(Extractos)
Gilberto Zapata Isaza
Vivimos un momento delicado para la vida nacional y para la izquierda colombiana en particular: el sistema de la oligarquía godo-liberal y sus hombres está tocando fondo en la corrupción y el desgobierno. El amor a la patria que no es otro que amar y buscar la felicidad y la dignidad de todos los ciudadanos, es planta estéril en la mente de los rectores de la oligarquía nacional.
Los electores del sistema no son otra cosa que bandadas de gentes que anhelan un puesto o una prebenda con mayor fortuna o garantías dentro de determinado grupo o candidato pero que carecen de un anhelo de beneficio común. La bandera tricolor la han convertido en un mantel. Es la crisis ética que marca la última etapa de los gobiernos oligárquicos, y de la cual solo se sigue el imperio del fascismo y el falangismo o el imperio de las izquierdas. Superficialmente todo se acepta sin aparente reacción.
Pero en el subfondo de cada mente y cada corazón colombiano y aun de muchos usufructuarios de este sacudimiento telúrico que nos asombra, hay una voz de protesta y una vigilante espera. ¡Nadie se amaña hozando en el lodo!
Ante esta trágica situación, la izquierda nacional tiene un deber imperativo: atraer a las grandes masas colombianas que no buscan en las elecciones un puesto público, un contrato, una canonjía o una zona de influencia delicuescente, para que cierren filas contra el azaroso porvenir que vivimos y que nos puede destruir a todos.
Por eso declaramos que ningún partido revolucionario por curtido o añejo que esté en los viejos odres de la resistencia y por poderoso que sea, o por ímpetu juvenil que posea o serena decisión de lucha que recorra sus arterias, ni ninguna personalidad democrática por relievante que sea su figuración, están, en esta hora de la vida nacional, capacitados por sí solos para imantar la inconformidad y ofrecer una salida a la magna tarea de cambiar las condiciones de vida de Colombia, creando el Poder popular en una república democrática y antiimperialista, como etapa necesaria para llegar más tarde, y por consenso de las voluntades mayoritarias, a la construcción del socialismo, auténtica meta de liberación nacional.
La unión sincera sólo es posible respetando las divergencias ideológicas de cada partido, grupo o persona revolucionarios, sin tratar de imponerles nuestros puntos de vista. Si todos pensáramos igual, todos formaríamos un solo partido.
El MAC respalda y admira todo el proceso revolucionario socialista mundial que ya ha derrotado al capitalismo y creado gobiernos populares, y expresa su admiración por la revolución cubana, que comprobó ante la faz de la historia que el poderío yanqui se puede derrotar en América Latina y que nuestra gente es tan apta para establecer un gobierno popular como lo han comprobado ser los compañeros coreanos y chinos, vietnamitas, soviéticos, alemanes, albaneses o yugoslavos.
Pero no intenta imponer esa admiración fervorosa para Fidel Castro, el Che Guevara y el proceso cubano, a sus amigos de la izquierda. Ni se asombra porque le hagan censuras y surjan contradicciones al analizarlo y decantarlo.
Nuestros enemigos son las autoridades que pisotean una Constitución en sus pocos artículos respetables, violando los domicilios, encarcelando injustamente, torturando, matando por fugas y sospechas, creando Consejos de Guerra y estableciendo prisión por deudas, haciéndose retroceder al siglo XV, cuando en las épocas oscuras de la humanidad reinaba el tenebroso dominico Tomás de Torquemada, del cual es una copia vulgar el Ñungo, elevado a magistrado por el sistema.
Con Piedrahita apoyamos todo movimiento de protesta revolucionaria; toda movilización sindical en defensa de los fueros obreros, toda la acción de unidad en las zonas de los trabajadores organizados. Y también expresamos el apoyo al gran Paro Cívico Nacional que se prepara en todo el país como un acto masivo de protesta en contra de este gobierno represivo, delincuente y oligárquico, paro propuesto por la CSTC y que todos hemos acogido ya.
Tenemos fe en la vida de lucha de Piedrahita, en su vocación antioligárquica y antiimperialista, y en su concepto socialista de la política. Todo lo cual es suficiente garantía como marco humano del programa que esta misma tarde hemos de adoptar.
El MAC acoge la candidatura de Jaime Piedrahita dentro de estos parámetros revolucionarios y está convencido de que para la batalla en que nos hemos empeñado, Jaime Piedrahita es un leal abanderado de los intereses populares. Porque como lo dijo un revolucionario del Oriente; “El porvenir del mundo es el porvenir de la bandera roja”.