MOSQUERA: «SU VISITA ES UNA AYUDA GRANDE PARA NOSOTROS», ZAMANI: «NUNCA OLVIDAREMOS LA SOLIDARIDAD DE COLOMBIA»

Después de recorrer en avión más de 16 mil kilómetros desde su lejana patria de Afganistán hasta arribar a Colombia, por primera vez se entrevistaron delegados revolucionarios de aquella nación asiática con dirigentes del MOIR. Desde el otro lado del mundo, con sus rostros afilados y cenicientos, vestidos con sus túnicas de preciosos tejidos, acompañados de sus milenarias costumbres que les impiden beber cualquier licor, llegaron a Bogotá Abdul Gayum, presidente del Frente Unido Nacional de Afganistán, Hachem Zamani, parlamentario, poeta y miembro del Comité Ejecutivo del mismo frente, y el investigador Y diplomático Calid Lamarti Durán.

Por el Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario asistieron a la reunión su Secretario General, Francisco Mosquera, y los demás miembros del Comité Ejecutivo, Enrique Daza, Carlos Valverde, Héctor Valencia, Marcelo Torres, Oscar Parra y Carlos Naranjo.

Francisco Mosquera agradeció, en primer lugar, a los líderes afganos el que hubieran aceptado la invitación que les hizo el MOIR para que visitaran a Colombia. «Ustedes van a efectuar una gran labor -les dijo el jefe de nuestro Partido-. Sembrarán una semilla y propagarán las noticias sobre toda la gesta heroica que durante cinco años ha llevado a cabo su pueblo en contra de la invasión soviética. Para nosotros esto es supremamente importante ya que desde hace largos años estamos librando una batalla contra la influencia de los agentes prosoviéticos en Colombia. Sin embargo, como en América Latina aún no existe una presencia directa de una agresión soviética, de la magnitud de la que ustedes resisten en su país, la amenaza de la URSS se ve como algo lejano. Empero nosotros sabemos que ello no es así. De todas maneras aquí contamos con un puntal nada despreciable del Kremlin en el continente, que es Cuba. El régimen de la Isla se ha prestado para cumplir las tareas de establecer cabezas de playa del socialimperialismo en muchas regiones del mundo, principalmente en Angola, en Etiopía y en otros países de África. Nosotros creemos que con la invasión a Angola la Unión Soviética dio por primera vez un zarpazo violento para tomarse un país. Años atrás Moscú había intrigado a nivel diplomático y trató de entrometerse en los asuntos políticos de muchas naciones, pero a partir de lo sucedido en Angola ya lo hace recurriendo también a las decisiones militares. El MOIR le dio vital importancia a este suceso ya que conjeturamos que no se trataba apenas de la toma de una pequeña república sino de la iniciación de la arremetida militar y estratégica hacia un nuevo reparto del mundo por parte de la URSS. Posteriormente los acontecimientos de Indochina nos comprobaron que este análisis era cierto. Allí Moscú actuó a través de sus intermediarios vietnamitas, llevando a cabo una ocupación en extremo sanguinaria y violenta contra el pueblo de Kampuchea. Sin embargo, lo que viene a corroborar la catadura socialimperialista de la URSS y su afán por apoderarse del mundo es la invasión a Afganistán. Esta agresión reviste una característica especial, y es la de que se trata de la primera toma de un país por parte de los soviéticos con sus propias tropas y no por medio de ejércitos títeres. Sabemos además que Afganistán es apenas una de las tantas víctimas sobre las cuales el Kremlin tiene puestos sus ojos. Pero nos llena de orgullo y de emoción revolucionarios el saber de la lucha tan valerosa que ustedes adelantan en medio de una situación difícil. Cuando recibimos noticias de que la resistencia afgana le ha propinado un golpe a los invasores soviéticos, lo que sucede a menudo, se nos Llena de alegría el corazón».

«Creo que el pueblo afgano -prosiguió Mosquera-, con su valor y su resistencia de ya cinco años, ha puesto en aprietos a esta superpotencia. Estamos convencidos de que obtendrá la victoria. En el campo internacional ustedes de, cierta manera han obtenido un enorme éxito ya que los soviéticos están bastante acorralados con motivo del asunto afgano. Todas las fuerzas amantes de la paz, de la democracia y de la libertad apoyan incondicionalmente al pueblo afgano. Y por eso para nosotros es inmensamente placentera, además de convertirse en una ayuda grande, la visita que nos hacen. Con la labor que han adelantado en estos breves días de su permanencia en Colombia nos van a ayudar a esclarecer este problema de vital importancia. Nuestro país gira en la órbita de los Estados Unidos y nuestra plena autodeterminación nacional tenemos que arrancársela a la superpotencia de Occidente. Así respaldamos la batalla de todos los patriotas latinoamericanos, en concreto de los de Centroamérica en su lucha contra los Estados Unidos. Pero advertimos que ese combate no se puede convertir en una franquicia para la intromisión de la Unión Soviética en nuestro continente y en nuestros asuntos internos».

«Finalmente quiero decirles -expresó Mosquera- que por parte de nuestro Partido, y en la medida de nuestras capacidades y de nuestras fuerzas, tienen toda la solidaridad en la causa que libran en defensa de su patria. Como decimos aquí, también nosotros queremos poner nuestro granito de arena en la lucha que los pueblos del mundo tienen que adelantar contra la superpotencia del Oriente. Nosotros pensamos que hay que integrar un gran frente único, en el que participen incluso Europa y las demás fuerzas del mundo, sin excluir a Norteamérica, ya que el imperialismo que está en ascenso es la Unión Soviética. Estados Unidos afronta graves problemas en todo el orbe. Se debate en grandes dificultades hasta en su propio patio trasero, en Centroamérica. A pesar de que Reagan ha frenado un poco el avance del expansionismo soviético la verdad es que sus dificultades son mucho mayores que sus posibilidades. Por estas razones no vemos como descabellada la consigna de constituir un gran frente único mundial contra la URSS. Y la Unión Soviética indudablemente perderá a la larga la batalla porque todos los que han soñado con dominar el mundo han perecido siempre, como Hitler».

Habla Abdul Gayum
Al responder al saludo del camarada Mosquera, Abdul Gayum manifestó, en nombre del Frente Unido Nacional de Afganistán, su gratitud por la invitación del MOIR. «Estamos seguros que las grandes manifestaciones de solidaridad que hemos visto en estos días a favor de la causa afgana son fruto del trabajo de ustedes», dijo Gayum. Luego comenzó a relatar cómo desde hace más o menos un cuarto de siglo Afganistán es víctima de la agresión soviética, inicialmente en los terrenos político, económico y cultural y luego a través de golpes de Estado como el de 1973. «Tan pronto como la URSS cambió de color empezó a colaborar con la reacción en muchos países. El caso de Afganistán es un ejemplo de ello -afirmó Gayum-. Hay que recordar la hostilidad manifiesta del Kremlin hacia la revolución vietnamita y la lucha palestina en sus inicios. Los revolucionarios afganos desde un comienzo nos dimos cuenta de que la Unión Soviética tenía el propósito de llevar a cabo una política expansionista. El golpe de Estado de 1973 fue el primer paso encaminado a establecer el control socialimperialista en nuestro país. Camuflados con el nombre de consejeros estaban infiltrados en todas partes agentes de la KGR. Luego vino el golpe de 1978, propinado por la burguesía compradora, la cual actuaba como agente directo de la URSS. Por carecer de base social y de respaldo tuvo entonces que implantar una dictadura fascista. Sus reformas políticas sólo tenían el objetivo de preparar la entrega de la economía afgana a sus amos de Moscú: Miles de trabajadores, obreros, campesinos, comerciantes e intelectuales fueron asesinados. La resistencia surgió entonces entre los sectores contrarios a la intromisión soviética, todos con distintos objetivos y metas políticos.

«De otro lado existen las fuerzas nacionalistas y democráticas interesadas no sólo en la independencia de Afganistán sino en crear una nueva sociedad democrática -continuó diciendo Gayum-. Estas fuerzas enfrentan grandes dificultades. Una de ellas consiste en que el atraso de un país como Afganistán entorpece el hacer conciencia entre las masas sobre el carácter de la URSS. Esta y sus lacayos quieren hacer creer que en nuestra patria se libra una guerra entre las reformas sociales y la cultura tradicional. Otro problema que encaran las fuerzas nacionaldemócratas radica en que no están unificadas sino divididas en una serie de grupos. La situación regional, especialmente la que viven Pakistán e Irán, conspira contra la unidad de aquellas fuerzas. Sin embargo, a pesar de estos escollos los hechos muestran cómo cada vez más el pueblo afgano acata los planteamientos de los sectores democráticos».

El compañero Gayum resaltó también la importancia de la solidaridad internacional, que reviste motivos e intereses diferentes. “Los Estados Unidos, por ejemplo, se oponen a la agresión soviética en Afganistán porque quieren ocupar el lugar que hoy ocupa la potencia del Oriente -explicó el rebelde afgano-. Los países europeos y muchos de los gobiernos árabes desean penetrar o conseguir influencia dentro de la resistencia afgana. Naciones vecinas como Irán y Pakistán rechazan la agresión soviética porque también temen ser invadidos. Pero la verdad es que todos los pueblos se han manifestado en contra de la ocupación de la URSS, así como han condenado siempre los atropellos de las superpotencias. También existen en el mundo fuerzas revolucionarias que tienen claro el carácter y la naturaleza de la Unión Soviética y los peligros que entraña el expansionismo ruso. Y aun cuando cada fuerza abriga motivaciones disímiles, objetivamente todas ellas están en contra del socialimperialismo. Por ello la tarea de nuestro frente estriba en realizar contacto con estas fuerzas, buscar los puntos comunes y cooperar conjuntamente, ya sea de manera temporal o a más largo plazo”.

«Corno revolucionarios sabemos que nos compete una tarea particular, la de mostrarle al mundo entero la verdadera catadura de la Unión Soviética- -continuó pormenorizando Gayum-. La tragedia de Afganistán debe servir de lección a los pueblos para aprender de qué manera la URSS se inmiscuye en los países y los domina. La lucha contra el imperialismo norteamericano cuenta ya con una tradición dentro de las fuerzas revolucionarias. En cambio la pelea contra el socialimperialismo es bastante reciente y requiere de un trabajo de esclarecimiento que aleccione a las gentes en los peligros del imperialismo. Consideramos que nuestra responsabilidad en esta tarea se ha vuelto muy grande en este momento ya que somos víctimas directas de la tropelía rusa. Nuestro viaje a América Latina constituye una página muy valiosa en nuestra lucha contra la agresión de la URSS. Este abre una nueva dimensión en nuestro batallar contra el expansionismo del Kremlin. Por eso queremos agradecer a los amigos del MOIR, quienes contribuyeron a crear las facilidades para llevar a cabo esta misión. Hemos apreciado en ustedes una conducta realmente internacionalista. Hemos aprendido de su trabajo y de su estilo de trabajo. Estamos seguros que cualquier progreso en su lucha en Colombia se reflejará en nuestra propia brega en Afganistán. Confiamos en que nuestros esfuerzos allá en Afganistán sirvan también en algo para el logro de sus metas aquí en Colombia. Para Hachem Zamani y para mí ha sido muy grato poder estar en este instante en contacto con tantos amigos revolucionarios».

Palabras de un poeta

Enseguida el poeta y dirigente del frente afgano, Hachem Zamani, comentó que nunca olvidaría el apoyo del MOIR. Luego añadió: “Ahora estamos presenciando en nuestro país cómo la intervención rusa ha terminado en un baño de sangre, a pesar de que nunca leímos en los libros de Marx que había que exterminar a los obreros y campesinos de una nación débil. Pero a este genocidio han conducido los engaños del socialimperialismo”

«A nosotros se nos ha preguntado aquí varias veces -continuó Zamani- cuál es nuestra impresión de Colombia y cómo nos sentimos entre ustedes. Pues bien, quiero contarles algo: el pueblo afgano sabe distinguir muy bien entre sus amigos y sus enemigos. Y así como somos unos adversarios feroces de nuestros enemigos, así mismo nos distinguimos por ser muy calurosos con nuestros amigos. Vivimos una época de internacionalismo y la solidaridad nos alegra mucho. Nunca la olvidaremos. Atravesamos por una situación difícil y necesitamos mucho de su ayuda. Y grabaré en mí los sentimientos de afecto y apoyo de los colombianos para transmitírselos a mi gente».

La impotencia soviética

Luego de las cálidas palabras de Zamani, la dirección del MOIR y reporteros de TRIBUNA ROJA iniciaron un cordial diálogo con la delegación afgana. A la primera pregunta sobre la situación militar en Afganistán, Abdul Gayum respondió que en la actualidad se presenta muy mala para los rusos. «Ellos sólo poseen cuarteles en algunas ciudades. Lanzan su ofensiva contra la resistencia y la población civil recurriendo casi que exclusivamente a la fuerza aérea. Sus tanques y su artillería sólo llegan a las zonas liberadas luego de que los aviones han realizado sus bombardeos. Han tratado de consolidarse en algunos puntos claves pero la resistencia siempre los obliga a retirarse a sus cuarteles. Y ésta crece en la medida en que es más feroz la acción contra los vecinos. Hoy los soviéticos mantienen en Afganistán unos 120.000 soldados. Sus mayores ofensivas se producen en la estación invernal, cuando ellos consideran que la resistencia se torna más vulnerable. Sus acciones durante la primavera revisten en cambio un carácter más preventivo. Sin embargo, a lo largo de la guerra los soviéticos nunca han podido consolidar una posición estratégica. Asimismo han fracasado en sus intentos por «afganizar» el conflicto.

«La resistencia también ha afrontado dificultades. Pero gracias a la experiencia de seis años de batallas, sus fuerzas están ahora mejor entrenadas y poseen además armamentos más avanzados, la mayoría provenientes de las filas del ejército soviético. No obstante la resistencia aún carece de un mando político y militar único que pueda dirigir todas las operaciones de los rebeldes. Se trata en realidad de un problema político antes que militar. Por tal razón hasta hoy las fuerzas de la resistencia se encuentran fragmentadas regionalmente. En cada provincia hay varios comandantes y cada uno de ellos se ingenia su propia manera de conducir la guerra. En algunas oportunidades cooperan entre si pero en otras no. Incluso algunas unidades insurgentes están obstaculizadas por otras hasta el punto de que cuando necesitan retirarse no lo pueden hacer libremente. A pesar de todo lo anterior las bajas en nuestras filas han disminuido. Las víctimas dentro de la población civil son en cambio muy altas. Precisamente la política de la Unión Soviética trata de romperle el espinazo a la resistencia aniquilando al pueblo. O busca enrolarlo a la brava en el ejército títere. Llegaron, por ejemplo, a decretar el reclutamiento forzoso para los afganos entre los 16 y los 40 años de edad. Otra táctica fue la de crear una especie de milicia y unos llamados grupos de defensa de la revolución. Sin embargo, en la actualidad las fuerzas armadas afganas no cuentan con 30 mil efectivos. Antes del golpe de 1978 el ejército sumaba más de 100.000 unidades. Las permanentes deserciones de soldados y oficiales lo han reducido. Incluso los que quedan son enemigos potenciales de los rusos. De la misma manera han fracasado la milicia y los grupos de defensa. Cabe señalar que aun dentro del actual régimen existen muchos funcionarios que están contra los soviéticos. Hasta en la policía secreta, controlada por los ocupacionistas, hay quienes colaboran con la resistencia. En el futuro los soviéticos van a hallarse en una situación tan comprometida que necesitarán trasladar más tropas a Afganistán. Desde Chernenko se ha agudizado la opción militarista de la URSS en nuestra patria. Quizás, siendo muy optimistas, ellos podrían introducir en Afganistán un millón de soldados. Pero nosotros contamos con cinco millones de personas capaces de manejar armas. Así que la lucha por la liberación adquirirá cada vez mayor importancia. Por eso el Frente Unido Nacional se ha, concentrado en la consolidación de una guerra popular prolongada», declaró Gayum.

Atrocidades a lo Hitler

Al averiguársele por los crímenes cometidos por los soviéticos contra las masas afganas, dijo Gayum: “Son de tal magnitud que sólo se les podría comparar con los consumados por los nazis durante la segunda guerra mundial. Aún más espantosos que los perpetrados por los norteamericanos en Viet Nam. Vengan de los americanos o los rusos de todas maneras son crímenes, pero los de los soviéticos rememoran los de Hitler. Cerca a la frontera con Irán, en la provincia de Heradt, en marzo de 1979, se llevó a cabo un levantamiento popular. Los soviéticos ordenaron entonces a sus pilotos que masacraran a la población. Más de 30 mil personas perecieron bajo las bombas. Hay que tener en cuenta que esto lo hicieron antes de la invasión oficial de las tropas rusas. Este crimen permanece aún en la oscuridad. Posteriormente, a los tres meses, un nuevo levantamiento sacudió a otra provincia. Alrededor de 7 mil personas fueron arrestadas y jamás se les volvió a ver. Las matanzas colectivas son comunes en las aldeas. Los refugiados suman, millares de millares. En la provincia de Kerala se produjo una carnicería tan salvaje como la de My Lai en Viet Nam. Zamani, quien es originario de aquel lugar, dedicó algunos de sus poemas a la tragedia. En febrero de 1979 una demostración estudiantil en Kabul fue reprimida y más de 3 mil jóvenes encarcelados. Hasta ahora se ha podido compro bar que de todos ellos sobreviven 44”

«Las atrocidades de los soviéticos son como granos de arena, que no se pueden contar», exclamó enseguida Hachem Zamani.

«En repetidas oportunidades los invasores han lanzado ataques con armas químicas -prosiguió Gayum-. Muchas personas han resultado con serias lesiones en la piel y desórdenes nerviosos. Aun en algunas; zonas animales salvajes y domésticos han muerto bajo los efectos de estas armas».

Participación de la mujer

«La vinculación de las mujeres a la lucha de la resistencia emula con la de los hombres -contó Gayum-. Hemos enfatizado que sin ellas el movimiento guerrillero no podría vivir ni un día. Su labor varía según se encuentren en las ciudades o en el campo. En las urbes llevan a cabo trabajo político y ayudan a transportar armas y documentos. Muchas camuflan y esconden a los rebeldes en sus hogares, lo que reviste una particular importancia ya que a las afganas les está prohibido, por tradición, vivir con extraños que no sean sus familiares o su marido. En el frente de batalla ellas juegan un rol vital para resolver el problema del apoyo logístico, de sostenimiento de las tropas y también de vigilancia nocturna».

Los tropiezos de la unidad

Al plantearse las posibilidades de la cohesión de las distintas fuerzas que combaten contra la URSS, Abdul Gayum opinó que este «construye un problema muy complicado debido a que Afganistán comprende una sociedad heterogénea con diversas religiones, lenguas, grupos étnicos, inclusive diversos grados de desarrollo económico. Hasta la geografía es escarpada y cambiante. Además, en esta guerra las distintas clases participan con diferentes motivos y metas, así como en el campo internacional diversos países o grupos de países apoyan la lucha de Afganistán con variados intereses. Sin olvidar que en los últimos tiempos los soviéticos se esfuerzan por penetrar la resistencia, lo cual también dificulta la unificación.

Quisiéramos que la asociación de los luchadores afganos se diera lo más pronto posible, mejor hoy que mañana. Siempre hemos enraizado que sin unidad no alcanzaremos la victoria. Pero al mismo tiempo debemos ser realistas y sopesar las condiciones propias del país. La unificación está estrechamente vinculada con el problema del liderazgo, con el debate sobre cuál debe ser la línea política que conduzca a Afganistán. Si no concebimos el asunto de aliarnos en estos términos jamás podremos aglutinar a nuestro pueblo. Pensamos que deben darse dos pasos fundamentales en este sentido, uno pequeño y uno grande. El primero, el acercamiento entre las fuerzas revolucionarias, las nacionaldemócratas, las personalidades y los patriotas independientes. El núcleo de esta pequeña unificación deben ser las fuerzas revolucionarias. A su vez este núcleo tiene que servir de instrumento para que los otros grandes partidos acepten una política de frente unido. ‘Este constituiría el segundo gran paso y para obtener tan histórica conquista habremos de movilizar y encauzar al pueblo en una línea auténticamente nacional».