Tras 120 días de conflictivas negociaciones y aprobada la huelga, la Empresa Colombiana de Petróleos y la Unión Sindical Obrera firmaron el 5 de mayo nueva convención colectiva, que aumentó los salarios en un 28 y 29 por ciento para dos años de vigencia, estableció el subsidio de arriendo por 2.600 y 2.800 pesos mensuales, subió el monto del Fondo de Vivienda de 40 a 160 millones, incrementó en un 5 por ciento la prima vacacional de los soldadores y amplió los auxilios educativos.
La destitución de ocho activistas y el despido inminente de otros doscientos, a más de las sanciones que comenzaban a recaer sobre un total de 900 trabajadores, constituyeron los mayores obstáculos para el acuerdo laboral. El presidente de Ecopetrol llegó a manifestar el 30 de abril que no se admitiría injerencia alguna del sindicato en tales asuntos. Al final de la contienda, sin embargo, se ve forzado a conceder la reducción de las sanciones y a decretar la amnistía para los compañeros citados a descargos. Sobre los ocho despedidos, Ecopetrol manifestó que los procesos judiciales para el mantenimiento de los fueros se llevarían adelante, mientras que el sindicato dejó constancia de que proseguirá en la pelea por obtener el reintegro.
Las conquistas son significativas vistas en su conjunto, por cuanto lograron, dado el clima de represión oficial y el auge oportunista, unas condiciones no tan propicias. Como experiencia del conflicto cabe además destacar que solo mediante la presión de las bases fue posible vencer el tribunal de arbitramento. Y quedó más en claro aún que las extemporáneas acciones terroristas, lejos de resolver los problemas tácticos de los obreros, acarrearon innecesarias complicaciones.
El anzuelo de la provocación
Con sus frecuentes descargas al aire, hechas siempre que los trabajadores se congregaban a corear proclamas, el ejército estuvo a punto de precipitar la huelga general. Así ocurrió, por ejemplo, el 27 de enero, cuando los 2.800 operarios de la refinería realizaron un paro de doce horas en protesta contra la tropa, el cual se extendió por otras dependencias de Ecopetrol y se levantó bajo la promesa patronal de que no habría represalias. Pero fue declarado ilegal por el gobierno, con el objeto de que la empresa pudiera sancionar a centenares de activistas.
El presidente de Ecopetrol hizo en la prensa cotidiana alharaca sobre las supuestas pérdidas millonarias debidas a los sabotajes, para poder patrocinar los continuos desmanes de la fuerza pública. La USO, al responder a tales acusaciones, rechazó tanto los actos terroristas como las agresiones oficiales, aclarando que mantenía su invariable política de propulsar la lucha de masas mediante mítines, agitación y manifestaciones públicas, sin excluir la huelga. Y efectivamente, esta se decidió el 23 de abril, ante el anuncio de la convocatoria del tribunal hecho por la ministra del Trabajo. Pero la representación obrera continuó presionando el diálogo, lo que dio como resultado el posterior acuerdo convencional.
La USO se declaró recientemente en estado de alerta, ya que la empresa ha comenzado a desconocer los puntos pactados. Preciso es denunciar el permanente macartismo del Partido Comunista contra los directivos y activistas del MOIR en la USO. Apelando al pasquín sin firma, a la calumnia sorda y al más obtuso gremialismo, los mamertos pretendieron privar al combativo proletariado petrolero del plan cotidiano de la política y las ideas revolucionarias.
Vale también la pena señalar aquí, para finalizar, los vaivenes del Partido Comunista y su proclividad hacia las momias del Consejo Nacional Sindical. Cuando la comisión negociadora de la USO estuvo presa en Bogota, el 20 de marzo, la mamertería llegó a insinuar, dando la espalda a los detenidos, que se siguiera el diálogo con los representantes de la empresa. Y una vez liberada aquella salieron a graznar, haciendo de redentores, que la excarcelación se había conseguido gracias a los buenos oficios de Tulio Cuevas con el ministro de Gobierno. Como lo ha sostenido el MOIR, la clase obrera colombiana tiene mucho que aprender, por ejemplo negativo, de estos mamertos del oportunismo.