Una multitudinaria asamblea que el 27 de enero congregó a siete mil trabajadores, aprobó por mayoría abrumadora el cese de actividades en la Compañía Colombiana de Tejidos, “Coltejer”, la textilera más importante del país, controlada por el monopolio Ardila Lulle. La decisión de huelga fue ratificada una semana más tarde por 106 delegatarios del sindicato de base, contra sólo dos votos en favor del arbitramento, y puesta en práctica el viernes 15 de febrero a las dos de la tarde, cuando más de 10.200 hombres conformaron poderosas barreras frente a las factorías de la empresa en Itagüí, Medellín y Envigado. Hace unos pocos meses dos subsidiarias de Coltejer – Polímeros y Furesa- fueron también paralizadas por los trabajadores.
Las conversaciones en la etapa de arreglo directo habían comenzado el 19 de noviembre y terminaron el 25 de enero, al romperse la conciliación. En el curso de estos 75 días, Coltejer sólo aceptó cinco o seis puntos secundarios, loa relativos a las becas y a primas de aguinaldo, nacimiento, aborto y muerte.
El 7 de febrero, mientras discurría la prehuelga, el Ministerio del Trabajo citó a la capital del país a los negociadores. El acceder al diálogo con los voceros de la compañía, el comité de huelga, integrado por César Ortiz, Gabriel Sánchez y Manuel Mejía, Jesús Carmona y Fernando Rodríguez, dejó expresa constancia de que viajaba a Bogotá “siempre y cuando hubiera ofertas concretas”. Estos contactos fracasaron el 15 de febrero y los negociadores del sindicato regresaron a Medellín, donde esa misma tarde se decidió anunciar la hora cero, acatada al instante por los trabajadores de todas las instalaciones de la empresa: Sedeco, Doña María, Coltehilos y Planta de Acabados, en Itagüí, Coltefábrica, en Medellín y Rosellón en Envigado.
Es esta la tercera huelga en la historia de Coltejer. En 1962 los obreros de Rosellón efectuaron un primer paro de trece días y en 1967 los de Sedeco lograron resistir siete semanas.