El actor y dramaturgo del Teatro Libre de Bogotá Esteban Navajas, se hizo acreedor a la edición 1976 del “Premio Casa de las Américas”, en el género teatro, por su obra “La agonía del difunto”. El grupo teatral La Candelaria de Bogotá, obtuvo igualmente el galardón con la pieza “Guadalupe años sin cuenta”.
El concurso “Casa de las Américas” fue instituido en Cuba poco después del triunfo de la revolución y desde entonces se celebra anualmente, considerándosele sin duda de gran trascendencia en toda Hispanoamérica, no sólo por la calidad literaria de las obras distinguidas, sino pro ser un certamen que exalta y promueve la nueva cultura latinoamericana, en los campos de la novela, la poesía, el cuento, el teatro, la literatura infantil y el ensayo. Además, “Casa de las Américas”, a través de su revista del mismo nombre ha venido difundiéndose desde hace más de 15 años testimonios políticos y literarios que constituyen expresión del despertar antiimperialista de los pueblos de América Latina. A la versión de 1976 de este premio, fueron enviadas 608 obras y 34 personas de 17 países sirvieron como jurados.
El compañero Esteban Navajas se inició en teatro con el grupo de la Universidad de los Andes dirigido por Humberto Dorado. Inicialmente actuó y participó en la reacción del texto de “Encuentro en el camino”, en 1974. Posteriormente, a partir de la fusión de dicho grupo con el Teatro Libre de Bogotá, Esteban Navajas se incorpora a él y actúa en “La verdadera historia de Milcíades García” y en La Madre” de Bertolt Brecht, bajo la dirección de Ricardo Camacho. Desde 1975 entra a formar parte del Taller de Dramaturgia del Teatro Libre de Bogotá, organizado y orientado por Jairo Aníbal Niño. En el marco de este taller, escribe “La agonía de difunto”, su primera producción.
La obra premiada –que será puesta en escena por el Teatro Libre- narra la invasión de unas familias campesinas al latifundio de un terrateniente, las patrañas y maniobras de que éste se vale para desalojarlos y la astucia y decisión que los campesinos desarrollan para conquistar sus derechos. El vigoroso y vivo realismo del texto y su combativo contenido lo convierten en una expresión más de la floreciente cultura revolucionaria colombiana y latinoamericana.