Dos dirigentes norteamericanos que estuvieron en Seattle el año pasado relatan su experiencia
Entrevista de los compañeros Jeff Isbell y Brad Smoyr, dirigentes de la Unión de Trabajadores Metalúrgicos de Estados Unidos y Canadá, con Gustavo Triana y Enrique Daza, dirigente de Funtraenergetica y director de Cedetrabajo, respectivamente.
Enrique Daza: Háblenos de la lucha librada en Seattle el año pasado y qué experiencias les dejó.
Jeff Isbell. En Norteamérica se está practicando mucho el dumping en la industria del acero. Es un tema muy importante para nosotros, porque debido a este problema han tenido que cerrar quince compañías del sector en Estados Unidos y han sido despedidos diez mil trabajadores.
Son varios los países que recurren a estas prácticas, y todos se caracterizan porque padecen serios problemas económicos. Han copado su propio mercado, pero siguen produciendo acero con la esperanza de que eso reactive su economía. Y salen a venderlo en el extranjero por debajo del costo de producción, pues disfrutan de subsidios de sus propios gobiernos.
Ante la grave amenaza que se cierne sobre los trabajadores del acero, nos fuimos a Seattle, sin sospechar la magnitud de la protesta que allí se iba a dar. De la Unión Metalúrgica, nos hicimos presentes muchos afiliados de todo el país, y también de otros sindicatos y organizaciones. Llegamos a reunirnos en las calles más de cincuenta mil trabajadores. Los manifestantes planteaban frente a la OMC las reivindicaciones laborales, protestando en particular por los despidos en centenares de fábricas. También había por lo menos otras veinte mil personas de universidades y grupos feministas y ambientalistas. Me sorprendió ver a miles de estudiantes, pues la última vez que yo recuerde una participación tan activa de la juventud fue durante la guerra de Vietnam.
Brad Smoyr. El éxito de la concentración fue tan grande, que el primer día logramos impedir que sesionara la OMC. Todo fue registrado para el mundo por los medios de comunicación. El planeta entero supo de nuestra lucha. Hasta ese momento, tampoco la gran mayoría de la población estadinense conocía nada de la OMC, qué era, qué hacía. Lo que estamos viendo con esta Organización es el inicio de una especie de gobierno mundial, y no particularmente democrático. Fue pues un paso muy importante para abrirle los ojos a mucha gente e iniciar el debate en nuestro país.
En medio de semejante conmoción, con millares de manifestantes ocupando las calles, un ministro de la OMC declaró en forma provocadora que dentro del Tratado no había lugar para los derechos laborales ni para los ambientalistas. Eso nos permitió profundizar en nuestras críticas.
Jeff Isbell. Paralelamente a las sesiones de la OMC, hicimos cientos de mítines y conferencias. A ellos asistieron importantes líderes del Partido Demócrata.
Una de las tareas que yo tenía era acompañar a un congresista de Estados Unidos llamado Charlie Cunningham, que ha ganado prestigio por sus campañas contra algunas grandes corporaciones, y en especial, contra una textilera que basa su publicidad en la imagen de Katherine Keever, una de las tres presentadoras de televisión más populares de nuestro país. Esa compañía produce ropa en Centroamérica en condiciones laborales de extrema miseria, en las llamadas maquilas. Ella es una chica muy decente, muy bonita, que dona dinero a los pobres, pero que está ganando miles y miles de dólares por día con un trabajo de desfalco como lo es la maquila. La línea de ropa de esta compañía presenta la imagen de Katherine Keever con una leyenda que dice: «Ayuda a un niño pobre». Por cada prenda que usted compra, la empresa da dos dólares para la ayuda a la infancia en Estados Unidos. Pero quienes producen esa ropa son trabajadores centroamericanos paupérrimos, entre ellos menores de edad, con sueldos miserables.
Enrique Daza. ¿Cómo fueron las jornadas de protesta en Seattle?
Jeff Isbell. El primer día, el grueso de los manifestantes formamos una cadena humana por el centro de la ciudad para impedir las sesiones de la OMC. A esto lo llamamos Manos alrededor de Seattle, y fueron miles y miles de personas tomadas de la mano a lo largo de varios kilómetros, un espectáculo muy emocionante. Aunque la policía nos tiró gases lacrimógenos, nuestra actitud fue de no violencia, de resistir en la calle y de hacer mítines permanentes y reuniones de denuncia, sobre todo en las iglesias.
El segundo día nos reunimos para defender los derechos laborales. Fue el día que hubo más gente, y a partir de ese instante la policía adoptó medidas más fuertes y alcanzó a disolver muchas protestas, aunque de todos modos concretamos dos inmensas marchas en los siguientes días.
Gustavo Triana. En su opinión, ¿cuáles fueron los logros más importantes?
Brad Smoyr. Hubo dos muy importantes. Uno, el haber enfocado la atención nacional y mundial sobre la OMC. Y segundo, el haber conseguido unificar movimientos que marchaban por sendas muy distintas: los de los estudiantes, los trabajadores, las mujeres, los pequeños productores y los indígenas, como también los de los derechos humanos, el medio ambiente y muchos otros, afectados por las cláusulas de la OMC.
Cada día de esa semana fue dedicado a un interés especial, con marchas y mítines de protesta, y la jornada terminaba con una sesión plenaria, lo que al final nos permitía una visión general sobre los distintos temas. Fue un verdadero proceso de educación, en el que logramos sentar bases para una futura coordinación de los distintos intereses.
Como luchador de los derechos laborales, salí de Seattle con una gran claridad sobre cómo la OMC y las multinacionales afectan los derechos humanos, el medio ambiente, los derechos de la mujer, de los indígenas y demás grupos sin poder, no sólo en mi país sino en todo el mundo.
Rhett Doumtt. Soy dirigente de la AFL-CIO. Nosotros tenemos oficinas en algunas capitales latinoamericanas y nos dedicamos a prestar apoyo a los sindicatos. A raíz de los despidos en masa, hemos llevado a Estados Unidos a dirigentes del acero de México, Brasil y otros países para que nos relaten sus problemas y experiencias, porque estamos viendo que en todo el mundo se deterioran las condiciones de trabajo y se abarata cada día más la mano de obra.
Vinimos a Colombia a estrechar lazos con los dirigentes sindicales de este país y a fortalecer todo lo que nos une en la batalla por los derechos humanos y laborales. Quiero decir al respecto que el balance de nuestra gira es muy positivo.