y permitía al tiempo la evasiva de los autores y los actores de la comedia, que en esta forma se podían más tarde lavar las manos. Y para concluir, la militancia del MOIR expresó de nuevo su decisión de someter a la democracia sindical y de impulsar incluso el paro, si este resultaba aprobado. No sobre decir que el Partido Comunista, la fracción de los Ñañez, Firmes y las capillas ml, confabulados en el pleno, lograron imponer por mayoría el cese indefinido de actividades.
El PC al asecho
José Fernando Ocampo, miembro del comité ejecutivo de Fecode y dirigente nacional del MOIR, explica las razones que llevaron al oportunismo a decidirse a favor del susodicho paro: “Los desertores cacarearon en las páginas de El Tiempo que nuestro Partido había renunciado a dirigir las luchas del pueblo. Esta posición los obligaba a proponer la huelga indefinida, sin detenerse a examinar las condiciones del momento. Tenían que probarle al país que su salida del MOIR les iba a permitir encabezar movilizaciones de masas. Los mamertos, por su parte, que andaban al asecho desde el congreso de Cúcuta, saludaron el resbalón de la secta divisionista, respaldaron la consigna de paro y comenzaron a dirigir sin esfuerzo alguno el bandazo político de Fecode. Pero después del pleno se vieron unos y otros encartados con una iniciativa que les quemaba las manos, cuyos objetivos fundamentales no tenían salida a corto plazo y cuyas manifiestas debilidades les anunciaban el fracaso. Esto lo sabían tanto los desertores como los revisionistas y, pese a ello, se lo ocultaron a las bases, engañándolas miserablemente”.
La súbita retracción de la orden de paro, el 4 de abril, fue la confirmación cabal de que el MOIR tenía la razón cuando advirtió que no existían factores favorables para el cese de actividades. Pero en vez de reconocerlo así, autocríticamente, los ejecutivos de la Federación salieron a informar con descaro que habían conseguido buena parte de las metas fijadas. En realidad, se arrepintieron ante la insulsa carta del ministro Albán, que no entrañaba ninguna concesión de importancia y sí un rosario de promesas. Por ejemplo, sobre asistencia médica, el mencionado funcionario aseguraba: “En circular que suscribimos con el señor Ministro de Gobierno me he dirigido a los señores Gobernadores pidiéndoles tomar las medidas necesarias para la prestación eficiente y oportuna de los servicios asistenciales”. Y sobre el régimen prestacional: “Estoy de acuerdo en que se elabore un proyecto de ley, (…) el cual deberá ser presentado a la consideración del Congreso en su próximo periodo de sesiones”. Y sobre el retroactivo salarial: “El pago, se hará, en todo caso, antes de las vacaciones a mediados de año”. ¡Tales son las ridículas ofertas que se presentan a la base como grandes conquistas!
Denunciar el engaño consumado por los directivos y agitar las banderas de la independencia y la unidad revolucionaria del movimiento sindical, he aquí los imperativos del momento. Miles de maestros se han pronunciado en todo el país para exigir que el próximo congreso nacional de Fecode eche por tierra al oportunismo. El MOIR apoya con decisión tan justo reclamo.