ENRIQUE DAZA AL INSTALAR EL FORO SOBRE EL ALCA: EL ESPEJISMO DEL LIBRE COMERCIO

Hace cuatro meses comenzamos la organización de este Foro con la finalidad de unificar en un propósito común a diversos sectores críticos del ALCA. La idea surgió al observar que durante el año pasado y lo corrido del presente se realizaron numerosos eventos sobre el tema, los cuales a pesar de sus indudables méritos tuvieron un limitado alcance: se circunscribieron a la órbita de las organizaciones promotoras, no fueron producto de un plan único. Las posiciones críticas al ALCA no han resonado con la suficiente intensidad y la población colombiana, en su gran mayoría, está sumida en la ignorancia y la pasividad en esta materia.

Tal situación tiene causas objetivas. El gobierno ha mantenido en secreto las conversaciones conducentes al ALCA, no se ha consultado a los sectores interesados y se actúa de espaldas a los afectados. El problema no ha sido solamente de procedimiento. El gobierno en las negociaciones no ha defendido los intereses de la nación, concierta con las multinacionales y no con los ciudadanos y actúa bajo la presión norteamericana, la cual, a través de figuras como el Atpdea o los acuerdos con el FMI, ha condicionado todo el manejo económico de la nación.

Hemos visto con preocupación cómo importantes sectores de la producción, del mundo académico e incluso del movimiento popular se han mantenido indiferentes ante el peligro que representa el ALCA y justo en estos momentos nos avecinamos a la toma de decisiones cruciales que afectarán durante décadas el desarrollo del país. El Foro representa un esfuerzo por unir en el empeño crítico a sectores empresariales, al movimiento sindical, campesino y popular, a un sector importante de ONG y a destacados intelectuales y académicos. También nos han apoyado un pequeño pero cualificado núcleo de parlamentarios como Carlos Gaviria, Piedad Córdoba, Gerardo Jumí y Jorge Enrique Robledo, para no enumerar los más de 16 que nos apoyan. Hemos mantenido informada a la Iglesia Católica y sentimos su sombra protectora.

Lo hemos denominado El ALCA y los tratados bilaterales de libre comercio: el espejismo del libre comercio, los verdaderos efectos sobre la sociedad, porque pensamos que el ALCA no es lo que aparenta. No es un camino para el desarrollo, ni una propuesta mutuamente beneficiosa de integración económica y ni siquiera su esencia es el comercio, sino asuntos tan espinosos como la inversión, la propiedad intelectual, las compras estatales, la política macroeconómica y muchos otros.

Con el ALCA se pretende que aspectos medulares del porvenir económico del país sean definidos, no por la libre determinación de los ciudadanos, sino mediante convenios internacionales. La débil industria colombiana quedará desprotegida y se cerrará definitivamente cualquier esfuerzo de ampliación del mercado interno. El Estado perderá su capacidad de intervención en la economía y toda posibilidad de moldear el desarrollo. La agricultura se reducirá al cultivo de unos cuantos productos tropicales y se perderá definitivamente cualquier soberanía alimentaria. Las áreas de servicios quedarán definitivamente mercantilizadas, sometidas a los intereses comerciales de las trasnacionales, y la educación y salud serán un negocio con ánimo de lucro, no un derecho de los colombianos. La investigación científica quedará supeditada a lo que definan los que tienen cómo hacerla y se verá coartada por los sistemas de propiedad intelectual y de patentes. Las trasnacionales tendrán más derechos que el Estado; los flujos de capital especulativo deformarán el desarrollo y la justicia colombiana perderá jurisdicción sobre los pleitos económicos más importantes.

Las negociaciones se aproximan a un momento de definiciones. A pesar de las súplicas gubernamentales para Bush abra la negociación de un tratado de libre comercio bilateral con Estados Unidos, el cual sería aún más nocivo, la potencia del Norte dictaminó que Colombia debería servirle de agente para promover la participación de la Comunidad Andina en el ALCA y que se deberían hacer más reformas hacia la profundización de la apertura y la liberalización.

Ahora se nos impone que las lesivas políticas contenidas en el ALCA no solamente se negocien bilateral y multilateralmente, sino que el país debe adoptarlas unilateralmente, de tal forma que se entregue el mercado interno y el patrimonio nacional a cambio de un eventual e incierto acceso al mercado estadounidense, exportando unos cuantos productos básicos con escaso valor agregado y por medio de la utilización de una mano de obra superexplotada.

Esto no se le ha dicho a la opinión pública y en el Foro vamos a plantearlo.

(Se publican apartes).