Por Elías Fonseca
La consigna «¡Fuera Marco Palacios de la Universidad Nacional de Colombia!» resume el rechazo total que ha recibido por parte de todos los estamentos su designación como nuevo rector; decisión tomada por el Consejo Superior, desconociendo la voluntad mayoritaria de la consulta para elegir la terna de candidatos a la rectoría, en la cual Víctor Manuel Moncayo obtuvo una victoria contundente. Las sedes de Bogotá, Medellín, Manizales y Palmira se declararon en asambleas permanentes y cese de actividades exigiendo la renuncia de Palacios, lo cual fue ratificado en multitudinarias marchas de protestas.
Las razones expuestas son contra la descarada violación de la democracia y como rechazo a la imposición que desde la Presidencia de la República se ejerció sobre los miembros de CSU para poner una ficha uribista al frente de la institución académica más importante del país con el fin de implementar las políticas neoliberales y privatizadoras de la educación superior.
Los estudiantes de las universidades del Valle, los Llanos, el Atlántico y Tunja también han librado recias batallas contra el alza de las matrículas, la eliminación del bienestar estudiantil y los recortes de los programas académicos. Estas acciones son un mensaje alentador para el resto del movimiento estudiantil.
Esa resistencia va igualmente contra la intención de meter a Colombia en el Área de Libre Comercio para las Américas, ALCA, lo cual tendrá fuertes implicaciones en la educación pública amenazada por la mal llamada “revolución educativa” aprobada en el Plan Nacional de Desarrollo. Estudiantes y profesores se movilizan en defensa de la democracia reivindicando la elección directa, conquistada en históricas luchas en las últimas décadas del siglo pasado, y rechazan la farsa de la democracia participativa en la que las decisiones son tomadas por quienes tienen el poder.