XI CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA DE CHINA: RESONANTE TRIUNFO DEL PROLETARIADO INTERNACIONAL

El Partido Comunista de China celebró, entre el 12 y el 18 agosto su XI Congreso Nacional, primero que realiza luego del fallecimiento del gran líder y maestro Mao Tsetung. Ante 1.510 delegados elegidos democráticamente por más de 35 millones de militantes, el camarada Jua Kuo-feng presentó el informe Político del Comité Central, en el cual formuló un llamado a mantener en alto la gran bandera del camarada Mao Tsetung y a perseverar en la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado. Sintetizó las recientes experiencias del Partido Comunista y el pueblo chino en la revolución y construcción socialistas, especialmente las de la victoriosa contienda que culminó con la pulverización de la “Banda de los cuatro”, y señaló el rumbo de la política interna y externa de China y las tareas a emprender para cumplirla. Los análisis y conclusiones contenidas en el informe tienen una importancia extraordinaria para el avance revolucionario no sólo de la clase obrera y el pueblo chinos, sino también para el proletariado y los pueblos del mundo entero en su lucha contra el dominio hegemónico de las dos superpotencias, los Estados Unidos y la Unión Soviética, y por la revolución y el socialismo. A continuación transcribimos algunos apartes de dicho informe Político.

Continuará hasta el fin la revolución
bajo la dictadura del proletariado

Como es sabido de todos, la gran teoría del presidentes Mao sobre la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado ocupa un lugar de particular importancia en la historia del desarrollo del marxismo.

Si el mayor aporte de Lenin a la doctrina de la revolución proletaria y la dictadura del proletariado consiste en que expuso las leyes que rigen el desarrollo del imperialismo como última fase del capitalismo y creó la gran teoría sobre la posibilidad del triunfo de la revolución proletaria y de la construcción del socialismo en un solo país, en el eslabón más débil del frente imperialista, la mayor contribución del Presidente Mao a esta doctrina estriba en que, habiendo sintetizado la experiencia histórica de la dictadura del proletariado acumulada después de Lenin y heredado, defendido y desarrollado las ideas de Marx y Lenin, expuso la leyes que rigen el desarrollo de la sociedad socialista, creó en forma integral la gran teoría sobre la contribución de la revolución bajo la dictadura del proletariado, prevenir la restauración del capitalismo y construir el socialismo. Esta es la más importante conquista del marxismo en nuestra época.

El “Estado de todo el pueblo” es una falacia revisionista
En esta gran teoría, el Presidente Mao valiéndose de la ley dialéctica materialista de la unidad de los contrarios para examinar y analizar la sociedad socialista, enseña que la sociedad socialista cubre una etapa histórica bastante larga y que, durante la etapa histórica del socialismo, siempre existen clases, contradicciones de clase y lucha de clases, existe la lucha entre el camino socialista y el capitalista, existe el peligro de restauración capitalista y existe la amenaza de subversión y agresión por parte del imperialismo y el social-imperialismo. Por eso, en esta etapa histórica, se hace necesario persistir en la lucha del proletariado contra la burguesía, en la dictadura del proletariado sobre la burguesía y en la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado. Así, esta teoría ha hecho añicos, definitivamente, falacias revisionistas como la “teoría dela extinción de la lucha de clases” y las falacias del “Partido de todo el pueblo” y del “Estado de todo el pueblo”.

En esta gran teoría, el Presidente Mao, aplicando a la sociedad socialista la tesis marxista de que la contradicción entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas y la existente entre la superestructura y la base económica son las contradicciones fundamentales de la sociedad, señala que, en la sociedad socialista, hay consonancia y contradicción simultáneas entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas y entre la superestructura y la base económica. Todo aquello que en las relaciones de producción no corresponda a las fuerzas productivas, así como todo aquello que en la superestructura no concuerde con la base económica, entorpece el desarrollo delas fuerzas productivas. Por consiguiente, es preciso continuar llevando adelante la revolución en el terreno de la superestructura y consolidar y fortalecer la dictadura del proletariado en la superestructura, incluidos todos los dominios culturales, a fin de hacerla concordar con la base económica socialista. Es imperativo continuar llevando adelante la revolución en el terreno de las relaciones de producción y consolidar y desarrollar la propiedad socialista y los demás aspectos de las relaciones de producción socialistas, para hacerlas concordar con las necesidades del desarrollo de las fuerzas productivas. Es necesario realizar la innovación y la revolución y desarrollar rápidamente las fuerzas productivas, para dotar el sistema socialista de una base material cada vez más poderosa e impulsar el desarrollo y las transformaciones de las relaciones de producción y la superestructura. Sólo en esta forma se puede consolidar y fortalecer la dictadura del proletariado, hacer avanzar continuamente la causa socialista y llegar, finalmente, a la sociedad comunista, en la que habrán sido abolidas todas las clases (….)

La lucha contra los burgueses dentro del partido

Los viejos y nuevos burgueses constituyen todavía una fuerza bastante grande en la sociedad desde el punto de vista de su capacidad de maniobra y de su influencia. Siempre andan en busca de agentes en el seno del Partido Comunista y depositan sus esperanzas de restauración capitalista en los dirigentes seguidores del camino capitalista dentro del Partido. El Presidente Mao indicó: el blanco principal del movimiento de educación socialista y del Movimiento de la Gran Revolución Cultural Proletaria los constituyen “los dirigentes seguidores del camino capitalista dentro del Partido”. “Se está haciendo – dijo – la revolución socialista; sin embargo, no se sabe dónde está la burguesía. Está justamente dentro del Partido Comunista, se trata de los dirigentes seguidores del camino capitalista en el Partido”. Esta tesis científica la había venido elaborando y desarrollando el Presidente Mao al sintetizar las experiencias de la lucha sostenida por Stalin contra Trotski, Zinoveiv y Bujarin, las lecciones deducidas de la restauración del capitalismo en la Unión Soviética por parte de Jruschov y Brezhnev y las experiencias de la lucha librada en el seno de nuestro partido contra los dirigentes seguidores del camino capitalista. La lucha que durante la Gran Revolución Cultural Proletaria desembocó en el aplastamiento de los tres cuarteles generales burgueses corrobora a las claras que los empedernidos dirigentes seguidores del camino capitalista dentro del partido como Liu Shao-chi, Lin Piao y la “banda de los cuatro” Wang Chang-Chiang-Yao, representan, efectivamente, el peligro principal de restauración capitalista.

La unidad no pone fin a las contradicciones de clases
Al iniciarse la Gran Revolución Cultural Proletaria, el Presidente Mao señaló: “Un gran desorden bajo los cielos conduce a un gran orden bajo los cielos”. Indicó repetidas veces después del X Congreso Nacional del Partido: “Ahora, cuando la Gran Revolución Cultural proletaria lleva ya ocho años, conviene la estabilidad. Todo el Partido y todo el Ejército deben unirse”. “Después de todo, convienen la estabilidad y la unidad”. Pero la “banda de los cuatro” agotó todos sus esfuerzos por hacer sabotajes y provocar disturbios.

Hoy, derribada esta banda, podemos, siguiendo las instrucciones del Presidente Mao, hacer efectivas la estabilidad y la unidad para conseguir un gran orden en todo el país. De esta manera, la Primera Gran Revolución Cultural Proletaria de nuestro país, que duró once años, ha terminado triunfalmente con el aplastamiento de la “banda de los cuatro”.

“Estabilidad y unidad no significan renunciar a la lucha de clases”. La feliz coronación de la Primera Gran Revolución Cultural Proletaria no supone, de ningún modo, el fin de la lucha de clases ni de la revolución continua bajo la dictadura del proletariado. En toda la etapa histórica del socialismo, existe la lucha entre el proletariado y la burguesía, existe la lucha entre el camino socialista y el capitalista. Esta lucha es prolongada, sinuosa y, a veces, incluso muy enconada. Grandes revoluciones políticas de una naturaleza como la de la Gran Revolución Cultural Proletaria han de efectuarse muchas veces en el futuro. Debemos, a la luz de las enseñanzas del Presidente Mao, continuar hasta el fin la revolución bajo la dictadura del proletariado, liquidar gradualmente a la burguesía y a todas las demás clases explotadoras y lograr la victoria del socialismo sobre el capitalismo, hasta alcanzar nuestro objetivo final: el comunismo.

La situación internacional es muy buena
La actual situación internacional es excelente; es muy buena, no medianamente buena ni algo buena. En años recientes, la lucha revolucionaria del proletariado internacional, la lucha liberadora de los pueblos y naciones oprimidos y los movimientos revolucionarios de masas en muchos países han continuado desarrollándose. Un grupo más de países se ha sacudido el yugo colonial, ha expulsado los agresores foráneos y conseguido la independencia y la liberación. Está tomando cuerpo, a amplia escala, un frente único internacional contra la agresión, la intervención, la subversión, el control o el atropello de las superpotencias. Entre tanto, acosadas por múltiples dificultades y enfrentadas a crisis por todos lados, las dos potencias hegemónicas, la Unión Soviética y los Estados Unidos, van de mal en peor. En particular el social imperialismo soviético, que en los últimos años ha dejado ver con mayor claridad su catadura agresora y expansionista y ha sufrido duros golpes, uno tras otro, como resultado de su sabotaje de la guerra sostenida por los países árabes y el pueblo palestino contra la agresión israelí, de su utilización de tropas mercenarias para intervenir en Angola e invadir a Zaire, de su montaje de intrigas para subvertir el gobierno sudanés, de su ingerencia en los asuntos internos de muchos países y de su tentativa de sembrar la discordia y socavar la unidad de países del tercer mundo. Los hechos demuestran que el que los países quieran la independencia, las naciones la liberación y los pueblos la revolución, constituye la corriente principal de la situación internacional y que ninguna fuerza es capaz de contenerla.

Los pueblos desean la paz y las superpotencias la guerra
Junto con seguir incrementándose los factores de la revolución, han aumentado notablemente los de la guerra. En los últimos años, el presidente Mao advirtió una y otra vez que la gente prestara atención a este problema. A comienzos del año pasado puntualizó:
“Los Estados Unidos tienen intereses que proteger en el mundo; mientras que la Unión Soviética quiere la expansión: esto es inalterable. En la época en que existen clases, la guerra es un intervalo entre dos periodos de paz. La guerra es la continuación de la política, vale decir, la continuación de la paz. Paz significa política”. Ambas superpotencias, la Unión soviética y los Estados Unidos, procuran la hegemonía mundial y se dedican por doquier a la disputa, sumiendo en la mayor intranquilidad al mundo. Empeñadas en semejante contienda, terminarán por conducir a la guerra algún día. Pregonan a los cuatro vientos la “distensión”, pero, mientras lo hacen, menos indicios de distensión se tienen. Vociferan a gritos sobre “desarme”, pero, mientras más se “desarman”, más armamentos se poseen. Hablan todos los días de “paz”; pero, de hecho, se preparan todos los días para la guerra. Los pueblos del mundo desean la paz, y el pueblo chino también quiere un ambiente internacional pacífico. El problema no es que los pueblos quieran la guerra, que el pueblo chino la desee, sino que son las superpotencias las que abrigan este deseo. Esto está determinado por la naturaleza imperialista y es independiente de la voluntad del hombre. Imperialismo significa agresión y guerra. El presidente Mao nos indicó, que mientras este sistema social – el imperialismo y el social-imperialismo – no cambie, será inevitable la guerra entre ellos, o la revolución de los pueblos, y jamás habrá paz duradera.

La Unión Soviética y los Estados Unidos son los focos de una nueva conflagración mundial, y el social imperialismo soviético, en particular, es el más peligroso. La actual situación estratégica de la contienda soviético-norteamericana se caracteriza por que el social imperialismo soviético está a la ofensiva en tanto que el imperialismo estadounidense se halla a la defensiva. Ostentando las banderas de “socialismo”, de “apoyo a la liberación nacional” y de “paz y cooperación”, los revisionistas soviéticos aplican con redoblados esfuerzos su “estrategia de ofensiva” global y tratan de tomar en sus manos toda Europa, Asia y África (…)

Con respecto a la guerra mundial, el Presidente Mao, nos enseñó dos puntos: “En primer lugar, estamos en contra; en segundo, no la tememos”. Tanto el revisionismo soviético como el imperialismo norteamericano son tigres de papel y no tienen nada de temibles. (…)

La teoría sobre los tres mundos señala el rumbo de la lucha antiimperialista
La teoría formulada por el presidente Mao en 1974 sobre los tres mundos es de significación trascendental y de largo alcance. Valiéndose del método de análisis de clases, el presidente Mao examinó el desarrollo y los cambios operados en las diferentes contradicciones fundamentales, la división y el reagrupamiento de las distintas fuerzas políticas en el mundo actual, así como el status político y económico de los diversos países en el plano internacional, y de este modo elaboró una síntesis científica de la situación estratégica del mundo en los tiempos actuales. Las dos potencias hegemónicas, la Unión Soviética y los Estados Unidos, son los mayores explotadores y opresores internacionales de nuestra época y los enemigos comunes de los pueblos del mundo entero. Los numerosos países del tercer mundo, que son los más oprimidos y los más enérgicos en la resistencia, constituyen la fuerza principal en la lucha contra el imperialismo, el colonialismo y el hegemonismo. Los países del segundo mundo tienen doble carácter. Por un lado, oprimen, explotan y controlan a los países del tercer mundo y, por el otro, sufren, en mayor o menor grado, el control, la amenaza, o el atropello de parte de las dos potencias hegemónicas. La teoría del presidente Mao de los tres mundos señala el rumbo fundamental de la actual lucha en el plano internacional y precisa cuáles son las fuerzas revolucionarias principales, cuáles los enemigos principales y cuáles las fuerzas intermedias, susceptibles de ser ganadas y unidas, de manera que, en la lucha de clases a escala mundial, el proletariado internacional puede unirse con todas las fuerzas unibles y formar un frente único lo más amplio posible para combatir a los enemigos principales. Esta definición responde a las exigencias estratégicas de la lucha del proletariado internacional y de todos los pueblos y naciones oprimidos del mundo en la época actual, así como de la lucha por la victoria del socialismo y el comunismo. Es una correcta definición estratégica y táctica para el proletariado internacional en nuestros días y constituye su línea de clase en la lucha internacional. La práctica de los últimos años ha comprobado la completa justeza de esta teoría del presidente Mao, teoría que, con el correr del tiempo, mostrará indudablemente aun mayor poderío.

Apoyarse en el pueblo y ganar aliados
La experiencia histórica ha testimoniado repetidas veces que el triunfo de la revolución depende principalmente de la propia fuerza del pueblo y, al mismo tiempo, es necesario ganarse el mayor número posible de aliados. Lenin dijo: “Sólo se puede vencer a su enemigo más poderoso poniendo en tensión todas las fuerzas y aprovechando obligatoriamente con el mayor celo, minuciosidad, prudencia y habilidad la menor ‘fisura’ entre los enemigos, toda contradicción de intereses entre la burguesía de los distintos países, entre los diferentes grupos o categorías de la burguesía en el interior de cada país; hay que aprovechar así mismo las menores posibilidades de lograr un aliado de masas, aunque sea temporal, vacilante, inestable, poco seguro, condicional. El que no comprende esto, no comprende ni una palabra del marxismo ni de socialismo científico, contemporáneo, en general”. En la actual lucha de los pueblos contre el hegemonismo, este principio marxista reviste importante y actual significado en la teoría como en la práctica.

La revolución no se puede exportar
El presidente Mao siempre nos enseñó que los pueblos que han conquistado la victoria en la revolución tienen el deber de ayudar a los pueblos empeñados en la lucha por la liberación. Apoyamos a los Partidos Comunistas del mundo, pero no al revisionismo. Siendo el nuestro un Partido Comunista, debemos apoyar, desde luego, a los demás Partidos Comunistas en su lucha revolucionaria. Al propio tiempo, siempre hemos sostenido que los Partidos Comunistas son independientes y autónomos. En cuanto a la revolución de cada país, es al Partido Comunista de ese país al que le incumbe conducir al pueblo a realizarla, integrando la verdad universal del marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución del país en cuestión. La revolución no se puede exportar. Nunca intervenimos en los asuntos internos de otros países. Nuestro Partido mantiene relaciones con muchos Partidos Comunistas. Más tales relaciones entre partidos y las existentes entre Estados son dos cosas diferentes.

China es un país socialista en vías de desarrollo y forma parte del tercer mundo. Estamos firmemente del lado de los países en desarrollo de Asia, África y América Latina y otras regiones y los apoyamos con resolución en su justa lucha por conquistar o mantener la independencia nacional, defender la soberanía estatal y desarrollar la economía nacional. (…)
Perseverar en el internacionalismo proletario
Todo el Partido, Ejército y pueblo deben tener bien presente la enseñanza del presidente Mao de “abrir profundos túneles, guardar cereales de reserva por todas partes y no procurar la hegemonía”, deben mantener alta vigilancia y realizar todos los preparativos necesarios para enfrentar una nueva guerra mundial que desencadenen el imperialismo y el social imperialismo.

No atacaremos a menos que seamos atacados; si somos atacados, contraatacaremos. Debemos estar listos en todo momento para aniquilar a cualquier enemigo que ose invadir nuestro país. Nunca procuraremos la hegemonía y jamás seremos una superpotencia. Debemos desechar resuelta, definitiva, cabal y totalmente cualquier manifestación de chovinismo de gran nación en nuestro trabajo relacionado con el extranjero.

Debemos mantener en alto la gran bandera del Presidente Mao, perseverar en el internacionalismo y seguir aplicando la línea revolucionaria del Presidente Mao en los asuntos exteriores. Debemos fortalecer nuestra unidad con los otros países socialistas, con el proletariado y los pueblos y naciones oprimidos del mundo entero, así como con los países del tercer mundo, unirnos con todos los países víctimas de la agresión, subversión, intervención, control o atropello de parte del imperialismo y del socialimperialismo y formar de este modo un frente único lo más amplio posible para luchar contra el hegemonismo de las dos superpotencias, la Unión Soviética y los Estados Unidos. Debemos establecer o desarrollar las relaciones con todos los países sobre la base de los Cinco Principios de Coexistencia Pacifica. Debemos reforzar nuestra unidad con todos los auténticos partidos y organizaciones marxista-leninistas del mundo para llevar hasta el fin la lucha contra el revisionismo contemporáneo, que tiene como centro a la camarilla de renegados revisionistas soviéticos.