El 26 de febrero de 1971 se inició el más grande y heroico movimiento estudiantil de la historia de Colombia. Los estudiantes se levantaron como un solo hombre contra la ominosa penetración en la vida universitaria de las agencias financieras del imperialismo yanqui y de las instituciones más retrógradas del país.
Durante todo el año de 1971 la nación entera presenció una gigantesca marejada revolucionaria y antiimperialista que brotó de todos los centros educativos del territorio patrio. Desafiando el estado de sitio implantado por el gobierno desde febrero a raíz de los sucesos de Cali, donde fueron asesinados por el ejército numerosos estudiantes y gentes del pueblo, decenas de miles de estudiantes se tomaron las calles de ciudades y pueblos para manifestar combativamente su repudio al imperialismo y sus criminales testaferros. Amplios sectores populares-obreros, campesinos, maestros, profesores, dieron su respaldo decidido a la justa lucha estudiantil.
Los estudiantes se agruparon bajo la bandera del Programa Mínimo de los Estudiantes Colombianos, documento que contiene las reivindicaciones democráticas y anti-imperialistas que reclama todo el pueblo en el terreno de la educación. “Por una cultura nacional, científica y al servicio del pueblo” fue la consigna que retumbó hasta en los más recónditos lugares del país. Mientras el gobierno gritaba “Viva el imperialismo”, las gargantas de millares de estudiantes contestaban “Abajo el imperialismo”.
Fue este el primer movimiento estudiantil que se planteó como objetivo fundamental combatir todo lo viejo, todas las ideas e instituciones al servicio del imperialismo y el atraso. Reformar la universidad y la educación, conquistar la democracia en los planteles educativos, en fin, llevar a cabo una profunda transformación en el campo de las ideas, en el terreno de la cultura.
El movimiento estudiantil de 1971 marcó una nueva etapa en el desarrollo de la lucha por la liberación nacional y la revolución colombianas. No fue un simple movimiento estudiantil. Fue el primer gran combate del pueblo colombiano que dejó sentadas las bases esenciales de la revolución cultural anti-imperialista y antifeudal.
La cultura revolucionaria es un valioso instrumento para el pueblo en el proceso de su liberación. Sin la lucha revolucionaria, las masas no pueden transformar sus ideas; pero a la vez, sin cambiar sus ideas, las masas no pueden hacer la revolución. El proletariado y el resto del pueblo apoyaron y apoyan irrestrictamente la lucha estudiantil porque comprenden que esa es, en última instancia, una batalla que deberá tomar en sus manos el 90% de la población colombiana con la clase obrera al frente.