(Discurso del secretario general del MOIR, Héctor Valencia, en el acto de proclamación de las candidaturas de Jorge Santos Núñez al Senado de la República, realizado en Bogotá, el 10 de diciembre de l997, en el Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada)
Camaradas y amigos:
Prosigue la lucha. Y ya que, como nos lo indicó en vida hace cuatro años el camarada Mosquera, seguimos haciendo de nuestros debates electorales cursillos que eduquen a las masas, actos como éste son propicios para ponerles hitos orientadores a nuestros empeños. Permítanme entonces comunicarles, así sea de manera condensada, unas cuantas noticias y criterios del MOIR.
Cuando en la pasada campaña electoral que finalizó el 26 de octubre, los candidatos, cuadros y militantes, cual heraldos rojos, anunciaban y llamaban a la creación de un gran frente de resistencia antimperialista, encontraron entre las masas de nuestro pueblo altas y nítidas resonancias. Semejante armonía política se constituyó en el aspecto más importante de nuestro trabajo electoral, pues ese llamado y ese estado de ánimo del pueblo son la garantía más segura de la salvación nacional, máxime en momentos en que aparecen tendencias entre algunos dirigentes situados en la izquierda a olvidar el uno y a despreciar el otro. Constatar que dichas resonancias llenarán todos los ámbitos a condición de que las propuestas y métodos de lucha respondan a sus intereses y los de la nación, explica en buena medida que realizáramos la tarea con gran cohesión y combatividad, y no exentos de buen humor. Y la cosecha en votos fue generosa y estimulante, habida cuenta de nuestra desventaja en esas lides y de que encarnamos una bravía contracorriente política: cien mil personas respaldaron con su voto las políticas y posiciones de los moiristas. No hay duda, contamos con una buena base para emprender luchas de mayor envergadura.
Tan evidente como lo anterior fue la grosera y amplia manipulación, corrupta aunque sea legal, del proceso eleccionario por parte del gran capital, primero que todo el financiero. Cuestión no enteramente nueva, pues aquí ya es consuetudinario que los grandes grupos económicos, ordinariamente llamados «grandes cacaos», dispongan y distribuyan sus dineros a fin de fletar un número decisivo de gobernantes y legisladores. Escandaloso que, para ello, no tengan ningún recato en enviar a sus chalanes, chequera en mano, al majadal parlamentario. A tal cinismo quizá los impulsa el ejemplo del presidente Clinton, su actual patrón ideológico y político, quien acondicionó la Casa Blanca para que, ya fuera tomando café en tertulias, ya durmiendo en alguno de los aposentos presidenciales, los enviados de las compañías extranjeras y diversos magnates norteamericanos entregaran los considerables aportes monetarios que garantizaron su reelección. Varían las técnicas de compra y venta pero, tanto allá como aquí, quienes firman los cheques son los que deciden políticas, determinan ponencias y refrendan las leyes.
Este libre mercado para la compra de almas y decisiones siempre se ha presentado en las democracias burguesas, desde los tiempos del ascenso del capitalismo y, luego, exorbitante, durante el auge del imperialismo. Cabe preguntar ¿quién fue pionero en estas prácticas corruptas?, ¿señalados delincuentes o los linces financieros? ¿Quién imita a quién? Si para satisfacer la avaricia de bienes y fortunas se compran los integrantes de las ramas del Estado, ¿cuál es la diferencia entre unos y otros adquiridores?
Los abogados de la apertura y del conjunto de dogmas neoliberales, los mismos que a nombre de un neomoralismo reaccionario andan siempre en plan de perentorios inquisidores, deben ser perentoriamente inquiridos, ya que son conspicuos miembros de la panda vendepatria los dedicados a la compra de curules y cargos. Así, la población podrá saber, por ejemplo, y en el caso resaltante de Bogotá, qué tanto compró Peñalosa entre ediles y concejales, y qué tanto le compraron a él los dueños del capital, es decir, qué vendió y qué compró para resultar elegido alcalde con una voluminosa votación a pesar de casi reducir su campaña a exhibirse en bicicleta, cual si fuese un modelo para la propaganda de dentífricos y prendas importadas.
Similarmente, la imposición de ideas económicas y políticas reaccionarias también está regulada por los dueños del capital. El fenómeno lo describía con crudeza el senador norteamericano Bradley al expresar que «si usted tiene una idea buena y diez mil dólares y yo tengo una idea espantosa y un millón de dólares, yo puedo convencer a la gente de que mi idea espantosa es la buena.» No es necesario abundar en las ideas espantosas a las que la oligarquía financiera colombiana y sus áulicos les han creado opinión pública favorable. Han vuelto buenas ideas como neoliberalismo, apertura, privatizaciones, extradición, justicia sin rostro, salarios bajos, intervencionismo y han convertido en prohombres a personajes nefastos como Gaviria, Mockus, Valdivieso, Serrano Cadena, Samper, en fin, Serpa, y larga es la lista.
Seguimos asistiendo a una recolonización norteamericana, cada día más intensa y brutal, cuya constante mayor es la ampliación de las desigualdades tanto entre las naciones como dentro de ellas. Mas esa brecha entre naciones y elites exageradamente pudientes, por un lado, y naciones y sectores populares excesivamente pobres, por otro, ya no preocupa a los líderes del neoliberalismo, pues cada día tienen menos pudor en reconocer lo que siempre ha estado en el fondo de su pensamiento: que las desigualdades, sin importar las aberraciones sociales que ellas implican, son un aspecto imprescindible para el crecimiento económico.
Con ellos nada se ganará mostrándoles las terribles consecuencias de sus siniestros postulados económicos. Lo único que cabe es derrotarlos para que no sigan ocultando que los denominados milagros económicos son el resultado de la antidemocracia política combinada con la exacción salvaje de la plusvalía mediante la explotación de mano de obra abundante y barata. Derrotarlos para que en su paroxismo no traten de que los centenares de millones que han sido excluidos de lo que el jefe del manejo monetario gringo, Alan Greenspan, llama la «irracional exuberancia del mercado», y que han sido arrojados a una situación de pobreza extrema, tengan que soportar lo insoportable. Derrotarlos para que en la literatura no tengan que surgir de nuevo escritores que, como hicieron antes Dickens y London, en excelente literatura además, describan grises situaciones de miseria económica y social en donde resaltan seres quebrantados física y espiritualmente, merced a la salvaje explotación.
Debe reiterarse que para derrotarlos en Colombia, el sector más esclarecido de la clase obrera, sector en donde mora políticamente el MOIR, tiene que librar una batalla ideológica en la que, a partir de su exclusiva situación de clase, aplique un pensamiento radical en el análisis científico de los diversos aspectos de la lucha política y proceda a la subversión de todas las ideas imperantes. Sólo así podrá asumir las posiciones de principios que precisa para consolidar sus alianzas, liberar a la nación del imperio y proceder a la consecuente transformación de la sociedad.
Reafirmamos estos criterios debido a que Washington, sabiendo que los trabajadores son el principal obstáculo para su toma de las empresas y recursos nacionales, como las telecomunicaciones, el petróleo y los servicios públicos, ha arreciado en sus intentos de doblegar con métodos tanto duros como blandos a las organizaciones obreras. Prohibir o debilitar los sindicatos y paralizar o desviar sus luchas y movilizaciones, son asuntos indispensables para la colonización económica y la subyugación política. Aparte de las leyes y disposiciones reaccionarias y de la represión, a estos objetivos sirve también que los dirigentes se enfrasquen en debates mezquinos, distraigan su atención en misiones y tareas tan ampulosas como frívolas y concentren sus esfuerzos en causas menores y coyunturales. No hay duda de que los dirigentes que se entreguen a estas actividades terminarán olvidando los intereses de quienes los eligieron, cambiando la lucha por un pacifismo grosero y perdonando a sus enemigos. Si tales vergüenzas prosperan, el imperio ganará batallas sin librarlas, no porque posea esa sabiduría en el arte de la guerra que en la antigüedad anhelaba el estratega chino, sino por la estulticia e inconsecuencia de quienes andan cobrando el barato en lugar de cumplir con sus elementales deberes sindicales y obreros.
El abrumador intervencionismo del gobierno norteamericano sobre la nación no puede empero hacernos perder la perspectiva de que estamos ante un imperio podrido, estratégicamente débil. Su avance a nivel planetario es intrincado. Las crisis financieras asiáticas revelan las dificultades para imponer su dominio en las economías y mercados de los países del Tercer Mundo. En lo que puede calificarse como parte de un moderno bestiario, a esos países se les denominó tigres y alrededor de ellos se ideó la fábula de las milagrosas bondades del modelo neoliberal para sacar a los países del atraso. En realidad se asistió allí a un auge económico cuyas principales arterias estaban controladas por el capital financiero internacional.
Cuando aparecen asomos de crisis, como fue recientemente el caso en Tailandia y Corea del Sur, los sátrapas financieros no emiten ucases exigiendo que se tomen medidas para conjurarla, cosa que sí hacen para que se apliquen las medidas que conducen a ella. Una vez que ésta se presenta, aparecen con sus planes de salvamento y al calor de la debacle se dedican a un chantaje tan implacable como el que se ejercería teniendo al respectivo país en la mira de sus más poderosas armas de destrucción. Luego de imponer sus condiciones, sueltan los dólares en onerosos préstamos y, así, millones de seres, naciones enteras, son puestas a trabajar al servicio del puñado de magnates poseedores del capital financiero. Una cifra es ilustrativa: los haberes de 358 multimillonarios equivalen a los ingresos combinados de casi la mitad de los habitantes del planeta. Y una cita del The Wall Street Journal nos exime de mayores explicaciones: «Bajo la presión del gobierno de Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional obligó al gobierno coreano a aceptar una serie de cambios estructurales radicales que comenzarían a desmontar el sistema financiero de estilo japonés y a reemplazarlo con un sistema capitalista al estilo estadounidense».
Más característico aún es que los mismos apóstoles del neoliberalismo sean quienes anuncian la tenaz resistencia que se desatará ante la asoladora voracidad financiera de Estados Unidos. En efecto, vaticinan que el éxito de los linces de Wall Street impelerá a estas naciones a atravesar desórdenes sociales y que en ellas se producirán enormes trastornos.
Si bien esa resistencia es ineluctable, para librarla en nuestro país es necesario que algunas de las clases llamadas a crear un frente de lucha antimperialista resuelvan su actual problema de no contar con direcciones consecuentes. Estamos en presencia de dirigentes de los gremios de productores urbanos y rurales que se han dedicado a arrodillarse ante el imperio y a alcahuetear la conducta de los vendepatria. Igualmente, gran número de miembros de la clase política, que representan en mayor o menor medida los intereses de esos productores, están empeñados en aprobar todas las exigencias legislativas y políticas dictadas por Norteamérica. Ante eso, cabe tener en cuenta lo que bien enseñaba el camarada Mosquera al destacar que así como en las organizaciones obreras y populares se encuentran dirigentes inconsecuentes y oportunistas, también en las organizaciones de la burguesía y la pequeña burguesía pelechan jefes confusos e inconsistentes respecto a los intereses de dichas clases.
Tal situación exige que los integrantes de la burguesía nacional y la pequeña burguesía, en cuanto fuerzas llamadas a hacer parte del frente de lucha antimperialista, empezando por sus dirigentes sociales y políticos, reciban de parte de la clase obrera una intensa educación siguiendo el método de unidad-crítica-unidad. En términos maoístas, esto se traduce en que a partir de un deseo y propósito unitario con ellos, sometamos todas sus inconsecuencias y vacilaciones a rigurosa crítica, a fin de alcanzar una unidad cualificada que permita conformar y consolidar el frente unido. Sólo la unidad que sea alcanzada como fruto de la lucha podrá tener la suficiente firmeza para perdurar.
Camaradas y amigos:
En la campaña electoral que se ha convocado para elegir el 8 de marzo a los miembros del Congreso Nacional, nos aprestamos a aprovechar todos los espacios que en ella se nos abran, teniendo en cuenta que en los partidos liberal y conservador, principalmente en sus cúpulas, no sólo los amigos que tenemos son pocos, sino que, dada su conducta permisiva y blandengue con las tropelías norteamericanas, buen número de ellos serán blanco de nuestra crítica.
Dos hechos típicos de la conducta de traición nacional presiden el lastimoso e indigno mundillo político colombiano. Por una parte, Ernesto Samper se dispone a terminar su mandato haciendo gala de un servilismo ante Estados Unidos que bien puede superar el exhibido sin pudor por la mayoría de los mandatarios latinoamericanos. No hubo punto de la agenda intervencionista de Washington que no cumpliera con creces. Si bien Gaviria instauró la apertura imperialista con la insensibilidad de un mercenario político, Samper, con los falsos escrúpulos del desclasado y su complejo de inferioridad total, creyó necesario dedicarle horas extras a su trabajo de entrega de nuestros recursos y empresas, luego de dejar a un lado todo vestigio de soberanía nacional. Podemos estar seguros de que, al contrario de lo ocurrido en otros episodios históricos, en el caso de Samper no tendremos noticias de los modernos denarios recibidos, ni tampoco debemos tener ilusiones en hallar la soga del ahorcado, pues esta traición se hizo sin conciencia ni remordimiento.
Por otra parte, entre sus probables sucesores presidenciales se destaca Serpa Uribe, quien se ha dedicado a negar con exclamaciones gaitanistas todo lo que tenía el gaitanismo de antimperialista y antioligárquico. Y lo hace imitando su voz, en un gesto que convierte la oratoria en un oficio propio de loros. Serpa ya les dijo mamola a quienes creían que iba a convocar la oposición al imperialismo. Pero a Serpa también le cabe un mamola, aún más sonoro, éste sí de estirpe gaitanista: el que le gritarán con su resistencia antimperialista las masas populares en toda Colombia.
Camaradas y amigos:
Ante todos los colombianos, el camarada Jorge Santos se ha caracterizado como adalid de la lucha antimperialista. Usted, camarada, como lo expresé en reuniones internas y ahora quiero manifestar públicamente, atesora una cualidad propia de los comunistas moiristas: es fraternal, manso y sencillo con las gentes del pueblo, y altivo, soberbio y combativo con todos nuestros enemigos, empezando por los imperialistas gringos. Usted, Jorge, tiene suficientes títulos para liderar en plazas y veredas, y en los recintos parlamentarios, nuestras más caras aspiraciones políticas. Por eso los moristas y todos nuestros amigos lo volveremos a elegir al Senado de la República, para que continúe su labor revolucionaria.
Similar tarea cumpliremos con el camarada Marcelo Torres, quien ha estado al frente del trabajo parlamentario del Partido, labor que recientemente, en su calidad de senador, ha realzado aún más. Como dijese el camarada Mosquera, ustedes garantizan los rendimientos políticos en esta brega.
Camarada Jesús Bernal: pertenece usted a los cuadros del MOIR que han respondido al llamado para que los dirigentes de los trabajadores jueguen un papel político que, traspasando las fronteras sindicales, los coloque en condiciones de encabezar las luchas de más amplios sectores de masas. Su eventual presencia en la Cámara de Representantes, para lo cual concentraremos todos nuestros esfuerzos, equivaldrá a contar con otra bandera roja y antimperialista en la institución legislativa.
Camaradas y amigos:
Prosigue la lucha. Librémosla esgrimiendo nuestras invencibles armas ideológicas. ¡Ingresemos al nuevo milenio combatiendo por la causa obrera, para que a ninguno de nuestros enemigos le quepa duda de que esa causa, la de más largo aliento que existe sobre la tierra, mora siempre entre los moiristas!