LIBRÓ CON ENTEREZA TODOS LOS COMBATES

(En el Cementerio de San Pedro, a nombre de todo el Partido, el camarada Héctor Valencia pronunció el discurso de despedida de los restos mortales del dirigente desaparecido. El texto completo se publica a continuación.)

Elvia, Felipe y Andrés,

Camaradas del MOIR,

Amigos de Felipe y de nuestro Partido:

Enfrentamos hoy la dura realidad de que Carlos Arturo Londoño, a quien siempre tratamos por su antiguo nombre de batalla, Felipe Mora, ha finalizado su paso vital entre nosotros. Es natural que su muerte nos genere una profunda tristeza. Pero más importante aún es que este hecho, al sintetizar su vida, nos proporcione también la alegría de apreciar la enaltecedora dimensión que alcanza la existencia humana cuando, como fue la de este ser que hoy despedimos, se dedica por entero a la suprema causa de la revolución.

Todavía era un adolescente y ya Felipe Mora había abrazado la causa de los oprimidos. Fue joven entre los jóvenes que adhirieron al MOEC con ansias de encontrar senderos de rebelión y luego, desde esta organización ya depurada de extremo-izquierdismo, se convirtió en uno de los grandes gestores de la fundación del MOIR en esta misma ciudad de Medellín. Desde entonces este hombre fue palo mayor del navío del Partido en Antioquia y puntal para el desarrollo de nuestra política nacional. Se explica así que todos y cada uno de nuestros cuadros y militantes en este regional hubieran recibido el aporte y estímulo del camarada Felipe para su formación como moiristas.

Su labor revolucionaria fue constante. Nunca cejó en el cumplimiento de sus tareas partidarias, ni hizo pausas en su acción política. Jamás se desvió del rumbo proletario del MOIR, pues comprendía que tal desatino equivalía a caer en la molicie enervante del oportunismo. En síntesis, alcanzó lo que según Mao Tse-tung constituye el más difícil logro: conservar una posición y práctica revolucionarias durante toda la vida.

Felipe fue camarada y combatiente discípulo de nuestro máximo dirigente, Francisco Mosquera. Lejos del ordinario compadrazgo, la amistad que los unió tenía la característica perdurable y digna de cimentarse en la identidad respecto a los principios obreros del Partido.

Poseía Felipe Mora el talante propio de los comunistas: frente a la lucha de clases que se desarrolla tanto afuera como dentro del Partido, adoptaba posición de manera franca y firme, sin ambigüedades ni esguinces. Ninguno de sus contradictores, situados en las más diversas orillas, puede sentirse hoy y en esta hora defraudado: este camarada murió librándoles con entereza todos los combates.

Cuando en medio de su embestida en todo el mundo, el imperialismo norteamericano somete a Colombia a su recolonización; cuando los destacamentos de izquierda soportan la infestación del neoliberalismo; cuando en el Viejo Continente notorios dirigentes de la social-democracia europea han degenerado en la nueva derecha que junto a Estados Unidos desata en la actualidad el bárbaro bombardeo sobre Yugoslavia, y cuando se redoblan los intentos de desvirtuar la ideología y la política de los partidos del proletariado, sin que el MOIR escape a este fenómeno, ¡cómo resaltan las cualidades revolucionarias que Felipe Mora encarnó, las que deben convertirse en ejemplo y guía para la conducta política de todos los militantes del Partido !

Que nadie se confunda: si el camarada Felipe les hace falta hoy a los moiristas es porque le hace falta a la causa de los trabajadores. Aquí lo que enfrentamos, camaradas y amigos, es la dolorosa pérdida de un elemento valioso de la clase obrera.

Ante esta carencia, Felipe, y conscientes de que ese sería el único homenaje que aceptarías, reiteramos nuestro firme propósito de llevar a cabo, con mayor vigor que nunca, nuestras tareas revolucionarias.