PUGNA POR LA SUPREMACÍA MILITAR EN EUROPA

Los dos poderosos del mundo cuentan con sus respectivos bloques militares en Europa, objetivo supremo de los expansionistas rusos. Por un lado está el Pacto de Varsovia, compuesto por la Unión Soviética, Polonia, Alemania Oriental, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria y Rumania; por el otro, está la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), integrada por Estados Unidos, Canadá, Islandia, Gran Bretaña, Noruega, Portugal, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Luxemburgo, Alemania Occidental, Italia, Grecia y Turquía. Debido a la enorme importancia económica y política del Viejo Continente y dada la estrategia socialimperialista de cercarlo y preparar el bloqueo a sus principales rutas y fuentes de abastecimiento, en los últimos meses se ha puesto sobre el tapete el problema de la correlación de fuerzas entre las dos alianzas militares.

De las tropas del Pacto de Varsovia, un poco más de medio millón de soldados son rusos, distribuidos así: 20divisiones en Alemania Oriental, 5 en Checoslovaquia, 4 en Hungría y 2 en Polonia. Otra parte de los efectivos soviéticos, más de 2.7 millones, están estacionados en la Rusia europea. En total, la URSS ha destinado para el frente europeo 3.2 millones de hombres de todas las armas, tres cuartas partes de su ejército regular, apoyados por 31.000 tanques. Y en el frente asiático tienen 1.2 millones de soldados. Además, Moscú ha desplegado parte de su armada para envolver con sus operaciones navales toda Europa. Se trata de las flotas del Norte, del Báltico, del Mediterráneo y del Mar Negro; en total, 420 buques pesados de guerra y submarinos. O sea, al margen de las fuerzas del Pacto propiamente dicho, hay que sumar las que la URSS conserva en su propio territorio pero que en cualquier momento puede trasladar fácilmente hacia Occidente.

Empero, el peligro más grave que pesa sobre la OTAN y sus amigos (Francia y España) es el de los 120 mísiles rusos de alcance intermedio SS-20 y los 90 bombarderos estratégicos supersónicos “Backfire”, emplazados por la URSS apuntando hacia el Oeste. Dichos mísiles – móviles, con tras ojivas nucleares y con un alcance entre 4.500 y 5.000 kilómetros – pueden dar en cualquier blanco de Europa. Lo mismo ocurre con el “Backfire”, cuyo radio de acción sobrepasa los 5.000 kilómetros. La OTAN no dispone sino de mísiles de corto alcance que no llegan a los 200 kilómetros.

El 12 de diciembre último, los ministros de Relaciones Exteriores y Defensa de la OTAN decidieron emplazar, a partir de 1983, 108 mísiles Pershing II y 464 mísiles crucero. Los primeros tienen un alcance de 1.800 kilómetros y una ojiva nuclear; los segundos llegan a los 2.400 kilómetros.

La reacción de Brezhnev y los suyos no se hizo esperar. Prometieron no colocar más SS-20 ni bombarderos estratégicos a cambio de que Europa Occidental no instalara las nuevas armas. Es decir, el Kremlin seguiría disfrutando de la supremacía nuclear y, por tanto, de la capacidad de chantaje y de presión sobre las naciones de la OTAN. Sin embargo, la vulgar maniobra de los nuevos zares no surtió efecto alguno. Europa, a pesar de las vacilaciones de algunos gobiernos, últimamente se ha mostrado dispuesta a mejorar su defensa para que no ocurra lo mismo que en los años 30, cuando en un comienzo concilió con la amenaza fascista y con ello alentó a Hitler en sus planes de conquista del Continente. Más la superioridad soviética será, lo mismo que con relación a los Estados Unidos, un serio peligro para la paz mundial durante varios años. Sólo un frente universal contra el hegemonismo soviético podrá refrenar los ímpetus imperialistas de la camarilla del Kremlin, o si la guerra estalla, infligirle una derrota contundente.