En la Habana a comienzos de agosto: EL MOIR EN EL ENCUENTRO MUNDIAL DE TRABAJADORES CONTRA EL NEOLIBERALISMO

(Texto escrito por Héctor Valencia, secretario general de nuestro Partido, como nota de presentación al libro «El MOIR, forja de la resistencia en Colombia». Con esta publicación asistimos al Encuentro Mundial contra el Neoliberalismo, en La Habana. Fueron distribuidos más de 900 ejemplares)

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Como lo indican los acontecimientos de estos tiempos, el advenimiento y los trechos inaugurales del nuevo milenio estarán signados por tenaces y decisivas luchas de la clase obrera y los pueblos contra la política de recolonización que el imperialismo norteamericano, compelido por sus contradicciones internas y externas, ha puesto en marcha por todos los confines de la tierra. Luchas ineluctables ya que a este imperialismo lo embelesa hoy el mayor de sus extraviados sueños: tener una hegemonía incontrastable. Y la busca ahora con afán, apoyándose en un vasto arsenal militar que blande y utiliza por doquier con el propósito de abrumar y doblegar a todas las naciones.

Mas ni semejante designio, ni los bárbaros medios a que recurre para lograrlo, son enteramente nuevos. Quizá como ninguna otra región del mundo, América Latina ha conocido a lo largo del siglo XX, y por experiencia propia, que, entre las variadas formas del intervencionismo que practican los gobiernos de Estados Unidos, las invasiones militares han sido una constante. Las últimas, a la isla de Granada, Panamá y Haití, corroboran el fascista hábito. Pero, entre apretada de gatillos y recarga de humeantes armas, hoy el ahínco está puesto en darle curso a otra forma grosera de intervención: imposiciones y chantajes en lo económico y comercial, y el dictado de ucases para que las naciones pongan su gestión gubernamental, las instituciones estatales y la legislación en armonía con los intereses norteamericanos, principalmente los de los magnates financieros.

Ante estos riesgos de subyugación, no es extraño que en la misma extensión continental donde Washington pretende imponer su política, «desde el puerto de Anchorage hasta la Tierra del Fuego», se desaten ya ingentes acciones de resistencia.

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Más de un siglo de activa explotación de pueblos y asolación de países ha dado lugar a que el imperialismo, tanto por viejo como por diablo, sea ahora más ducho en astucias para aprovechar las más diversas ideas y causas, incluidas las consideradas progresistas, así como toda suerte de instituciones y organismos –internacionales y domésticos, públicos y privados—a favor de sus ambiciones y avaricias.

De allí que el asunto es que el imperialismo, cual hidra contemporánea, presenta diez mil rostros que necesitan ser reconocidos y, lo que es aún más importante, combatidos. Llegará el momento en que si esa hidra pretende, al igual que la de la mitología helénica, tener una cabeza inmortal, la espada de la clase obrera se la cortará de un tajo.

Porque si bien es cierto que los planes desarrollados ahora por Washington para la opresión y explotación no encuentran precedentes en cuanto a su amplitud e intensidad, ni en cuanto a las variedades refinadas o burdas, pero siempre siniestras, de sus métodos, mayor certidumbre sobre el rumbo de la historia proporciona presenciar cómo, ante esos designios, los pueblos, con los trabajadores al frente, han comenzado a generar su contrario antagónico: una resistencia que, desplegada con una nueva gama de métodos revolucionarios, alcanzará las formidables dimensiones de un gran salto adelante de la humanidad.

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Como una particularidad de la situación mundial y en armonía con las luchas que comienzan a gestarse en América Latina, en Colombia se han librado durante la última década recios combates en oposición al contumaz empeño gringo en hacer cumplir una agenda de dominación que incluye puntos como la apertura del mercado nacional, la privatización de las empresas de servicios públicos, las garantías y privilegios a los inversionistas extranjeros y, como fruto de la satanización de nuestro país a raíz del fenómeno del narcotráfico, la aprobación de una legislación que vulnera conquistas democráticas como el Estado de derecho y el debido proceso y la aceptación de disposiciones políticas y militares que quebrantan la soberanía nacional.

El Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario, MOIR, nombre que designa lo que en realidad es un partido de la clase obrera guiado por el marxismo, el leninismo y el maoísmo, ha examinado y expuesto la naturaleza imperialista de la apertura económica, política que sirve de iniciación y sustento a la mencionada agenda que en Colombia responde a las políticas neoliberales que se han venido implantando con el apoyo y sumisión de los últimos gobiernos. Mas, junto al rigor científico que se ha impuesto al abordar ese examen y su exposición teórica, rigor esencial para la consistencia ideológica y el acierto en el rumbo político, también se ha empeñado en marchar hombro a hombro con los trabajadores y demás destacamentos populares y se ha esforzado por ponerse al frente de todas sus batallas.

De esa lucha antiimperialista nuestra, así como de la teoría que la ha guiado, fundamentalmente la elaborada por nuestro extinto líder político e ideológico, Francisco Mosquera, hemos hecho una síntesis que consignamos en este libro. Cumplimos así con lo que consideramos un elemental deber: comunicar nuestros criterios políticos y nuestras experiencias en la lucha de clases en Colombia a todos aquellos que en otras latitudes, principalmente en América Latina, oponen resistencia al intervencionismo norteamericano. Además, al entregar este documento, esperamos que su contenido sirva para ponerles base a unas relaciones firmes y fraternales que nos permitan conocer y aprender de sus luchas. Se obtendrá así una doble satisfacción revolucionaria.