La tiranía liberal-conservadora que estrangula a Colombia se ha caracterizado por posar de democrática, cuando en la realidad mantiene la más inclemente y sorda opresión contra las masas trabajadoras. Todos los sectores populares padecen los desafueros del despotismo gubernamental, pero son los campesinos a quienes les ha tocado afrontar las peores manifestaciones de la violencia institucionalizada.
Unas veces, mediante los cuerpos uniformados, que están incondicionalmente a su disposición, otras, organizando bandas armadas de asesinos a sueldo, la clase terrateniente siembra de terror y de muerte las zonas rurales. Su objetivo, acallar a los pobres del campo que luchan por un pedazo de tierra para trabajarla y por el derecho a ser libres.
Sin embargo, allí donde hay represión hay resistencia, y los campesinos están dispuestos a responderles como es debido a sus explotadores.