Con profunda emoción he escuchado el manifiesto que se acaba de leer, en el cual un sector de la izquierda colombiana propone mi nombre como precandidata a la presidencia de la República y como bandera de protesta, oposición y cambio. Como simple soldado que soy de los sectores marginados y oprimidos, de los que no tienen voz, ni poder, ni dinero, acepto esta postulación con todos sus derechos y todas sus responsabilidades; no tengo aspiraciones personales y sé que esta campaña no va a traerme honores diferentes de ser el vocero de un pueblo perseguido que se debate entre el caos, la represión y la ignominia (…).
Pero la historia y el cambio no se hacen sin lucha, y yo he sido una luchadora de toda una vida, que no retrocede ante los fracasos, y las derrotas solo me dan nuevos ánimos para continuar la pelea en la cual el pueblo colombiano está comprometido para su independencia total.
Mi nombre no es más que una propuesta a todas las fuerzas revolucionarias y patrióticas de la izquierda colombiana para que se ponga en discusión, junto a otros, para tratar de lograr una unidad, pero una unidad que piense en Colombia (…) No se puede hacer una revolución con la bandera de cambiar un amo por otro y en detrimento de la soberanía nacional.
Si así lo entienden otros sectores, bienvenidos, pero si sólo quieren usar el nombre de la revolución para vender la idiosincrasia y el territorio colombiano a otra potencia, me permito manifestarles que estaremos alerta y no permitiremos que se sacrifiquen los cóndores colombianos en beneficio de una lucha que no es la nuestra, y donde la voracidad por el poder y el dinero han llevado a esos imperialismos al camino de la autodestrucción (…).
Quiero darles las gracias por esta deferencia a compañeros de lucha como Jaime Piedrahíta Cardona, gran capitán de Anapo Revolucionaria, quien ha sufrido en carne propia toda la sevicia de quienes quieren mantener el país como un privilegio de las minorías.
Pueden estar seguros de que al aceptar lo hago como soldado, y como soldado estaré al frente de ustedes con todas sus consecuencias hasta el final, o hasta que ustedes mismos me liberen de la responsabilidad.
Aprovecho la ocasión para tenderles la mano a todos los colombianos y a otros sectores de la izquierda que quieran un cambio, pero un cambio revolucionario con mano fuerte.
Buscamos la unidad de todas las fuerzas de la izquierda del país, y mi nombre podría ceder el paso a otro en cualquier momento, en busca de esa aglutinación. Pero quiero aclarar, que mi posición será firme hasta el final, si quienes no quieren la unidad interponen otros intereses a los nacionales.
El llevar sobre mis hombros la responsabilidad de la pre-candidatura de la izquierda colombiana a la presidencia de la República es un honor que cuesta, y que lo haré respetar por todo el territorio nacional, pues no es mi voz la que hablará, sino la voz de ustedes, de los que gritan cambio, y piden justicia pero con la bandera colombiana en las manos.