LA INTEGRACIÓN DE LA CTC. UTC: LA DEBILIDAD LOS UNE

Tulio Cuevas y José Raquel Mercado suscribieron el 22 de marzo, bajo la mirada complaciente de Pastrana Borrero que oficio de padrino, la integración de la UTC y la CTC. Este acuerdo de unificación orgánica no es sorprendente ya que solo refleja la comunidad de intereses de las directivas de las dos centrales en su acatamiento a la política antiobrera y antipopular que para el movimiento sindical dicta el imperialismo norteamericano, propugna el gobierno y acogen los patronos.

Teniendo como principal razón de ser su sometimiento al tutelaje del gobierno y del imperialismo, ambas directivas sindicales se han visto, cada día más rechazadas y presionadas por los trabajadores que, en su nuevo despertar combativo, exigen consecuencia en la lucha por la conquista de sus reivindicaciones económicas y sus derechos democráticos. Y es esta situación la que ha dado lugar a que Cuevas y Mercado, luego de fracasar en su intento de colocarle una camisa de fuerza patronal y reaccionaria a las masas laboriosas para frenar sus luchas, ensayen ahora una podrida alianza buscando fortalecerse a nivel de las dos camarillas para así seguir llevando a cabo sus actividades destinadas a impedir que las organizaciones sindicales jueguen un papel de avanzada en la liberación nacional del yugo imperialista yanqui y en la conquista de sus derechos de organización, expresión, movilizaciones y huelga.

Este proceso de entrega y traición persistentes que siguen las directivas de la UTC y la CTC y que hoy aparece más evidente ha sido analizado a fondo por el MOIR y denunciado el cual planteó desde su mismo nacimiento una política revolucionaria e independiente a fin de desenmascarar y aislar las centrales patronales. Más aún, esta política llama a desechar todas las ilusiones que puedan alimentarse respecto a las centrales reaccionarias y a iniciar la construcción de una organización sindical que combata por los intereses más sentidos de la clase obrera y el pueblo.

Pero algunos dirigentes, carentes de la posición de clase de los trabajadores que “representan” y empeñados en promover políticas que van en contra de los objetivos revolucionarios del pueblo, se han dedicado a atacar con furioso sectarismo al MOIR a medida que se hunden mas y más en el pantano del oportunismo. Entre ellos se destacan los dirigentes de la CSTC y el Partido falsamente comunista quienes calumnian al MOIR de “divisionista” por formular una política basada en la existencia objetiva en Colombia de dos campos: por un lado, los sindicatos y los trabajadores que siguen una línea de acción consecuente con sus intereses más sentidos como es la lucha contra el imperialismo norteamericano y su agente la oligarquía dominante y, por el otro lado, las camarillas dirigentes patronales y gobiernistas de la UTC y la CTC y quienes dentro del movimiento sindical les sirven de cómplices. Lejos de atenerse a esta verdad, que hunde sus raíces en la historia de la organización sindical de la clase trabajadora colombiana, los dirigentes de la CSTC y el Partido Revisionista no solo dividieron sino que emprendieron una “unidad de acción” sin principios con los dirigentes patronales de la UTC, basándose en análisis falsos que los llevaron a tomar las contradicciones superficiales y temporales de la directiva utecista con el gobierno y los patronos como contradicciones de fondo y permanentes. Su miopía oportunista no les permitió distinguir entre la voluntad de lucha de las bases sindicales cobijadas por la UTC y las maniobras antiobreras de la camarilla acaudillada por Cuevas como resultado, sacrificaron las reivindicaciones obreras a cambio de ilusos coqueteos con Cuevas y compañía, y se opusieron con todas sus fuerzas a las luchas de los trabajadores tildándolas de “aventuras” o de tener “demasiado contenido político”, como ocurrió con la lucha del Paro Nacional Patriótico planteado por el MOIR en 1970.

Lo que la alianza de Cuevas y Mercado deja hoy aún más claro para los trabajadores, es que toda “unidad” que se busque dejando a un lado los principios y los intereses de la clase obrera equivale en la práctica a una conciliación con el enemigo y sus agentes.

Las explicaciones acomodaticias y los ataques contra la política del MOIR no pasan de ser rabietas propias de desengañados, que sólo servirán para que el proletariado saque por su misma experiencia la positiva lección de que es necesario trazar una línea divisoria, en lo político y en lo organizativo, con las centrales vendeobreros a fin de cimentar una unidad auténtica que lleve a la creación de la Central Única Revolucionaria de los Trabajadores. Al servicio de esta tarea seguirá estando el MOIR junto a toda la clase obrera de Colombia.