La confirmación del auto de detención al presidente de la Cámara de Representantes, Alberto Santofimio Botero, coloca nuevamente en primer plano el signo protuberante en medio del cual se debate todo el régimen oligárquico y proimperialista liberal-conservador: la corrupción a todos los niveles de las instituciones que sustentan el inicuo sistema de explotación y opresión contra nuestro pueblo.
Este hecho se suma a la cadena de denuncias conocidas en contra de los altos mandos castrenses, de los agentes de la rama judicial de la del poder público, de los dirigentes de los partidos tradicionales y de la corrupta casta parlamentaria oficialista cuyas directivas colocan el presupuesto del Congreso al servicio de su pecunio personal y de sus maquinarias políticas reaccionarias. Pero indudablemente quien más se ha destacado en la práctica de los irregulares e inmorales procederes es el propio jefe del Estado, Alfonso López Michelsen, quien se ha distinguido por su vinculación, junto con toda su familia, en cuanto negocio reporte aumento para su patrimonio, al amparo de los poderes públicos y de sus actos antinacionales.
Alberto Santofimio Botero, ex ministro de Justicia del gobierno de López, actualmente cabeza visible de una de las fracciones oligárquicas liberales, la que respalda la candidatura de Julio César Turbay, no podía por tanto estar ausente de la nómina de personas vinculadas a las oscuras conductas que nosotros condenamos.
Cualesquiera que hayan sido los móviles políticos agazapados detrás de todo este sonado caso, lo cierto es que lo ocurrido ha podido desarrollarse porque existe una base real y concreta que lo permite.
No nos podemos detener en consideraciones jurídicas absurdas e inconducentes que desvían la atención y ubican incorrectamente la situación planteada. Las pugnas dentro de las fracciones del partido liberal y de éste con el partido conservador por el control del aparato estatal, así también como las denuncias efectuadas por los dirigentes revolucionarios, ha ido permitiendo a la opinión pública conocer a diario innumerables hechos que reflejan el cinismo y la desvergüenza del gobierno y sus validos en contra de los intereses nacionales y populares.
Curiosamente, Santofimio Botero, quien respaldara el genocidio oficial contra el pueblo el pasado 14 de septiembre, fecha del glorioso paro cívico nacional, pretende presentarse ahora como apóstol de las libertades y de la democracia, simulando ser un perseguido de las clases dominantes bajo cuya protección ha hecho su carrera política. Pero el pueblo se burla de la tragicomedia representada por ese manzanillo profesional. El FUP invita una vez más a la formación del más amplio frente de lucha contra el imperialismo norteamericano y la oligarquía liberal-conservadora, que desarrolle la unidad del pueblo bajo las banderas de la liberación nacional.