GUSTAVO UPEGUI, EJEMPLAR VIDA REVOLUCIONARIA

Gustavo Upegui nació en Girardot el 6 de enero de 1952 y su infancia estuvo marcada por el constante viajar de su familia a lo largo y ancho del país. Cursó estudios de secundaria en el Instituto Tecnológico Municipal de Cali. Fue una época de grandes privaciones, en la que tuvo que asumir responsabilidades de adulto.

Además de darle a conocer en carne propia los sufrimientos del pueblo, Cali le abrió a Gustavo la puerta para que su rebeldía encontrara cauce. Allí, siendo empleado bancario, fue elegido directivo de UNEB y en esa tarea fue como conoció al MOIR. En 1974 tomó la decisión de vincularse a nuestro Partido, al cual le dedicó durante 25 años lo mejor de su vida y a cuyos postulados revolucionarios guardó siempre lealtad. Despedido del banco a raíz de su activa participación en la huelga de 1975, viajó a Bogotá, donde continuó con su actividad política en los barrios populares.

Al año siguiente decidió acogerse al llamado de Francisco Mosquera y se descalzó a las breñas cundinamarquesas. Los campesinos lo conocieron de vereda en vereda vendiendo máquinas de coser y esparciendo como semilla la palabra revolucionaria, que en sus labios adquiría vibrante fuerza persuasiva.

Desde 1981 se radicó en Arauca. Acompañando una delegación del Teatro Libre de Bogotá, Gustavo llegó un día al corazón del Llano y, entusiasmado, se fue poco después de maestro a la vereda Puentetabla, de Tame, donde vivió la etapa más fructífera de su militancia. Ayudó a consolidar la Organización Campesina Intendencial de Arauca y fue elegido directivo de Asedar, la asociación de educadores. Por esa misma época fue encargado de la secretaría local del Partido en Tame.

En 1988 se trasladó a la ciudad de Arauca, donde continuó desplegando su ya vasta experiencia en la lucha sindical. Los trabajadores de la Empresa de Servicios Públicos de Arauca, Emserpa, como también los de la Gobernación, la Alcaldía, la salud y el petróleo, el magisterio y los vendedores ambulantes, contaron con su valiosa dirección. Al momento de su muerte era presidente de la seccional de la CGTD. Cada esquina de Arauca guarda grabados los ecos clamorosos de sus luchas.

La batalla contra la desviación oportunista de derecha que pretendía usurpar la dirección del Partido iluminó los dos últimos años de su vida. La derrota de esa contracorriente en Arauca obedece en buena medida a la estrecha ligazón de Gustavo con las masas y a su permanente estudio de la realidad y de la teoría marxista-leninista. Cumplió a cabalidad su compromiso frente a la clase obrera.

Su valerosa y significativa obra, en Gustavo adquirió carácter de titánico, pues desde su juventud sufría graves quebrantos de salud. Ese enemigo interno fue minando sus fuerzas. Agobiado por los padecimientos, el pasado 24 de diciembre su enfermedad tuvo un desenlace fatal. Esa noche, los trabajadores velaron en las instalaciones de la USO los despojos mortales de uno de sus más queridos dirigentes y al día siguiente lo acompañaron hasta su última morada.

Su ejemplo de revolucionario íntegro es un legado imperecedero.