Apartes del discurso que no le fue permitido leer al ex presidente de Yugoslavia, Slobodan Milosevic, en su comparecencia del pasado 30 de agosto. Traducción de Alejandro Torres.
1. La Carta de la Organización de las Naciones Unidas, ONU, no le da poder al Consejo de Seguridad para crear una corte criminal.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se ha arrogado un poder que no posee, adulterando la Carta de la ONU, poniéndose por encima de la ley y amenazándonos a «Nosotros pueblos de las Naciones Unidas» con un futuro sin normas en el cual una superpotencia puede emplear el látigo de la guerra para imponer sus pretensiones. La Corte Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia, CPIY, es ilegítima y su creación corrompe la naturaleza de las Naciones Unidas.
Quienes propusieron desde hace tiempo la hegemonía mundial de Estados Unidos, reclamaron abiertamente una discrecionalidad ilimitada para el Consejo de Seguridad. John Foster Dulles escribió en 1950: «El Consejo de Seguridad no es un organismo únicamente para hacer cumplir los acuerdos legales. El es en sí mismo la ley… Ningún mandato está establecido para orientarlo, él puede decidir de acuerdo con lo que considere conveniente».
1. Una corte coyuntural, creada por un poder político global que arremete contra otro país para servir a sus intereses geopolíticos, es incapaz de ser ecuánime y conduce a la división y a la violencia.
Así como el Consejo de Seguridad creó una corte criminal para enjuiciar la conducta de un país como Yugoslavia, podrá erigir una similar para cualquier nación, seleccionando los enemigos o las oportunidades políticas y económicas para atacar hoy a un pueblo mañana a otro. Por el contrario, ese poder político global y quienes satisfagan sus antojos, nunca se expondrán a dicho enjuiciamiento selectivo. Si hubiera de establecerse una corte criminal internacional, ella debería actuar igualmente frente a todas las naciones y ninguna podría estar por encima de la ley. Un tribunal ad hoc para una sola nación pervierte el derecho internacional.
¿Qué corte juzgará la criminalidad de los bombardeos de la aviación norteamericana sobre civiles indefensos, sus casas, sistemas de acueducto, plantas de energía, fábricas, edificios de oficinas, escuelas, hospitales, que cobraron directamente miles de vidas y causaron pérdidas de billones de dólares por daños a la propiedad en Belgrado, Nis, Novi Sad y en otras ciudades, poblados y villas? ¿Cuál tribunal se ocupará de la amenaza para el mantenimiento de la paz mundial que significó el bombardeo de la embajada de China por Estados Unidos?
¿Quién será hecho responsable de la devastación de Prístina por los bombarderos de la OTAN, o por los ataques a las columnas de refugiados en Kosovo y Metohia? ¿No fue un crimen el uso por parte de los Estados Unidos de bombas de dispersión que hicieron volar fragmentos de metal afilado en el patio del hospital en Nis? ¿Actuará el Consejo de Seguridad para prevenir y castigar el uso por Estados Unidos de uranio empobrecido, cuya radiación afecta indiscriminadamente durante millones de años el aire, el agua, el suelo y la cadena alimenticia que toca?
¿Puede acaso una corte criminal contra Yugoslavia, que ignora la aguda violencia causada por Estados Unidos; que distrae la percepción de la opinión pública sobre la conducta de este país; y que mediante su silencio cómplice legitima los ataques aéreos y con misiles sobre la población civil y el uso de armas ilegales contra un país tras otro, contribuir a fomentar la esperanza en el imperio de la ley, la justicia o la paz?
Estados Unidos, inmune al control o al enjuiciamiento y puesto por encima de la ley, usa su poder para perseguir a los enemigos que selecciona con el fin de atemorizarlos y luego vilipendiarlos; fabrica y vende armas a ciertas naciones y a grupos que buscan derrocar a los gobiernos a los que se opone; usa con impunidad armas ilegales contra pueblos indefensos; busca consolidar y expandir su cuasimonopolio de las armas nucleares y de los más sofisticados cohetes; gasta billones en el auspicio unilateral de la Guerra de la Estrellas, asegurando una continuada carrera armamentista. Mientras tanto la pobreza abruma a miles de millones de seres, el hambre incapacita a millones, la inanición cobra centenares de miles de vidas, y el sida se esparce entre las naciones pobres.
Estados Unidos mella la protección internacional del ambiente; mina el control de las armas nucleares amenazando con retirarse de las previsiones contempladas en los tratados de No Proliferación y de Misiles Antibalísticos; rehusa los convenios de protección de la vida contra las minas antipersonales, las cuales continúa fabricando, vendiendo y emplazando; amenaza con resquebrajar el tratado sobre control de las armas biológicas y químicas; y, regularmente, se embarca en operaciones encubiertas y en violentas intervenciones militares en otras naciones, a las que les viola su soberanía y su legislación.
2. La Corte Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia, CPIY, es incapaz de proteger los derechos fundamentales o de brindar un debido proceso legal.
El mandato estatutario de la CPIY la hace hostil a cualquier preocupación por los derechos de quienes son acusados ante ella. El derecho a la asistencia legal, firmemente establecido en la legislación internacional, ha sido negado o frustrado por este tribunal. La Secretaría me negó, durante varias semanas después de mi acusación, el derecho a consultar sobre asuntos legales con abogados de mi escogencia. Estos injustos fenómenos son inherentes al propósito y a la naturaleza de un tribunal temporal ad hoc, que opera sin el personal requerido según la tradición legal, bastante alejado del sitio donde ocurrieron los eventos y del que proviene el acusado; y dispuesto por quien lo creó, no para presumir la inocencia, sino para admitir como verídicos los terribles crímenes bajo proceso y la culpa del acusado en su consumación. Con esto protege a los verdaderos criminales: los líderes de la OTAN, quienes mataron a miles de personas inocentes durante su brutal agresión.
El arresto ilegal de un individuo y su entrega y aislamiento en la prisión de una corte ilegítima en una nación distante, amenazan la libertad de todo el planeta. La ONU, al realizar o aceptar el secuestro internacional de líderes políticos, notifica al mundo que está dispuesta a utilizar los antiguos métodos de la violencia, la coerción y el engaño. Este proceder será responsable por la única respuesta que puede provocar: la generalizada utilización de los mismos medios.
El nuevo gobierno de Serbia es un títere de Estados Unidos. Si existiere alguna expectativa entre los pueblos serbio o yugoslavo de mejorar su situación al amparo de un gobierno impuesto por esa potencia, deberían preguntarles a los iraníes si creen que tuvieron una vida mejor bajo el régimen del Sha de Irán, impuesto en 1953 y entronizado durante 25 años por Estados Unidos, que la que habrían tenido bajo el gobierno democráticamente elegido del presidente Mossadegh. ¿Fue acaso mejor para el pueblo guatemalteco la larga lista de gobiernos militares que durante décadas lo reprimieron brutalmente, que el gobierno del presidente Jacobo Árbenz elegido democráticamente y derrocado por las fuerzas norteamericanas en 1954? ¿Para el pueblo congolés fue mejor Mobutu, quien por cuatro décadas trató despóticamente, quebró y degradó a su país, que el gobierno democráticamente elegido de Patricio Lumumba, asesinado con la complicidad de los Estados Unidos en 1961? ¿Le prestó, a lo largo de más de dos décadas, un mejor servicio a la democracia y al bienestar del pueblo, el general Pinochet, que el gobierno elegido democráticamente de Salvador Allende, muerto en Chile, en 1973, durante un golpe militar auspiciado por Estados Unidos? En realidad sería difícil hallar cuatro mayores tragedias nacionales en los últimos cincuenta años, todas causadas por la decisión de Estados Unidos de controlar esas regiones.
Ayudado por varios países europeos, Estados Unidos se obstinó durante toda una década en su esfuerzo por desintegrar y destruir la República Federal de Yugoslavia. Provocó la secesión de Eslovenia instigada por Alemania, y la de Croacia, con la expulsión de 500 mil serbios de sus fronteras. Luego Bosnia fue conducida a abandonar la República Federal de Yugoslavia y segregada antinaturalmente, de acuerdo con las creencias religiosas, en tres regiones: una para los musulmanes, una de católicos romanos y otra para los cristianos ortodoxos orientales. Ahora Macedonia está en medio de la tormenta, al borde de la guerra civil, debido a la agresión norteamericana que estimuló y apoyó al terrorista Ejército de Liberación de Kosovo, ELK. De esa manera la antigua Yugoslavia perdió la mitad de su población y riqueza y quedó reducida únicamente a Serbia y Montenegro. Kosovo y Metohia, históricamente preciosas partes de Serbia, permanecen ocupadas por las fuerzas de la OTAN, luego del bombardeo aéreo de 79 días en 1999.
Estados Unidos pretende perseguir y mancillar a los líderes que desafiaron sus propósitos y, junto con el pueblo, defendieron la libertad y resistieron la agresión de la máquina de guerra de la OTAN; simultáneamente osa hacer aparecer como salvajes a esos pueblos. Madeleine Albright, mientras era embajadora de los Estados Unidos en la ONU, fue quien forzó la creación de la CPIY. El embajador estadounidense en ese tribunal, David Scheffer, aceptó que la CPIY es «apoyada, financiada, dotada de personal y abastecida de información», básicamente por Estados Unidos.
Los tribunales ad hoc son ilegítimos; incapaces de aplicar una justicia igual para todos; inhábiles por naturaleza para conducir juicios justos o garantizar un debido proceso; sus víctimas son condenadas desde mucho antes por los medios de comunicación controlados por Estados Unidos;y constituyen un arma de éstos para establecer su control a largo plazo y la explotación de naciones y regiones del mundo. Esa es su globalización, ese es su nuevo colonialismo.