BOLIVIA: FRENTE DE BATALLA ANTIMPERIALISTA

La convulsión social que esta semana se aviva en Bolivia tiene causas que no han sido resueltas desde hace muchísimos años y que han tocado fondo. Miles de hombres y mujeres, ancianos y niños se lanzan a las calles y caminos reclamando sus derechos, pan, techo, educación y justicia y marchan con los dientes apretados porque la situación es de caos absoluto.

Miles de desempleados, sin ninguna esperanza de futuro, la educación fiscal en sus peores niveles, la escasa producción
casi estancada, sin fuentes de financiamiento; el Estado manejado con una improvisación desesperante, la salubridad en una escala nunca antes vista. El pueblo hambriento recurre a la acción directa y ha empezado a tomar su destino en sus manos.

En estos días nadie duerme tranquilo en Bolivia. El gobierno corrupto se
tambalea ante la colosal crisis política, económica y social que se ha abatido como una plaga siniestra y que amenaza, no sólo con acortarle el periodo al ex dictador, sino con destruir el Estado actual.

La Coordinadora de Movilización Única Nacional (Comunal) la conforman la Confederación Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, la Confederación de Colonizadores de Bolivia, la Confederación de Trabajadores por cuenta propia, la Coordinadora del Agua y de la Vida de Cochabamba, la Federación de Regentes, la Federación Nacional de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa, el Consejo de Federaciones Campesinas de los Yungas, el Consejo de Suyus Quechuas – Aymaras y las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba.

Comunal elaboró para la marcha nacional iniciada el 9 de abril, denominada «por la vida y la soberanía», una extensa plataforma de demandas que recoge las reivindicaciones de todos los sectores que la componen. Exigen la modificación de las leyes vigentes en beneficio de los sectores desfavorecidos del país: indígenas, colonizadores, etc; respecto de la coca, piden la suspensión de la erradicación de arbustos de coca en los Yungas de La Paz (zona de cultivo tradicional) y se oponen a la construcción de cuarteles y bases militares en los Yungas y en el resto del país.

Pero entre sus reinvindicaciones
más importantes están la anulación del decreto 21060, que impuso el neoliberalismo en Bolivia, de la ley de capitalización que privatizó todas las empresas estatales. Además de ello se pugna por el cese de procesos penales contra sindicalistas y la libertad para los detenidos, la condonación de 20 millones de dólares a 30 mil pequeños prestatarios de bancos y entidades financieras, la investigación de las fortunas y la lucha contra la corrupción; y reclaman mejoras salariales para todos los trabajadores.

El gobierno ordenó seis acciones de tipo policial en catorce díasde marcha y no pudo frenar la movilización, que sin interrumpir el tráfico de vehículos recorrió más de 400 kilómetros. En una franca violación al derecho de movilización y expresión, el gobierno reprimió brutalmente alos caminantes, obligándolos a trasladarse por montañas, ríos y caminos.

Hubo cientos de detenidos y torturados por el ejército y la policía, pero la marcha llegó a La Paz entre vítores y aplausos de los habitantes de los pueblos y caseríos, quienes se sumaron a los obreros, campesinos, estudiantes y maestros en su camino al centro de la ciudad, donde se pretendía realizar una Asamblea Popular que determinaría el inicio del bloqueo nacional de caminos, para exigir el cambio de modelo económico, buscando reivindicaciones sociales y decisiones políticas.

La Comunal llamó al bloqueo generalizado a partir del Primero de Mayo. Y por su parte, la Central Obrera Boliviana convocó a la huelga general indefinida, también desde la misma fecha.

La situación se torna grave y los trabajadores muestran completo escepticismo sobre la capacidad de liderazgo de los dirigentes sindicales, que por no quedarse atrás han radicalizado su discurso. Sin
embargo, la acción directa es ya familiar para los sectores en lucha y no van a dejarse arrebatar la victoria fácilmente.

El régimen despótico se hunde, la clase dominante se ha agotado totalmente
y se pudre en medio de la corrupción, haciéndose más y más sirviente del imperialismo que ha convertido a Bolivia en su hacienda.

Las masas ya no pueden tolerar las condiciones de miseria extrema a las que las condena la crisis la política imperialista y el entreguismo del gobierno antinacional.

El gobierno del general Banzer tiene el apoyo del régimen norteamericano, pero el pueblo boliviano, fogueado en largas luchas, especialmente en la segunda mitad del Siglo XX, resumirá experiencias, unificará cada vez más sus fuerzas, encontrará sus verdaderos dirigentes y avanzará en su lucha por la emancipación definitiva.