Las elecciones de fecode: DERROTADO EL SAMPERISMO

El 3 de octubre pasado tuvieron lugar las elecciones al Comité Ejecutivo de Fecode en todos los municipios de Colombia. Más de ciento veinte mil maestros acudieron a las urnas para definir la dirección de su organización sindical, casi 60% de los afiliados. El magisterio demostró un alto grado de conciencia sindical y política, que se expresó en una victoria contundente del Bloque Alternativo sobre la fuerza samperista, el dussanismo.

De los quince miembros del Comité Ejecutivo, el Bloque Alternativo obtuvo diez. El grupo samperista Educación, Trabajo y Cambio Social, que contaba con una mayoría de nueve miembros, quedó reducido a tres. Dentro del Bloque Alternativo, el MOIR eligió tres miembros, Raúl Arroyave, Luis Carlos Fuentes y Álvaro Morales; Magisterio Unido, dos; Unidad Democrática, tres; el frente Luis Felipe Vélez, uno; y el Movimiento Cimarrón, uno. De esta manera, la tendencia antisamperista expresada en el Congreso de Villavicencio, de mayo, se vio fortalecida.

Sin resignarse a aceptar la derrota que le propinó el magisterio, el grupo samperista acudió a su conmilitón, el ministro de Trabajo, Iván Moreno Rojas, con el fin de impugnar los resultados. Es así como apenas hace poco fue inscrito oficialmente el Comité Ejecutivo, a varios meses de haberse celebrado las elecciones.


Votos obtenidos por las principales Fuerzas

MOIR 18.150
Magisterio Unido 14.350
Unidad Democrática 14.001
Educación Trabajo y Cambio 10.631


Por un sindicalismo de clase

Ha terminado una etapa de gobiernismo y traiciones, que había empezado en diciembre de 1994, cuando el grupo dussanista llevó a Fecode a sumarse a la trapisonda del «pacto social». Haberse embarcado Fecode en dicho «pacto» tuvo que ver con una tendencia que inficionó a gran parte del sindicalismo, el denominado «sociopolítico». Sus defensores alegaron que las posiciones contestatarias habían pasado de moda, que se imponía una actitud «propositiva», que la concertación reemplazaba los enfrentamientos, que la colaboración con un gobierno de corte «social» daba más frutos que la lucha y la huelga. Para estos nuevos profetas, el marxismo como inspirador de las batallas proletarias había sido enterrado, y la lucha de clases era una pieza arqueológica.

Lo que rechazó el magisterio colombiano en las elecciones del Comité Ejecutivo fue justamente esta concepción del sindicalismo. Los candidatos del MOIR la atacaron por todo el país y agitaron una posición consecuente con los intereses del pueblo y de la nación colombiana. Los institutores entendieron que su sindicato no puede renunciar a la lucha para defender las reivindicaciones fundamentales de los afiliados, desarrollar la conciencia de clase y defender la soberanía nacional.

El veredicto de las urnas lo que busca es recuperar la independencia de Fecode frente al gobierno, las clases dominantes y el imperialismo. Hay una nueva política al mando, una nueva concepción del sindicalismo, una nueva visión de la realidad colombiana, una nueva mirada de la educación.

Por una educación al servicio del país

El magisterio colombiano ganó una importante batalla contra el neoliberalismo en 1993 con la Ley 60 y en 1994 con la Ley 115. En esencia esa victoria consistió en asegurar que el Estado financiara la enseñanza, frenando así la política de privatizarla y municipalizarla. Al mismo tiempo, se obtuvo que los contenidos de la educación quedaran en manos de los planteles. Es decir, financiación pública y autonomía escolar sobre el currículo. Por el contrario, los neoliberales pretendían controlar el contenido de los programas e instaurar la autonomía financiera de las instituciones, convirtiéndolas en empresas de producción de servicios y a los rectores en sus gerentes. Su cometido lo lograron, en el terreno de la salud, con la parte correspondiente de la Ley 60, y en el de la educación superior, con la Ley 30 de 1992. Pero la lucha decidida del paro magisterial en 1993 impidió que esto se consumara en la esfera de la educación. De otro modo, ésta se encontraría ahora en una crisis económica semejante a la que atraviesan los hospitales públicos y las universidades.

Durante los últimos tres años el dussanismo renegó de esta conquista. El Ministerio de Educación y el Departamento Nacional de Planeación fueron siempre los peores enemigos de la Ley General de Educación.

Con Samper llegó el intento de contrarreforma a punta de decretos, resoluciones y campañas. Eso es lo que han hecho sus ministros Sarabia Better, María Emma Mejía y Jaime Niño: emprenderla contra el magisterio y contra la reforma. La camarilla dussanista se confabuló con el Ministerio de Educación para permitir la privatización, quitarle piso a la autonomía escolar, desconocer la libertad de cátedra. En medio de esta avalancha, el Ministerio ha tratado de imponer la promoción automática o, en su nuevo vocabulario, una «promoción integral, flexible y continua», que está acabando con la calidad de la educación. Dicha promoción, mediante la cual los estudiantes ascienden a grados superiores sin un correspondiente avance en el conocimiento, no le sirve sino al imperialismo, por el deterioro acelerado de la calidad educativa y la ignorancia que se va generalizando como consecuencia de ella.

También el MOIR se comprometió en esta campaña con la defensa de la Ley General de Educación. Se enfrentó a la ofensiva neoliberal del gobierno y de las secretarías de Educación y desenmascaró el carácter idealista, individualista y reaccionario de la pedagogía de moda, el constructivismo. El MOIR señaló que la concepción constructivista implica la negación de la ciencia, destruye el papel del maestro e impide el desarrollo de una educación masiva de alta calidad. Dentro de este enfoque, el MOIR denunció también que los programas de madres comunitarias, año cero, escuela nueva y promoción automática, constituyen una educación subdesarrollada para el subdesarrollo y una educación pobre para pobres.

El Partido adelantó una campaña educativa muy bien recibida por el grueso del magisterio, en la cual cabe destacar las conferencias dictadas por el compañero José Fernando Ocampo.

Por la soberanía

Desarrollamos esta campaña electoral en uno de los momentos más aciagos para la nación colombiana, cuando a diario se conocían las órdenes y exigencias del embajador Frechette, y a renglón seguido las noticias de la obsecuencia de Samper con los dictámenes imperiales. Esto se constituyó en tema central de las conferencias, reuniones y asambleas con los maestros en un proceso de elevación de su conciencia política.

También denunciamos por todo el país, como política imperialista, los programas del gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe Vélez, y del ex alcalde de Bogotá, Antanas Mockus, los de privatizar la educación pública por intermedio de subsidios y becas, así como los intentos de varias entidades territoriales de eliminar los Fondos Educativos Regionales, FER, y de municipalizar la financiación, violentando las normas de la Ley 60 de 1993.

Una nueva etapa

Le toca al nuevo Comité Ejecutivo poner en práctica las directivas trazadas por el Congreso de Villavicencio. Hay que comenzar recuperando la independencia de Fecode, reconquistando el Estatuto Docente y luchando por derrotar el Estatuto Disciplinario, y lograr objetivos fundamentales como la derrota de la promoción automática, la derogatoria de la resolución 2343 sobre indicadores de logros y, en una palabra, defender la autonomía escolar y la libertad de cátedra.

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Los tres ejecutivos ganados por el MOIR en estas elecciones nos comprometemos con el magisterio que nos eligió y con la educación colombiana a cumplir las conclusiones del Congreso y a llevar adelante el programa que agitamos en la campaña electoral.