El camarada Mao Tsetung nació el 26 de diciembre de 1893 en la aldea de Shaoshan, provincia en Junán. Sus padres, campesinos medios acomodados, tuvieron además otros dos varones y adoptaron una pariente, que se convirtió en la hermana menor.
Su temprana infancia transcurre en la granja de su padre donde alterna el trabajo productivo con el aprendizaje primario en la escuela local. Por la época en que se desplaza a la capital provincial, Changshá, en vistas a continuar el estudio, sus padres, haciendo uso de la antigua costumbre, lo habían desposado, a los 14 años con una muchacha de 20, con la cual nunca convivió. La pasión por la lectura y la avidez de conocimientos que se habían despertado en el joven Mao jamás habrían de abandonarlo desde entonces. En Changshá bebe de las ideas nacionalistas que bullían desde la revolución de 1911 y empieza a gestar en su espíritu precoz una profunda rebeldía contra el oprobio que sufría su patria, cercenada y oprimidas por distintas potencias imperialistas y bajo la férula interna de la asfixiante dictadura manchú. A los 17 años ingresa al ejército rebelde formado para combatir a los manchúes permaneciendo en él durante seis meses.
“Cuestión de camaradería”
Retorna a la escuela para la prosecución de sus estudios, pero al poco tiempo la abandona, descontento con los sistemas imperantes de enseñanza, dedicándose a aprender por su cuenta en la biblioteca local, en la que dura hasta diez horas diarias leyendo. Mas tarde, su familia lo insta a ingresar a la Escuela Normal. El pintoresco episodio de su admisión se lo narró Mao al periodista Edgar Show: “dos de mis amigos… me insistían para que entrara allí. Ellos necesitaban mi ayuda para escribir la disertación de ingreso… Escribí las disertaciones de mis dos amigos y la mía. Nos admitieron a los tres (de hecho), yo había sido admitido tres veces). No pensaba entonces que esto constituyera un acto inmoral; era sólo una cuestión de camaradería”. Cinco años después se gradúa, pero su mentalidad emprendedora y audaz que se desarrollaba vertiginosamente lo induce a acometer un viaje a pie por su provincia, acompañado de un condiscípulo: “los campesinos nos proporcionaban alimentos y lugar donde dormir; en todas partes nos acogían gentilmente”.
“Resueltamente antiimperialista”
Participa en 1917 en la fundación de la “Nueva Sociedad de Estudios Populares”, varios de cuyos miembros habrían de transformarse luego en figuras relievantes de la revolución china. Al lado de un intenso ejercicio físico, los miembros de la Sociedad discuten e investigan los principales problemas del país y de la sociedad en general. Las ideas de Mao en aquel momento “eran una ligera mezcla de liberalismo, reformismo democrático y socialismo utópico. Sentía algún entusiasmo por la ‘democracia del siglo XIX’, el utopismo y el liberalismo antimilitarista y antiimperialista”. Al presentársele la oportunidad de viajar a Europa, caro anhelo de la generalidad de los estudiantes chinos, resuelve permanecer en China porque “no sabía lo suficiente sobre mi país”, y prefiere trasladarse a Pekín, empleándose allí como ayudante de la biblioteca universitaria. Conoce a Yang Kai-jui, hija de un antiguo profesor suyo, con quien contraería matrimonio en 1920.
Primeras actividades revolucionarias
Al cabo de una temporada de trabajar y estudiar e la capital regresa a Changshá y asume la jefatura de reacción de la “Revista del Siang Chiang”, que ejercía considerable influencia en los movimientos estudiantiles del sur del país. Crea, igualmente la “Sociedad Cultural del Libro”, donde se debaten “las tendencias culturales y políticas modernas”. No tarda Mao en orientar la revista y la sociedad contra el gobernador militar de la provincia, promoviendo una huelga general para deponerlo. El sátrapa, en respuesta, cierra la revista, lo que conduce a la ampliación del movimiento y con ella, a su propia caída.
A finales del 19 se halla en Shanghai, sentado conjuntamente con Che Tu-siu las bases de una liga “Para la Reconstrucción de Junán”. Este Che Tu-siu, a quien previamente había conocido en Pekín sería más adelante el primer Secretario General del Partido Comunista de China. El movimiento separatista que encabeza la liga fue reprimido y abortado, pero le sirvió a Mao para “experimentar la influencia de la teoría marxista y la revolución Rusa”, cuyos ascendientes lo llevan a principiar la construcción de células comunistas entre los trabajadores de Junán. La atracción irrefrenable que ejercen los acontecimientos de Rusia en Mao, lo guían a Pekín, donde se hace a tres libros: “El manifiesto Comunista primer libro marxista que se publicó en China; La Lucha de Clases, de Kautsky y una Historia del Socialismo, de Kirkup… En el verano de 1920, me convertí en teoría, y hasta cierto punto en acción, en marxista”.
El 1 de julio de 1921 asiste en Shanghai a la Conferencia de fundación del Partido Comunista de China. En su orientación y organización los papeles los desempeñaron Che Tu-siu y Li Ta-chao. Numerosos núcleos comunistas comienzan a florecer a raíz de la Conferencia en toda la nación y entre los residentes chinos en varios países europeos.
Los inicios de una fulgurante carrera
Nombrado responsable de la sección provincial de Junán, Mao constituye sindicatos obreros y círculos estudiantiles y organiza y orienta varias huelgas y levantamientos para la conquista de elementales derechos democráticos que desembocan, el 1 de mayo de 1922, en una huelga general de toda la provincia que se convirtió en “la primera manifestación amplia del movimiento obrero en China”.
El III Congreso del Partido de 1923 decide la entrada de los comunistas al Kuomintang, partido nacionalista y democrático fundado por el patriota Sun Yat-sen, para la formación de un frente común contra los caudillos militares del Norte, inaugurándose así el periodo de la Primera Guerra Civil Revolucionaria (1921-1927). Mao resulta elegido a la dirección de Kuomintanista de Shanghai, desplegado una febril actividad en Junan, Cantón y Shanghai, pasando luego a la jefatura de “Semana Política”, órgano del Kuomintang, y posteriormente a su comisión de propaganda. Desde ese entonces abre fuego contra el ala derecha de los Kuomintanistas, acaudillada por Chiang Kai-shek.
Su inquietud principal se orienta con creciente fuerza hacia el problema del campesinado, que representaba a la inmensa mayoría de la población y que recibía una casi nula atención por parte del Partido Escribe una serie de materiales sustentando sus apreciaciones, que sufren el rechazo de Che Tu-siu y el Comité Central. En consecuencia, Mao se ve obligado a imprimirlos como folletos, después de que su publicación en la prensa partidista fuera prohibida. En esta forma se comenzaba a abrir la brecha en el seno del Partido entre las concepciones revolucionarias de Mao y el oportunismo del Comité Central chentusiuista.
Mao solicita su traslado a Junán en 1926 para asesorar el movimiento campesino que experimentaba un proceso ascendente de rebeldía contra los terratenientes y el despotismo de las autoridades feudales. Anteriormente había asumido la dirección de la sección campesina del Partido en Shanghai. En Junán redacta su famoso Informe sobre una Investigación del Movimiento Campesino de Junán, en el que insiste en la urgencia para los comunistas de adoptar una línea nueva en el campo, apoyando “una política agraria revolucionaria y la necesidad de una poderosa organización de las poblaciones rurales”. La corriente del oportunismo trotskista de Chen maniobra nuevamente para archivar el informe.
Bancarrota de Chen Tu-siu
El V Congreso del Partido se celebra en 1927, dos años después de la muerte de Sun Yat-sen y cuando la dirección Kuomintang ha pasado a manos de Chiang Kai-shek, quien lo torna en un partido reaccionario y traidor. Feroces masacres de comunistas son ordenadas por Chiang, ante las cuales, el Comité Central del Partido Comunista propone una política de conciliación con el verdugo, desnudando su naturaleza derechista. De otro lado Chen persiste en no comprender el papel de los campesinos en la revolución, subestimado sus posibilidades. Los asesinatos de revolucionario por las hordas de Chiang provocan una grave crisis en el Partido, considerables cantidades de cuyos dirigentes se refugian apresuradamente, huyendo incluso algunos de ellos en Rusia.
El nacimiento del Ejército Rojo
En agosto del 27, con Chu Te a la dirección, se produce el levantamiento de Nanchang contra el Kuomintang, que habría de dar origen al futuro Ejército Rojo y abrir nuevas perspectivas para el desarrollo de la revolución. Inmediatamente, Mao convoca una reunión extraordinaria del partido que aprueba el cese total de la colaboración con Chiang Kai-shek y la destitución de Chen Tu-siu de la Secretaria del partido.
En el curso del “Levantamiento de la Cosecha de otoño” Mao crea las primeras unidades del Ejército rojo, en base a antiguos soldados del kuomintang y a trabajadores urbanos y rurales, bajo la orientación de un programa revolucionario de 4 puntos. Durante el transcurso de su trabajo político, Mao es hecho prisionero por las tropas de Chiang Kai-shek, que lo conducen al cuartel general para ser fusilado. “Con algunas decenas de dólares… traté de sobornar a mi escolta. Los soldados rasos eran mercenarios y estuvieron de acuerdo en ponerme en libertad, pero el sub-oficial que los dirigía no quiso permitirlo. Decidí escapar, pero no tuve la oportunidad sino cuando estábamos a unos 200 metros del cuartel general. En ese momento me solté y escapé a través del campo”.
Debatiéndose en medio del hostigamiento del Kuomintang y de la desautorización del Partido, Mao logra consolidar el núcleo del Ejército, denominado por los oportunistas incrustados en el Comité Central “el movimiento del pillaje”.
Construyendo el Poder Soviético
Chu Te arriba en 1928 a las montañas Chingkang, elegidas por Mao como su base de operaciones para la guerra contra el Kuomintang, unificándose los dos ejércitos, con la consigna de la creación del poder soviético en las zonas de influencia del Partido. Y fue solamente ese año cuando el VI Congreso del Partido realizado en Moscú apoyó esta consigna de Mao, que empieza a irradiar en varias provincias, jubilosamente acogida por las masas. Los éxitos iniciales en la aplicación de esta política encuentran un serio obstáculo en la posición aventurera de “izquierda” de Li Li-san que pregona la desviación de los asaltos espectaculares a las grandes ciudades, sin proteger la retaguardia y arriesgando el incipiente poder de los soviets. El ataque dirigido contra Changshá por Li Li-san se estrella ante la manifiesta superioridad de las fuerzas del enemigo, terminando en un ruidoso fracaso. El Kuomintang desencadena cruentas represalias contra los habitantes de la ciudad como respuesta, y especialmente contra los familiares de Mao: “mis tierras de Siang Tang habían sido confiscadas por el Kuomintang y mi joven hermana, las mujeres de mis dos hermanos… y mi propio hijo habían sido arrestados… Mi mujer y mi joven hermana fueron ejecutadas”. No iba a ser ésta la única tragedia en el hogar de Mao. Sus otros dos hermanos habrían de ofrendar también sus vidas por la causa revolucionaria; Mao Tse-tan pereció en el transcurso de una batalla en 1935 y Mao Tse-min, el mayor, cayó prisionero y fue luego ejecutado en 1942.
La reacción a la ofensiva
Los graves errores del lilisanismo fueron desenmascarados por Mao, resultando eliminados del Partido y el Ejército. En tanto, Chiang Kai-shek organizaba una furiosa acometida en gran escala contra la revolución. Luego de cuatro campañas sucesivas de “cerco y aniquilamiento “ derrotadas todas por la pericia militar de las tropas de Mao, el Kuomintang logra agrupar cerca de un millón de hombres asesorados por técnicos alemanes en un desesperado esfuerzo por exterminar al Ejército Rojo. La arremetida chiangkaishekista halla para su realización valiosos aliados dentro del Partido entre los oportunistas Wang Ming y Chang Kuo-tao. Merced a sus crasas equivocaciones, el ejército y el Partido pierden hasta el 90% de sus efectos en la última campaña del Kuomintang.
Es en ese momento cuando Mao toma la más audaz de las iniciativas revolucionarias, monumento imperecedero a la conducción militar de la guerra popular, para la transformación de una derrota táctica en una victoria estratégica: La Larga Marcha.
Una epopeya de heroísmo y coraje
La Larga Marcha se inició el 16 de octubre de 1934 y terminó el 20 de octubre de 1935, con más de 11.000 Kms. De recorrido. “Enfrentando siempre mayores dificultades, atravesando los ríos más grandes, más profundos, más peligrosos de China, cruzando los pasos de las montañas más altas y riesgosas a través de las más inhóspitas regiones, las estepas desérticas, el frío o el calor intensos, el viento, la nieve y las tempestades, perseguidos por la mitad de los ejércitos de China, atravesando todos los obstáculos naturales y abriéndose paso a través de las tropas… el ejército comunista llegó por fin al norte de Shensí (Yenán)… La marcha victoriosa del ejército comunista y su llegada triunfal a Kansú y Shensí con sus fuerzas vitales intactas se deben en primer lugar, a la justa dirección del Partido Comunista, pero también a la gran habilidad, al valor, a la voluntad, a la fortaleza casi sobrehumana y al ardor revolucionario de los cuadros de base de nuestra población de los soviets.
El Partido Comunista ha estado, está ahora y estará siempre agradecido al marxismo–leninismo y continuará luchando contra todas las tendencias oportunistas. Esta firmeza es una de las razones de su fuerza invencible y de la inevitabilidad de su victoria”, concluye Mao Tsetung.
En enero de 1935 en plena Larga Marcha, el Partido convocó la Conferencia de Tsunyi, que acabó con la dominación de la línea oportunista de Wang Ming y estableció la dirección de Mao en todo el Partido.
Desde las cuevas de Yenán
Aun cuando en 1931 el imperialismo japonés había invadido el nordeste de China, su ofensiva general no se llevó a efecto sino hasta 1937. Mao proclama el apremio de poner fin a la guerra civil y de forjar el más amplio frente antijaponés, que se cristaliza luego de inmensos tropiezos, representados en la posición conciliadora del Kuomintang con el Japón y de ataque al Partido Comunista, y en el oportunismo de “izquierda” que anidaba en el Partido.
Desde Yenán, Mao dirige las fuerzas revolucionarias en la guerra de liberación y escribe en sus habitaciones –cuevas más de cien brillantes obras marxistas, como Sobre la Táctica de la Lucha contra el Imperialismo Japonés, Sobre la Guerra Prolongada, Sobre la Contradicción, Sobre la Practica, Sobre el Gobierno de Coalición, además de una colección de hermosos poemas, que iluminaron el camino que el pueblo siguió para conquistar la victoria, que sobrevino luego de ocho años de permanente combate, salpicado de múltiples hazañas y proezas revolucionarias, en agosto de 1945 con la rendición incondicional del Japón. Con este triunfo China contribuyó enormemente a la victoria del frente mundial antifascista, a cuya cabeza figuraba la Unión Soviética de Stalin. Sobre la Alemania nazi y sus aliados.
Hacia la toma total del Poder
No se habían enfriado aun las bocas de los cañones de la guerra de liberación y ya el imperialismo norteamericano, que tenía intereses de dominación en China desde principios de siglo, se hallaba suministrando colosales cantidades de dinero y armamento al apátrida Chiang Kai-shek para la prosecución de la guerra civil contra el Partido Comunista.
Empero, el Ejército Rojo estaba ya templado en muchas pruebas, contaba con el apoyo del pueblo y la sabia guía de Mao. Es así como ya en julio de 1947 la revolución pasa a la ofensiva general aniquilando 1.690.000 soldados enemigos después de haber liberado Nankín, capital de Kuomintang: la suerte estaba decidida. Chiang y su pandilla corrieron atropelladamente a refugiarse en Taiwán con el apoyo y la complicidad de los Estados Unidos. El 1 de octubre de 1949, Mao Tsetung anuncia solemnemente en Pekín el nacimiento al mundo de la República Popular China. Aquel hombre, como lo describiera Snow, “delegado, con una figura parecida a la de Lincoln, de estatura más elevada que el promedio de los chinos, algo cargado de hombros, de pelo fino y negro más bien largo, grandes ojos escudriñadores, anchas fosas nasales y prominentes huesos en las mejillas” amante “de los platos fuertemente condimentados de Junán y fumador empedernido”, con “un vivaz sentido del humor y una risa desabrochada y contagiosa”, cuyos ojos “se humedecían cuando hablaba de los camaradas muertos”, aquel hombre, interpretando las condiciones concretas de su país a la luz del marxismo – leninismo, logrando que las masas convirtieran en invencible fuerza material sus ideas, condujo a la nación más populosa de la Tierra, la cuarta parte de la humanidad, al anchuroso camino del socialismo para transformar a su patria atrasada, vejada, descuartizada, dominada, en un joven país, erguido y altivo, soberano e independiente, dando un ejemplo sin precedentes a todas las generaciones actuales y futuras del mundo.
Construyendo el socialismo
Bajo la dirección de Mao y el Partido el pueblo de las distintas nacionalidades de China emprende el arduo proceso de la construcción del socialismo: la lucha sólo había cambiado en su forma.
En 1950, designado Presidente de la República se dirige a Moscú para entrevistarse con Stalin y firmar el Tratado de Amistad Chino–Soviético. Ese mismo año el imperialismo yanqui desencadena la guerra de agresión contra Corea. Mao organiza a los Voluntarios del Pueblo Chino para combatir conjuntamente con sus hermanos al invasor norteamericano. Su propio hijo, Mao An-ying cae en pleno campo de batalla, erigiéndose en símbolo vivo del internacionalismo proletario.
La lucha contra el revisionismo
Al morir Stalin en 1953 la banda de Jruschov asalta el Poder en la Unión Soviética, inicia la restauración del capitalismo y hecha por la borda todos los principios de Marx, Engels, Lenin y Stalin. En 1956, durante el XX Congreso del PCUS, Jruschov arremete arteramente contra la obra y figura de Stalin, introduciendo de contrabando concepciones traidoras a los fundamentos del marxismo–leninismo y escindiendo el movimiento comunista internacional. Orientado por Mao, el Partido Comunista chino concentra sus baterías contra los cismáticos produciendo una serie de documentos que son verdaderos aportes a la teoría proletaria revolucionaria. Esta polémica, en la que los comunistas chinos se han unido lealmente con todos los demás partidos auténticamente proletarios del mundo viene profundizándose, permanentemente desde entonces, y con mayor vigor aún en la actualidad, habida cuenta que la camarilla que reemplazo a Jruschov en el partido soviético prosiguió su nefasta obra, volviendo la patria de Lenin un país imperialista, más agresivo y opresor que el de la época de los zares.
Superando las dificultades
La orientación de establecer la Comunas Populares en todo el país trazada por Mao en 1958 consolida el socialismo en el campo y estimula ampliamente la producción. “El Gran Salto Adelante” pasa a ser el eje de la política económica, la cual encuentra a su más furioso enemigo en el sabotaje del revisionismo soviético, que retira intempestivamente todos sus técnicos y créditos.
La concepción que anima “El Gran Salto”, no obstante, desbroza la senda para el rápido avance socialista del país. Entretanto, Mao despliega una nueva ofensiva interna en el Pleno Comité Central de Lushan contra Peng Te-Juai, Ministro de defensa, cuyas medidas derechistas amenazaban con cambiar de color al Ejército Popular de Liberación. El Pleno le cierra el paso a Peng y derrota su influjo pernicioso. En esta misma etapa, el sector revisionista de Lui Shao-chi acumulada poder en el Gobierno y el Partido cuando su cabecilla pasa a ocupar la presidencia de la República ante la renuncia de Mao.
Nadando contra la corriente
A los 73 años de edad Mao alarma a la dirección del Partido al anunciar sorpresivamente su propósito de nadar en las turbulencias y caudalosas aguas del río Yangtse. El 16 de julio de 1966 la realización de su proeza materializada su brillante aserto de que “ir contra la corriente es un principio del marxismo – leninismo” al convertirse en el anuncio de la marejada incontenible de la Gran Revolución Cultural Proletaria.
Aun cuando la consigna principal en que se concretó todo este convulsionado periodo fue la de derrocar “a los dirigentes seguidores del camino capitalista dentro del Partido”, específicamente al Jruschov chino”, Liu Shao-chi, la Revolución Cultural constituyó uno de los más sustanciales aportes de Mao al marxismo–leninismo, a la teoría de la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado. Esta revolución, que llegaba “al alma misma de la gente”, conmovió al país y movilizó en extensión y profundidad más cantidad de personas que cualquiera otra revolución en la historia.
Una indicación del poder que destentaba al grupo de Liu Shao-chi es proporcionada por Mao a Snow, al referir que en 1965 no pudo lograr que la prensa controlada por el Partido publicara un documento destinado a lanzar la frase propagandística de la Revolución Cultural. La historia se repetía 40 años más tarde: Mao tuvo que editar el documento en forma de folleto en Shanghai.
La revolución fue arrebatando uno a uno todos los reductos a los revisionistas y restauradores hasta su triunfo final, refrendado por el IX Congreso de 1969 con la expulsión de Liu de todos sus cargos dentro y fuera del Partido.
“Una tendencia oculta a la otra”
Como señaló el Informe de Chou En-lai al X Congreso del partido de 1973 citado en Engels, “el desarrollo del proletariado transcurres por doquier en medio de luchas internas”. “Esto es independiente de la voluntad del hombre”, agrega Chou. La tendencia arribista y conspiradora de Lin Piao, que se había mantenido agazapada y oculta por la de Liu Shao-chi, vio en la caída de éste su mejor oportunidad para sacar la cabeza y usurpar el Poder. Después de varias conspiraciones y de un fallido intento de golpe de Estado para asesinar a Mao, Lin Pia, viéndose perdido “toma secretamente un avión para entregarse a los revisionistas soviéticos, traicionando al Partido y a la Patria”, pero perece al estrellarse su avión en Mongolia, relata el mismo informe.
De otra parte, la política exterior del Estado chino conoce en este periodo una serie de conquistas decisivas que rompen el bloqueo a que venía siendo sometida por los Estados Unidos desde 1949. Centenares de países establecen relaciones diplomáticas con la República Popular; las Naciones Unidas, por absoluta mayoría aprueba su ingreso a su seno y, finalmente, el imperialismo norteamericano reconoce la portentosa realidad de la China, al enviar a sus dos últimos presidentes a negociar “nuevas relaciones” en Pekín.
Incesante actividad hasta el fin
A pesar de la avanzada edad que minaba implacablemente sus energías, Mao hace la prueba de su descomunal fortaleza física y de una lucidez abrumadora, entregándose a un fatigoso trajinar en sus postreros años. Intensamente afectado por las muertes en los últimos meses de Chou En-lai y Chu Te, dos de sus más íntimos colaboradores durante medio siglo de brega revolucionaria, Mao continuó trazando política interior y exterior de China, recibiendo a decenas de jefes de Estado, partidos y grupos revolucionarios hermanos, representantes de las masas chinas, asistiendo a múltiples reuniones, leyendo y estudiando. En los umbrales de la muerte brinda una patética y ejemplarizante muestra de su posición proletaria al desarrollar una enérgica lucha interna contra las desviaciones derechistas de Teng Sia-ping, fulminantemente destituido como Viceprimer Ministro en febrero de este año.
En la madrugada del 9 de septiembre se extinguió la vida del filósofo, conductor político, economista, estratega militar y poeta, del hombre que entre todos los títulos sólo reclamó para si el de maestro.