Marcha Nacional Agropecuaria
Asociación Nacional por la Salvación Agropecuaria
Para imponer la apertura total tanto de los mercados de capitales como del comercio de los productos agrícolas e industriales, desde l995 el gobierno de EU viene chantajeando a las naciones latinoamericanas para que establezcan el ALCA. Cumple así su mandato a favor del capital financiero y las empresas multinacionales, cuyos intereses representa. A semejanza de esos países hermanos, en Colombia la política norteamericana contenida en el ALCA, o en un acuerdo bilateral equivalente, opción por la que sumisamente aboga el gobierno de Uribe, llevará al extremo la expoliación del trabajo que soportan los campesinos, obreros e indígenas, y sumirá en la ruina a los empresarios nacionales dedicados a la producción agrícola, ganadera e industrial, Tal destino para la nación y sus gentes laboriosas ya fue captado por la sabiduría popular al afirmar que la sigla de ese proyecto fue sacada de la expresión ALCAído… caerle.
Ni en las negociaciones adelantadas ni en los documentos discutidos hay cosa alguna que sirva al progreso nacional y, menos aún, al sector agropecuario. Por el contrario, se profundizan los males que en los últimos 12 años han llevado la producción rural colombiana a situaciones desastrosas. Productos que todavía cuentan con algún nivel de protección como el arroz, la papa, el azúcar, la carne de pollo, de res y de cerdo, el huevo, la leche y algunas variedades del maíz serán los nuevos sectores que desaparecerán, como ya pasó con el trigo, la soya, el algodón, la cebada y otros cultivos. Para los frutos tropicales, como el café, el banano, la palma africana y la caña de azúcar, cuya conversión en panela es pagada a sus productores muy por debajo de su precio comercial, las condiciones serán peores. Con el ALCA se desatará la más agresiva competencia comercial entre los países del Hemisferio que los elaboran y de la cual sólo saldrán gananciosas las comercializadoras internacionales que así podrán comprarlos cada vez a menos precio. Que casi todos los gremios agropecuarios hayan solicitado ser excluidos del ALCA o, al menos, ser escuchados en ese proceso adelantado a espaldas del país, revela la noción que tienen sobre los peligros que acechan sus intereses.
Como un hecho de suma gravedad denunciamos que en las actuales negociaciones, definitivas dentro del objetivo de que el ALCA empiece a regir en 2006, el gobierno ha incluido todos los géneros agropecuarios para llevarlos, tras una desgravación paulatina, a la total apertura comercial, sin exigir para semejante concesión ninguna reciprocidad, ni tampoco la más mínima condición frente a los cuantiosos subsidios que Washington otorga a sus poderosos sectores agrícolas. A este paso, dentro de poco Uribe y su equipo de gobierno concretarán la abyecta entrega de los mercados internos para que sean inundados por los productos extranjeros, mientras propalan a los cuatro vientos que, como única alternativa con futuro, el trabajo rural colombiano debe especializarse en productos tropicales, como si estos, empezando por el café, tropical como ninguno, no estuvieran viviendo ya la peor crisis de su historia.
Al final, los subsidios de los países poderosos, la sobreproducción, los bajos salarios, los varios orígenes y calidades, altamente sustitutos entre sí, presagian que se va a presentar una hecatombe económica y social tanto en los cultivos permanentes como en los semestrales, en los tropicales y en los que son comunes a los distintos climas, así como en la producción ganadera y avícola. Sin importarle la insoportable situación que sobrevendrá para los millones de colombianos, el gobierno de Álvaro Uribe, obedeciendo a los mandatos del gobierno de Bush y orientado por Hommes, el nefasto personaje que impulsó hace más de una década los primeros grandes daños económicos de la apertura y que ahora es su primer asesor, conduce el ingreso de Colombia al ALCA en sentido contrario a los intereses nacionales. No otra cosa significa privar así al país de la capacidad para nutrir a su población y ponerlo a depender de las importaciones de alimentos, con lo que se consagra la pérdida total de la soberanía alimentaria nacional. Esto implica para Colombia una grave debilidad estratégica que la convertirá en fácil presa de la voracidad recolonizadora imperialista.
Para abonarle el terreno al establecimiento del ALCA, el gobierno de Uribe ha decretado la liquidación de Telecom y la división de Ecopetrol y del Seguro Social, disposiciones conducentes al marchitamiento de estas empresas públicas que son clave para el desarrollo nacional y para la vida de todos los colombianos que tanto en el campo como en las ciudades se verán aún más afligidos por la ruina económica, el desempleo, la miseria y el hambre. Todas estas son potísimas razones para que la Asociación Nacional por la Salvación Agropecuaria unifique sus esfuerzos con el Paro Cívico Nacional convocado por las Centrales Obreras y otras organizaciones populares para el 12 de agosto próximo. La Marcha hacia Bogotá que realizaremos ese día será nuestro firme y consecuente aporte a tan indispensable manifestación de rechazo a la política imperialista y uribista y constituirá la primera de las jornadas de Resistencia Civil que Salvación Agropecuaria cumplirá por defender la soberanía y la producción agraria nacionales, amenazadas hoy como nunca por el ALCA.
Ángel María Caballero
Presidente
Aurelio Suárez
Director Ejecutivo