Eduardo Kronfly, decano de la facultad de Derecho de la Universidad San Martín, es colombiano, hijo de sirios cristianos llegados al país a finales del siglo XIX. Gran parte de su vida la ha dedicado a una consecuente acción en pro de sentidas causas antiimperialistas de los pueblos del mundo. Ha apoyado con tesón las luchas de liberación nacional de los países de América Latina, y fue uno de los principales abanderados de la solidaridad con la lucha de liberación del Vietnam contra los agresores norteamericanos. Lleva años entregado a la defensa de la causa palestina, al punto que hoy forma parte del movimiento por la independencia de esa nación y por la construcción de su Estado. El doctor Kronfly sostuvo con Tribuna Roja una amable y apasionante conversación, sobre la diversa gama de asuntos que componen la heroica lucha de ese pueblo.
«La opinión mundial presta solo atención al palestino que se inmola en una calle de Israel, pero no a los bombardeos inmisericordes sobre el campo de refugiados de Jenín. La gente no se da cuenta de eso. Lo que debe denunciarse principalmente es el terrorismo de Estado de Israel.
«Los palestinos tienen, en esta última intifada, mil quinientos muertos, sin contar los de Jenín ni los de Ramala. Los israelíes, con sus tanques, con sus aviones, con sus ojivas, han puesto trescientos muertos. No se trata de hacer una contabilidad. Pero, ¿por qué es terrorismo que mueran trescientos israelíes y no es terrorismo que mil quinientos palestinos caigan, víctimas de la violencia desatada por el segundo ejército mejor armado y más moderno del planeta, después del de Estados Unidos, el principal aliado de Israel? La violencia es mucho más grave cuando proviene del Estado.
«¿No fue terrorismo la tenebrosa masacre perpetrada por Sharon en Sabrá y Shatila? ¿No fue terrorismo lo que hizo la ultraderecha judía, actualmente en el gobierno, al asesinar al primer ministro Yitzhak Rabín cuando estaba bien avanzado el tratado de paz con Arafat? ¿Y no fue terrorismo el asesinato aleve de Abu Yihad, el segundo hombre de la OLP, delante de su mujer y de sus hijos, por comandos israelíes?» Las anteriores frases, pronunciadas con indignación por Kronfly, fueron el abrebocas de nuestra charla.
Tribuna Roja. Una de las acusaciones que le hacen los grandes medios de comunicación y los gobiernos de Occidente a la Autoridad Palestina es que no fue capaz de cumplir los acuerdos de Oslo al no acertar a controlar a los sectores violentos.
Kronfly. Esa es una presentación maliciosa y sesgada. Desde Oslo, llevamos diez años de conversaciones. En ese lapso, para los palestinos no ha habido sino ilusiones y violencia. Ariel Sharon llega al gobierno en los últimos dos años de este período y lo primero que hace es ir a desafiar a los palestinos en la mezquita de Jerusalén.
Durante todo ese tiempo, Estados Unidos e Israel han presionado a Arafat para que encarcele a sus propios compatriotas, liberando de la tarea del mantenimiento del orden público al ejército israelí, que está ocupando los territorios palestinos. Si con la más sofisticada y experimentada maquinaria militar y de espionaje que hoy existe, como es la israelí, no pueden controlarlo, ¿cómo Arafat, casi sin armas, sin policía, y sin ejército, va a lograr hacerlo? Eso no cabe en ninguna cabeza.
Como hasta ahora las conversaciones han sido estériles, a Arafat se le han salido algunos sectores de las manos. Hay una inmensa población que no quiere más conversaciones. Hay otros sectores que están desesperados. Ha surgido un movimiento nuevo dentro del territorio israelí, que no le obedece a Arafat. Es el Hamás, que se inició con el levantamiento de miles de estudiantes, apoyados por religiosos, los Camilos Torres de allá, y que se fue fortaleciendo con la intifada. Estados Unidos e Israel, al exigirle a Arafat que los encarcele, lo que persiguen es desacreditarlo ante el mundo, presentándolo como un hombre incapaz, y ante sus propios compatriotas, como un enemigo.
TR. Diversos análisis de los primeros años posteriores a los acuerdos de Oslo, daban a entender que los palestinos apoyaban cada vez menos los actos individuales de terrorismo, pero esa tendencia ha venido cambiando, ¿cuáles cree que son las razones de este hecho?
Kronfly. Los acuerdos de Oslo se firmaron entre Israel y la OLP de Arafat, que representa a los cuatro millones de refugiados que bordean las fronteras de Israel. Allí está la fuerza de la OLP, cuyo máximo organismo es el Consejo Nacional Palestino, que se reúne en el exilio, en Túnez, y está integrado por cuatrocientas treinta personas.
Pero hay organizaciones por fuera de la OLP que no los aceptan. Son las que agrupan o representan a los dos millones de palestinos que viven dentro del Estado de Israel como ciudadanos de segunda categoría y en la miseria absoluta.
La palabra intifada, o levantamiento, significa la rebelión interna dentro del Estado de Israel contra su maquinaria militar y ocurre por fuera del control de Arafat. Sin embargo, paradójicamente, con motivo de los últimos sucesos, Arafat, cercado en Ramala, desconceptuado por las cadenas norteamericanas ante la opinión pública mundial, recuperó un prestigio del que no gozaba desde hacía mucho tiempo.
TR. Otro argumento recurrente en la propaganda occidental es que la Autoridad Palestina fracasó como gobierno en todos los campos.
Kronfly. En las conversaciones de paz, si hay justicia, debe partirse de la Resolución 242 de la ONU, que ordena a los israelíes replegarse a los territorios que ocupaban antes de la Guerra de los Seis Días, y la desocupación de las áreas tomadas posteriormente.
Fueron las mismas Naciones Unidas las que partieron en dos a Palestina. Le dejan al Estado de Israel la franja sobre el mar Mediterráneo y las mejores tierras del interior. A los palestinos les reservan las zonas más áridas. La Resolución 242 insiste en que el punto de partida de las negociaciones es que el ciento por ciento de la zona otorgada por la ONU sea exclusivamente para los palestinos y que de allí se retire el ejército israelí de ocupación.
En las negociaciones a partir de Madrid y de Oslo, Israel se niega a entregar la mitad del territorio reservado exclusivamente a los palestinos por la ONU. Entonces, una inmensa mayoría de palestinos se opuso a dicha imposición.
TR. En 1993, entrevistamos a Jaime Salem, representante en Colombia del Consejo Nacional Palestino, quien se mostró optimista sobre la fundación en un plazo breve del Estado palestino. ¿Qué tanta responsabilidad por el fracaso de dicha tentativa estaría en que temas cruciales como los de la fecha de nacimiento del nuevo Estado, los asentamientos, los refugiados, la capital, las aguas, entre otros, quedaran para definirse con posterioridad?
Kronfly. Es muy fácil hablar de paz en la literatura periodística y ser optimista cuando se está en conversaciones. Pero la realidad de las negociaciones no nos permite serlo. ¿Por qué? Porque hay temas cruciales que Israel se empeña en dejar por fuera y, sin ellos, ninguna paz será legítima ni justa. El tema de las aguas, por ejemplo. ¿Cuáles aguas? No hay más río que el Jordán. Dentro de las actuales negociaciones, 95% de las aguas se reservan para Israel y solo 5% para los palestinos.
En segundo lugar, los israelíes no aceptan siquiera que se ponga sobre la mesa la repatriación a sus tierras de origen de cuatro millones de refugiados palestinos, pues, según ellos, el regreso de tal cantidad de población alteraría sustancialmente el equilibrio demográfico actual.
En tercer lugar, las autoridades israelíes no aceptan levantar los asentamientos judíos dentro del territorio reservado por la ONU para Palestina, verdaderas fortalezas militares enclavadas en medio de áreas pobladas por palestinos. No solo no lo aceptan, sino que siguen estimulando la penetración de nuevas oleadas de colonos fuertemente armados, como es el caso del millón de judíos llegados desde Rusia en el último año. Y, además, se oponen a que sean claramente fijadas las fronteras.
En cuarto lugar, el estatuto para Jerusalén, poblada históricamente por palestinos de las tres religiones: musulmana, cristiana y judía. Israel ha declarado que Jerusalén es su capital única e indivisible y que no cederán un milímetro de ella. La contraparte exige que la Jerusalén oriental sea preservada como capital del nuevo Estado palestino.
En quinto lugar, no se retiran las tropas de Israel del territorio reservado por la ONU a los palestinos. La ocupación se mantiene, so pretexto de la protección de los asentamientos judíos.
Y, en sexto lugar, está el asunto del Estado soberano palestino, como derecho inalienable de esa nación. Israel se niega a admitirlo. Tampoco admite que los palestinos tengan su propio ejército. Sobre las bases anteriores, no podrá haber acuerdo ni compromisos de paz.
La estrategia estadounidense-israelí en las negociaciones es la de negociar por pasos. Desocupamos una porción del territorio reservado por la ONU a los palestinos, a cambio de que ustedes nos concedan tal cosa. Desocupamos otra parte, a cambio de tal otra concesión. Lo del Estado, lo discutimos después. Lo de las aguas, lo de los refugiados, lo discutimos después.
TR. En su opinión, la lucha de los palestinos sí está ligada estrechamente a la de los demás países árabes.
Kronfly. Sí, y también al precio del petróleo. Que el nacionalismo se ha ido fortaleciendo, es un hecho innegable. Algo viene ocurriendo en tal sentido desde la Guerra del Golfo en 1991. Es bien sabido que fue la monarquía de Arabia Saudita la que financió en buena parte la agresión norteamericana contra Irak y la que prestó su territorio como base militar. Como respuesta a tal felonía, hubo manifestaciones en las principales capitales de todos los países árabes. Cientos de miles de personas protestaron contra Estados Unidos. Por las calles de El Cairo desfiló un millón de personas. Semejante respuesta, hizo que el rey saudita le pidiera a Bush padre que le ayudara para poder mostrarle a la inmensa nación árabe algunos resultados de paz entre palestinos e israelíes. Bush, entonces, revivió el proceso de paz con los palestinos, el que continuó Clinton.
TR. En los últimos meses la situación tiene algunas similitudes con la que está describiendo, no sólo los pueblos de la zona, sino inclusive los aliados de Estados Unidos: jeques, reyes y potentados, han empezado a exigirle que le dé salida a la cuestión palestino-israelí. Esto, además, compromete el objetivo gringo de que estas naciones le sirvan de peones de brega en el derrocamiento de Saddam Hussein.
Kronfly. Hay dos aspectos ahí. Lo primero, sigue en marcha el proceso nacionalista, que ya cumple ciento cincuenta años, con dos hechos relativamente recientes: Irak e Irán independizan el petróleo rescatándolo de las manos estadounidenses y británicas. Son en conjunto siete millones de barriles diarios que escapan a la égida directa de Wall Street. A lo anterior se añade que, por primera vez, el nacionalismo empieza a invadir al principal productor, Arabia Saudita. La respuesta de Estados Unidos a este ascenso del nacionalismo árabe es ordenarle al ejército israelí que apriete a sus vecinos.
Lo segundo, como consecuencia del nacionalismo, es la inquietud que comienza a aflorar entre los reyes y jeques de Arabia Saudita y de los Emiratos y en el gobierno de Egipto.
En la situación actual, por la agresividad de Estados Unidos e Israel después del 11 de septiembre, puede que no esté muy a la mano la concreción del Estado palestino. Pero yo les diría, tomando un viejo adagio: no hay imperio que dure cien años ni pueblo que lo resista. En Arabia Saudita, Egipto, Argel, las cosas están cambiando. Y cuando cambie la correlación de fuerzas en los países árabes más ricos, tanto en lo político como en lo militar, la situación para los palestinos también tendrá que cambiar.
Aquí enfrenta Bush una gran dificultad, porque si no le da una salida presentable al conflicto palestino-israelí, es dudoso que pueda unificar a los países árabes en el propósito que se ha fijado Washington de derrocar a Sadam Huseín, parte del «Eje del Mal», junto con Irán y Corea del Norte.
Sea como fuere, cualquier intromisión norteamericana en los asuntos internos de Palestina seguirá siendo nefasta para esa nación y para todo el mundo árabe. Como ya se demostró con la Guerra del Golfo, el intervencionismo de Estados Unidos no hará sino avivar los levantamientos en todo el Medio Oriente.
TR. Para mayor comprensión, detállenos cómo está distribuida en la actualidad la población palestina.
Kronfly. En 1918, poco tiempo después de la Declaración Balfour y cuando los ingleses se apoderan de Palestina tras la caída del imperio otomano, había 660 mil palestinos, 60 mil de ellos de religión judía. Los ingleses los censaron como judíos, pero no le dijeron al mundo que eran palestinos nativos de religión judía, que convivían pacíficamente con los demás palestinos de religión musulmana y cristiana.
Partido en 1947 el territorio de la antigua Palestina –una Palestina de seis mil años de existencia, por donde han pasado todos los imperios pero todos han salido—, las Naciones Unidas les reservaron a los palestinos la parte interior, desértica. En ese momento, la proporción de habitantes era de 1.100.000 palestinos, todos nativos y campesinos, y 500 mil judíos, provenientes de Europa y desplazados por el sistema nazifascista. Eran principalmente alemanes y polacos de religión judía, un cuerpo extraño trasplantado a la región del Medio Oriente pero recibido por los árabes con su tradicional hospitalidad.
El Estado de Israel es, por ende, una creación artificial. Las Naciones Unidas lo aprueban en el mismo momento en que Estados Unidos necesita una punta de lanza en el Medio Oriente. Aprovechando que Gran Bretaña ha quedado en la ruina después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se queda con las acciones que poseían los ingleses en las grandes compañías petroleras que operaban en el Golfo Pérsico. El nuevo imperio, dueño ya del petróleo, precisa con urgencia de un satélite que le sirva de gendarme. Utiliza entonces para tal fin a esos pobres judíos trasladados desde Europa, que en sus países de origen hacían parte del proletariado. Todo, para que el imperio de Estados Unidos pueda ser dueño de los veinte millones de barriles diarios que produce el Golfo Pérsico. Este es el problema de fondo.
TR. ¿Hay palestinos que sean ciudadanos de Israel? Los cuatro millones de refugiados palestinos ¿qué nacionalidad tienen?
Kronfly. De los seis millones de habitantes del Estado de Israel, dos millones son palestinos, nativos todos del Medio Oriente, vistos como ciudadanos de segunda clase e influidos en buena parte por el Hamás. Durante esta segunda intifada cuando por primera vez ciudadanos israelíes se levantaban contra su propio gobierno, los que lo hacen son precisamente integrantes de estos dos millones de personas.
Lo segundo es difícil de contestar. En estricta lógica jurídica, el palestino nacido en un campo de refugiados de las afueras de Beirut es libanés. El niño que nace en un campo de refugiados de Siria, es sirio. El que nace en un campo de refugiados en las afueras de Ammán, donde hay millón y medio de palestinos habitando en tugurios, es jordano. Sin embargo, hay tal conciencia de patria, que ellos se consideran a sí mismos palestinos, primero que todo.
TR. ¿En qué condiciones económicas viven los refugiados palestinos.
Kronfly. En la absoluta miseria. Las Naciones Unidas les tiene asignadas unas cuotas de harina de trigo, que en la actualidad es el único alimento del que disponen. Los campos son tugurios de latas y cartones, sin acueducto, sin alcantarillado, en medio de un hedor insoportable, y sin los más mínimos elementos de salubridad. Los viejos, las mujeres y los niños viven muertos de hambre, en condiciones infrahumanas. Jóvenes no hay, porque casi todos están por fuera. El territorio de Gaza, con un millón de palestinos, carece de agua, luz y alcantarillado. Yo presencié su situación. Es lo más lamentable que he visto en mi vida.
TR. ¿Cómo es la actual composición de las fuerzas políticas dentro del movimiento palestino por la independencia nacional?
Kronfly. Dentro de la Organización para la Liberación de Palestina, OLP, cuyo máximo organismo es el Consejo Nacional Palestino, hay siete tendencias, que representan partidos políticos, grupos de exiliados, gremios de profesionales, maestros y grupos religiosos, musulmanes y cristianos. Entre los partidos, el más fuerte es Fath –aquí decimos Al Fatah—, que quiere decir «La Antorcha» o «El que va adelante iluminando», es de centro-izquierda. Hay dos partidos marxistas, el Frente Popular y el Frente Democrático. Y por fuera de la OLP están el Hamás y la Yihad Islámica.
TR. ¿A qué se debe el liderato de Yasser Arafat?
Kronfly. Primero, porque es un gran negociador y cuenta con una gran autoridad moral, por haber sido durante veinte años un combatiente en los campos de batalla. Y segundo, porque es el jefe del movimiento mayoritario.
TR. Se han levantado voces a denunciar que lo que en última instancia pretende Ariel Sharon es la limpieza étnica, expulsar a todos los palestinos de Israel e incluso de Cisjordania, para crear un Gran Israel, o Heretz Israel, el sueño del sionismo.
Kronfly. Los ataques genocidas a Jenín, Ramala, Nablusa y Belén, incluida la basílica cristiana y los conventos que la circundan –varios de los cuales fueron destruidos—, perseguían sacar a los palestinos de sus hogares. Y en efecto, muchos salieron.
Israel negoció con las dos Iglesias, la católica y la ortodoxa, el levantamiento del sitio a la basílica, donde murieron de hambre varios palestinos, cristianos todos. Hubo quince muertos. Los primeros niños que salieron lo hicieron con dos cadáveres. Los testigos narran que estaban viviendo al lado de la podredumbre.
TR. ¿Cómo visualiza el futuro del conflicto?
Kronfly. Ya incluso se empiezan a ver reacciones dentro de la misma opinión pública israelí. Las encuestas dentro del Estado de Israel desfavorecen hoy a Ariel Sharon. Hay contradicciones entre Sharon y Peres, y entre Sharon y Netaniahu. Además, hay sectores influyentes que tratan de moverle la butaca a Sharon, entre ellos tres partidos que le han pedido expresamente que se retire de los territorios ocupados.
Lo único que se ve es que los palestinos persistan en su resistencia armada contra la ocupación israelí. Incluso la suerte misma de las negociaciones depende de que continúe esa resistencia.