Nacido el 31 de enero de 1955 en Cisneros (Antioquia), Luis Ángel Acevedo Lopera fue asesinado en Puerto Berrío el 14 de Mayo de 1982, cuando apenas había cumplido 27 años. Su corta existencia, sin embargo, la vivió con una intensidad poco común. Siendo aún muy joven se distinguió como dirigente estudiantil, colaborador de huelgas obreras, activista en numerosas protestas campesinas, organizador de paros cívicos, concejal del MOIR en Puerto Berrío desde 1980 y, por encima de todo, como alegre, ruidoso, valeroso, y cabal militante del partido.
El séptimo de doce hijos de una familia de pequeños comerciantes que en 1957 decidió trasladarse a Puerto Berrío en busca de mejores horizontes, Luis Ángel desarrollo desde niño una serie de cualidades que lo acompañarían hasta la hora de su muerte: hacia fácilmente amigos entre la gente del pueblo, no le daba ninguna importancia al dinero y compartía todo lo suyo con sus compañeros más pobres. Cuando término sus estudios de primaria sus padres lo enviaron a un internado en Támesis, al sur occidente de Medellín, y al cabo de unos cuantos años lo matricularon en un instituto de enseñanza en Carmen de Viboral. En esta última población, no obstante, tampoco duraría mucho tiempo, y a principios de los años setentas acogió una propuesta de su familia y se fue a estudiar a Armero (Tolima), donde estableció sus primeros vínculos con el movimiento estudiantil de aquella época. Muy pronto se destacó por su energía, inteligencia, entusiasmo y capacidad de trabajo. Poco después se integró a la Juventud Patriótica, al organización juvenil del MOR, desde sus filas libró importantes luchas en contra de la “reforma educativa” que trataron de implantar los gobiernos de Pastrana y López Michelsen. Terminó por ser expulsado del colegio en 1975, como sucedió con muchos de sus condiscípulos, pero para entonces ya había tomado la determinación de dedicarse de lleno a la política revolucionaria.
Luego de mudarse a Ibagué fue encargado de coordinar el trabajo de la Juventud Patriótica en el departamento, y posteriormente, a raíz de una larga y victoriosa huelga de los recolectores de algodón del norte del Tolima, en la que participó de manera decisiva, resolvió consagrarse a la organización de ligas campesinas en la zona cafetera del municipio de Palocabildo. Al poco tiempo de estar allí fue detenido por las autoridades, que lo acusaron de imprimir y distribuir hojas volantes en defensa de una invasión de agricultores sin tierra.
Luis Ángel Acevedo volvió a Puerto Berrío en 1976, recién cumplidos los 21 años de edad, y fue aquí, en medio de la gente sencilla con la que había trabado amistad desde pequeño, donde llegó a convertirse en un auténtico dirigente popular. En junio de 1977 intervino activamente en una protesta pública contra las alzas de las tarifas de los servicios públicos, que paralizó a todo el municipio, y el 14 de septiembre de ese mismo año, durante las jornadas del Paro Cívico Nacional, estuvo al frente de las movilizaciones de masas que se levantaron en los barrios pobres del puerto. Participo con su habitual dinamismo en la campaña electoral de 1978, y en los comicios de 1980 ingresó por primera vez al concejo, como candidato del MOIR en las listas del Frente por la Unidad del Pueblo.
Su actividad en el cabildo la desempeño con el mismo entusiasmo con que realizaba todas las actividades del partido. Estableció contactos para la conformación del Comité Cívico de la Salud y fue promotor infatigable del programa de Medicina y cirugía Ambulatoria, que llevó a las veredas y al mismo casco urbano de Puerto Berrío más de nueve mil consultas, cerca de setecientas operaciones quirúrgicas y millares de drogas. Participó también en la invasión que hoy se conoce como el barrio 17 de abril, y el las sesiones del concejo impulsó valerosos debates para impedir el desalojo de los destechados; movilizó a pequeños y medianos comerciantes de la localidad, en una campaña de almacén en almacén que se prolongó durante varias semanas, para que se opusieran en las exorbitantes alzas en los impuestos de industria y comercio, y colaboró de manera muy valiosa en la fundación de las ligas campesinas de Bodegas, Cerrogrande, Ité, terminal, La Carlota y La Culebra.
Tanto en el cabildo como fuera de él, durante innumerables discursos pronunciados en múltiples reuniones y manifestaciones públicas, Luis Ángel Acevedo se caracterizo siempre por su constante batallar contra la línea política local y nacional del denominado Partido Comunista de Colombia, que en Puerto Berrío de daba el lujo de combinar todas las formas posibles de cretinismo parlamentario con las modalidades más irresponsables del aventurerismo pequeñoburgués. Nuestro camarada expuso y defendió con claridad meridiana, y en repetidas oportunidades, la posición del MOIR en todos los terrenos de la vida del país, y al mismo tiempo denunció los permanentes escándalos, impuestos desfalcos, despilfarros y maquinaciones burocráticas en que habían incurrido los revisionistas, aliados con el oficialismo liberal del municipio durante ocho años consecutivos. Habiendo ganado un inmenso prestigio entre los sectores populares del puerto por su capacidad, honestidad, y valentía revolucionaria, Luis Ángel fue reelegido al concejo en los comicios del 14 de marzo de 1982, dos meses antes de que lo acribillaran dos matones armados que pasaban por la puerta de su casa.
El dolor se extendió entre los pobres de Puerto Berrío, que al principio no querían creer lo acontecido. A la vez, el gobierno hizo un enorme despliegue de tropas y de carros militares en la población. El muerto, indudablemente, era un muerto grande. Los detectives entraban al velorio en forma descarada, con sus revólveres al cinto, y el terrorismo oficial impidió que mucha gente se acercara al sitio donde estaba expuesto el cadáver de Luis. Sin embargo, hubo centenares de obreros, campesinos, estudiantes, desempleados, maestros, artesanos y pequeños comerciantes que se atrevieron a ir hasta su casa, y uno de ellos se despidió de el en el entierro pronunciando las siguientes palabras: “sólo quienes conocimos a Luis sabemos todo lo que se va con él. Pero también sabemos los que anduvimos a su lado en estos últimos años, los más prolíficos de su existencia, todo lo que nos deja”.