“La quiebra de los Ferrocarriles Nacionales no se origina en los salarios ni en las conquistas convencionales, sino casi exclusivamente en las imposiciones del Banco Mundial lesivas a la soberanía de Colombia», denunció Libardo Fernández, dirigente de Sínatrafer-División Centrales y vocero de los sectores independientes en el seno de la organización. «En el combate por el pliego de peticiones, actualmente en trámite, los trabajadores ferroviarios debemos también enarbolar la bandera antiimperialista -agregó Fernández-, porque tal vez no haya otra empresa del Estado en que se palpen con tanta claridad la injerencia altanera del BIRF y las nefastas consecuencias de su política antinacional”.
Según lo demostró el Tercer Foro sobre la crisis de los Ferrocarriles, celebrado en Armenia por Sinatrafer, en junio de 1984, la red férrea ha sido reducida por obra y gracia del BIRF a unos cuantos «corredores de línea», en beneficio del transporte automotor, de monopolios norteamericanos como la General Motors y de unos cuantos importadores de tractomulas y buses, atrincherados en las sucesivas administraciones de la empresa estatal.
Desde 1950, cuando el Banco Mundial encomendó a la Misión Currie -llamada así por Lauchlin Currie, quien la presidió- la redacción de un plan de largo alcance sobre el futuro del transporte por carrilera, las «recomendaciones técnicas» se han cifrado en el cierre de vías y en la eliminación de tramos vitales para el progreso del país. Tal orientación se repitió en 1968, con el arribo de los «expertos» enviados por la Universidad de Harvard; en 1969, con el informe de la entidad consultora Sofrerail; en la política adoptada por el Conpes durante la administración López Michelsen; y en 1980, con motivo de la tramitación de un séptimo préstamo ante la agencia financiera del imperialismo.
Pero, además, el Banco Mundial condicionó la entrega de sus créditos a la adquisición por parte de Colombia, entre 1967 y 1977, de 88 locomotoras diesel a la firma Babcok & Wilcox, subsidiaria española de la General Electric, de las cuales por lo menos 70 debieron ser después abandonadas en los talleres por falta de repuestos. El Banco se ha rehusado, asimismo, a la electrificación de las vías y a la implantación de la trocha ancha.
La congelación de los salarios y las prestaciones, más la destitución masiva de operarios, ha sido otra de las muchas exigencias del Banco Mundial.
«La suerte del pliego y el futuro de los ferrocarriles están estrechamente ligados al combate nacionalista contra el Banco Mundial y el régimen vendepatria de Belisario Betancur -concluyó Libardo Fernández-. Esta tarea de esclarecimiento entre las bases de Sinatrafer requiere, sin duda, un ambiente interno que favorezca la democracia sindical».