Héctor Valencia, secretario general del MOIR
Luego de guiar las múltiples actividades a las que consagró su existencia por una concepción universal y progresista de la sociedad, Lía Guberek falleció el pasado 18 de agosto en Cartagena.
Ante proyectos y reivindicaciones que consideraba justos, Lía poseía y desplegaba un elevado espíritu de servicio y, particularmente, ejercía una especie de solidaridad cultural con intelectuales y artistas que tradujo en un cualificado mecenazgo. Su admiración por las artes y las letras no la enclaustró en la satisfacción personal sino que la hizo trascender hacia la preocupación por el desarrollo que estas tuvieran en Colombia. De allí que a su realce y promoción dedicara grandes esfuerzos y recursos empresariales, como lo prueba el permanente empeño en alentar la creatividad de artistas de las diversas artes —plásticas, teatrales, musicales y literarias— y en fomentar la publicación de obras de escritores nacionales.
Con el coraje que siempre demostró en las causas que emprendía, el mismo con el que había desafiado intolerancias y atrasos culturales y sociales, se sumó en la década del 70 a los esfuerzos que el MOIR y un puñado de compatriotas esclarecidos emprendieron hacia la creación de lazos fraternales entre los pueblos de China y Colombia. Fue una de las fundadoras de la Asociación de Amistad Colombo-China y luego, desde la presidencia, se convirtió en el puntal de su desarrollo, lo que redundó en el posterior establecimiento de relaciones diplomáticas entre las dos naciones.
Lía fue una mujer altruista, íntegra, de provecho para sus compatriotas. Con esta dimensión de su personalidad que hoy define su muerte, proporciona un último y valioso servicio: erigirse ante ellos como un ser ejemplar.